Armando López Salinas

Como dijo el obituario del 26 de marzo, este gran escritor y luchador contra la dictadura “decenas de veces sería detenido”, además de encarcelado. Exacto en cuanto a la cantidad de privaciones de libertad. Aludamos a la calidad.

Un caso: cuando, con motivo del Consejo de Burgos, 19 personas fuimos detenidas en un piso de la Avenida del Mediterráneo en Madrid —inicial contrariedad de González Pacheco, Billy el Niño, por no llegar al mínimo prohibido de 20 reunidos, “¡abogaditos teníais que ser!”—; obtenida poco después de un juez sumiso una orden ilegal hasta para aquella época... todos a la DGS.

Pero en condiciones distintas: mientras los pertenecientes a clandestinos partidos más o menos “de orden” pasamos a celdas medianamente habitables, para los dos o tres miembros del PCE, entre ellos Armando, se reservaron recodos de escalera del vetusto edificio de la Puerta del Sol: a la salida pudimos comprobar en su aspecto lo que marca pasarse tres noches y dos días (otra ilegalidad para lo entonces vigente) con la cabeza pegada a las rodillas y orinal y tartera en el suelo.

Lo que Armando y otros sufrieron en tantas ocasiones fue tortura —delito imprescriptible y de jurisdicción universal (Pactos 1966, Resoluciones ONU 2391/XIII/ y 39/46 de 1984, Sentencias Furimandyja y muchas otras)— por lo que el “no juzgues por mí, Argentina” de Billy a la juez Servini va a ser insostenible.— Carlos María Bru Purón.