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Muere El Último Guerrero, estrella de la lucha libre estadounidense

Nacido James Hellwig hace 54 años, se hizo conocido a principios de los 90 por su rivalidad con Hulk Hogan

Javier Salvatierra
El Último Guerrero.
El Último Guerrero.

James Hellwig, más conocido como El Último Guerrero, una de las mayores estrellas de ese deporte-show que se llama wrestling en Estados Unidos y que en España se conoce como pressing catch, ha fallecido hoy a los 54 años de edad, según ha confirmado la empresa World Wrestling Entertainment (WWE).

El Último Guerrero, traducción inmediata de The Ultimate Warrior (algo así como El Guerrero Definitivo), comenzó en la lucha a mediados de los 80, adoptando varios nombres, como Blade Runner Rock o Dingo Warrior. Ya en 1987 se incorporó a la World Wrestling Federation (ahora WWE), la organizadora de los campeonatos más importantes. Fue entonces cuando alcanzó la fama que hoy le ha convertido en trending topic a nivel mundial en la red social Twitter.

Fue en esos finales de los 80, primeros de los 90, cuando se hizo conocido su maquillaje facial -una especie de mariposa multicolor que le cubría los ojos, la nariz y parte de la cara-, su mechada melena, sus botas de flecos y sus cintas en los brazos, para destacar aún más sus abultados bíceps. Desde su debut en el show, parecía destinado a desafiar al campeón por antonomasia, el bigotudo Hulk Hogan, que hoy le ha despedido con un "RIP WARRIOR. only love. HH, (Descansa en paz, Guerrero. Solo amor. HH”) en su perfil de twitter. Sus carreras desenfrenadas hacia el ring, su desaforado agitar de cuerdas para recabar el delirio del respetable, sus eléctricas convulsiones (el españolísimo baile de San Vito) cuando, en los momentos más delicados del combate entraba, se suponía, en contacto con los dioses para recuperar el punto necesario de energía; su musculatura, y en fin, sus guturales discursos de amenazas a voces en los que era imposible entender nada se tuviese la lengua materna que se tuviese, hacían de él un futuro candidato a lo más alto de lo que en España, gracias a las narraciones de Héctor del Mar en Telecinco se dio en llamar pressing catch.

Y en efecto, ese momento llegó en un combate-espectáculo legendario, la sexta edición del Wrestlemania, organizado por la WWF el 1 de abril de 1990. Aunque se habían enfrentado en otras ocasiones, en este se puso en juego el título mundial que ostentaba Hogan y el intercontinental del Guerrero. Venció Hellwig -se cambió legalmente el nombre por Warrior en 1993- convirtiéndose en el primer luchador que aunó ambos cinturones. Fue su punto culminante en un mundo poblado de las anchas espaldas, bañadores y llaves de personajes como Rick Modelitos Martel, los Sacamantecas, el Marinero Tarugo, Jimmy Estaca Dugan o el Enterrador. Porque, aunque siguió todavía en la lucha hasta 1992, con una reaparición en 1996, a partir de ahí ya comenzaron sus problemas con Vince McMahon, gerente de WWE. Diferencias artísticas y acusaciones de consumo de esteroides salpicaron su carrera hasta finales de 1992, cuando inició la retirada. Todavía combatió en otras ligas menores en las que se explotó su rivalidad con Hogan hasta 1998. Después, dio un giro a su carrera y se convirtió en conferenciante motivacional.

Pese a los enfrentamientos, la WWE de McMahon decidió incluirlo en su Salón de la Fama, hecho que sucedió el pasado sábado en una velada en Nueva Orleans, junto con la vuelta del Guerrero como embajador a la empresa, que justo ayer editó un DVD de homenaje a Hellwig. En un comunicado, la WWE se dice “impresionada y muy triste al conocer el fallecimiento de una de las más icónicas superestrellas de WWE de todos los tiempos”. “Estamos agradecidos de que, justo hace unos días, el Guerrero tuvo la oportunidad de ocupar su lugar en el Salón de la Fama de WWE y de aparecer en el Wrestlemania 30 y el Monday Night Raw y hablar a su legión de fans. Enviamos nuestras sinceras condolencias a su familia, amigos y fans”. El propio McMahon ha enviado un mensaje de condolencia en su perfil de Twitter.

El pasado lunes hizo su última aparición pública, la primera en una velada de la WWE desde 1996. Ante sus enloquecidos fans, y ataviado con traje y con una máscara que remedaba sus pinturas de guerra, arengó a voces que “ningún talento de WWE se convierte en leyenda por sí solo. El corazón de todo hombre late un día por última vez, sus pulmones expiran por última vez. Y si lo que hizo ese hombre en su vida hace que la sangre de otros bombee y hace que crean profundamente en algo más grande que la vida, entonces, su esencia, su espíritu será inmortalizado por los narradores de historias, por la lealtad y el recuerdo de aquellos que le honraron y harán que lo que hizo ese hombre viva para siempre. Soy el Último Guerrero, sois los fans del Último Guerrero y el espíritu del Último Guerrero vivirá para siempre”. Amén.

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