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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Qué bien le calza el árabe al rap

Por Analía Iglesias

"Yo no soy muy de cantar sobre el Parlamento, la pobreza o la inmigración. Mi rap es más de hablar de errores de la vida, míos o los que me cuentan, para poder aprender", nos espeta Sayflhak, a poco de arrancar un concierto en su ciudad natal, Tánger. Tiene 28 años y es uno de los raperos en alza en una ciudad que ya tiene una escena rapera considerable.

'Nosotros, la calle', reza el cartel sobre el que rapea Sayflhak en el Instituto Francés de Tánger, Marruecos.

Sin embargo, a quien uno le hable de "un rapero tangerino", arriesgará: "Muslim". No, Sayflhak es, musicalmente, mucho más luminoso, bailable y festivo (más funk, si se quiere) que Muslim y, en cuanto a letras, más ocupado del amor y sus deficiencias; eso sí, igual de orgulloso de África, de la calle y de Tánger.

Es crepúsculo sobre el último Atlántico, suena la llamada del imam a la oración por los megáfonos de la mezquita y los adolescentes hacen cola a las puertas del Instituto Francés de Tánger, donde hoy actúa Sayflhak y sus compañeros (uno o dos DJ, una segunda voz, un rapero invitado...).

Sayflhak significa "espada de la justicia" pero, en el camarín, él es simplemente Ismael; nos invita un té a la menta y se ríe de que esta cronista argentina diga "recital" para referirse a un "concierto".

El escenario del Instituto francés de Tánger, en pleno concierto de rap.

Ismael habla un buen castellano, seguramente porque nació en esa ciudad del norte de Marruecos donde el español todavía se habla en muchas familias y en la medina, y también porque, en 2003, emigró a España. Vivió en la provincia de Barcelona y en el parque de Santa Coloma de Gramanet, la policía le pidió los documentos día por medio: "me acostumbré y me parecía raro si no me los pedían", dice, pícaro.

"La primera causa por la que me fui a Barcelona es porque estaba de moda emigrar a España. Yo quería ser libre, era un poco hippie, quería cantar. Aquí en Tánger, en esa época, no me sentía en mi agua. He tenido que irme a conocer mundo, gente. Aquí es difícil conocer a extranjeros, porque los turistas se cierran. Allí es más fácil acercarse a gente de otras partes del mundo. Y fui a conocer rap pero el viaje no me ayudó mucho porque allí la cerveza cuesta solo un euro". Bromea, claro, sobre la propensión al disfrute en España, pero además es verdad que en Marruecos la cerveza es mucho más cara (y se vende solo en supermercados o en locales nocturnos con permisos especiales).

En el extramuros barcelonés, Ismael se curtió en 'batallas de gallos' con otros MC y por fin supo lo que era esa Europa de la que tanto hablaban los de su generación. Después volvió: "Marruecos está evolucionando mucho más rápido que España en materia de rap. Alhamdulillah ('gracias a Dios'), aquí tengo mi DJ, mi manager, mi segunda voz, y estoy preparando mi segundo álbum, Khlad d hiati ('la línea de mi vida'), que saldrá durante el mes de mayo".

Sueña con California y con decir sus verdades bajo el sol de Los Ángeles. Sueña que llegará hasta ahí tocando esa música suya que bebe precisamente de lo que hacen las gentes en L.A. Y aunque la luz de Tánger no tiene nada que envidiarle a la luz californiana, el rapero canta Tanja-California para invocar el itinerario que, si sigue con tantas ganas, un día seguramente trazará.

Del sol, de cruzar el mar y de derribar las distancias entre marroquíes y españoles también hablan, aflamencados, con Elena Vargas, el rapero sevillano El Haze y la revelación Ibra Rey, en un videoclip grabado en Tánger, a instancias de Ismael. En la canción, el tangerino Ibra Rey (que en el backstage bromea con el mote de "el morito blanquito" que se ganó cuando vivía en Matalascañas) canta y eriza la piel. Es como si el argelino Cheb Mami tuviera un hijo veinteañero, con brackets, listo para sucederlo, muy pronto.

Con Elena Vargas, El Haze e Ibra Rey, en Tánger.

Sayflhak se congratula por colaborar con consagrados pero dice que disfruta mucho más cuando le da espacio a gente más joven para que se luzca, sobre todo si es de Tánger: "amo a Tánger", repite sobre la escenografía del concierto que reza, en darija (árabe dialectal marroquí) y en letras gigantes "Nosotros, la calle". "En las calles, los problemas son los mismos en cualquier parte del mundo... Hay muchas cosas en común. Es cierto que también tenemos cosas específicas en nuestra sociedad", admite.

Dice que es disciplinado, que trabaja cada día, con horario fijo, pero ¿qué cosas lo mueven a hacer una canción?, insistimos. "Los problemas del matrimonio. Me he casado, me estoy divorciando. Les cuento a los chicos los problemas que pueden tener... la soledad. Yo tengo una familia muy grande, pero a veces te sientes solo".

¿Sobre qué hay que alertar acerca de la vida conyugal? "Mucha gente se defrauda. Muchas chicas... la NASA ya sabe cuál es la razón (risas): las chicas no son las mismas cuando son tus novias que cuando son tu esposa. Los hombres también cambian, pero no lo expresan tanto, porque viven en la calle y en la calle puedes seguir siendo el que has sido siempre. Y la mujer, si está en casa, empieza a exigir lo mismo que le da el marido a su amiga".

'Tanja California'.

El rap en árabe suena contundente: registra, arenga y protesta por las novias que se vuelven 'esposas', por los chicos de ojos entrecerrados que esnifan pegamento en las calles de cualquier gran ciudad marroquí o por los que no consiguen trabajo.

Sayflhak canta en dariya y con "deslices" en español: "Bienvenidos a nuestra locura", grita y arranca fervor. La gente permanece sentada un rato y, como es lógico, a la cuarta canción de corear sílaba a sílaba las letras de su ídolo, se levanta a bailar. Dan ganas de bailar y protestar. Y volver a decir "esquizofrenia" (esa palabra tan repetida en el Magreb para definir un mundo de apariencias por encima de la vida real de cualquier chaval). "Estoy enfermo de música. Mi música es el rock", zanja.

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