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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El legado de Maragall

La presencia del expresidente, enfermo de alzhéimer, en un mitin de ERC suscita dudas sobre la posible instrumentalización de su figura

Marcos Balfagón

La presencia de Pasqual Maragall el domingo en el mitin central de Esquerra Republicana de Catalunya ha dejado mal sabor de boca. No porque el expresidente de la Generalitat no tenga derecho a apoyar a quien más le plazca en unas elecciones, sino por las dudas que se han suscitado sobre la posibilidad de que su figura hubiera podido ser objeto de instrumentalización política.

Maragall sufre de alzhéimer, una dolencia neurodegenerativa para la que no existe tratamiento curativo. La enfermedad se caracteriza por la pérdida progresiva de la memoria y otras capacidades intelectuales, y su evolución varía mucho de una persona a otra. Es frecuente que durante un largo periodo de tiempo quien la sufre alterne momentos de lucidez con otros de desorientación e incluso de incapacidad para saber dónde está o con quién está hablando. En la fase final, la pérdida de capacidad es total.

Pasqual Maragall dio a conocer que padecía alzhéimer en 2007, aunque la enfermedad ya llevaba un tiempo de evolución. Desde entonces ha ido reduciendo su presencia pública y en los pocos actos a los que ha asistido últimamente ha tenido una participación meramente pasiva.

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El distanciamiento de la familia Maragall del PSC era conocido. Justo un día antes de hacer pública su enfermedad, el expresidente había devuelto el carné de militante. Y su hermano Ernest Maragall, que fue consejero de Educación, no sólo abandonó la formación sino que constituyó un nuevo partido que ahora concurre a las europeas aliado con ERC.

Aunque el PSC no quiso echar leña al fuego, el malestar por la presencia en el mitin de ERC de un Maragall que se veía ausente llevó ayer a su esposa, Diana Garrigosa, a explicar que fue una decisión espontánea del propio expresidente tomada mientras iba a otro lugar por afecto a su hermano. Pero dirigentes de ERC conocían ya la noche anterior la posibilidad de que asistiera. Estas contradicciones no ayudan a aclarar la situación. En todo caso, la enfermedad que sufre, su condición de expresidente y el respeto que merece una personalidad pública muy apreciada obligan a todos, incluido su entorno, a abstenerse de utilizar su figura.

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