Un adiós a Máximo Cajal
La muerte de Máximo Cajal nos ha dejado con sensación de pérdida a muchos ciudadanos. Quiero recordar su respuesta generosa cuando le pedí que diera dos charlas en las bibliotecas públicas de Figueres y Girona hace ya 10 años. Se lo pedí en nombre de una ONG que no podía ni pagarle ni ofrecerle comodidades de ningún tipo en los tres días en los que nos acompañó. Su explicación honesta con hechos y sin rencores nos ayudó a entender mejor Guatemala, un país donde realizábamos proyectos de cooperación. En casa recibimos a Máximo y Bea sin las atenciones que nos hubiera gustado ofrecerles. Pero cuando recordamos la cena junto con María Crehuet y Joan Casanovas, Álvaro y yo tenemos la sensación de un tiempo cálido por la generosidad y rico por las ideas. Gracias Bea por acompañar a Máximo en un viaje que para ti no tenía alicientes, aparte de estar con él y renovar vuestro conocimiento del Alt Empordà.— Carmen Mestre Vergara.
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