Un espacio de bienestar
Una amiga me invito a un espacio de relax. La verdad: llegué allí con cierta suspicacia. Es un local muy amplio donde te reciben con una sonrisa. Primero, te dan una charla informativa sobre lo que ofrecen para tu bienestar. Un chico joven con dotes de pastor protestante te explica en qué consiste la terapia y te convida a dejar los problemas aparcados en la calle, al menos por el tiempo que estás ahí, para mejorar tu salud.
Se trata de unas camillas que dan automasajes con un rodillo, quiromasajes y termoterapia, que buscan el equilibrio de cuerpo y tu energía. Te ayuda a relajar músculos, reducir dolores y ansiedad, estimular la circulación y muchas otras bondades. El calorcito es agradable y se supone que tiene unos minerales que son curativos y muy utilizados en países orientales como medicina natural.
Llegan allí decenas de mujeres y algunos pocos hombres, la mayoría inmigrantes con rostros agotados manos que expresan las durezas de sus trabajos. Alguna cuenta sus dolencias corporales, a otras les duele el alma y otras animan a no faltar a la terapia porque para ellas ha representado una mejora notable para su salud. Además es gratis, te dicen (su trampita tendrá).
Cuando escuchas sus dolencias reflejan una vida en función del marido, las hijas e hijos, el trabajo... Toda su vida cotidiana trascurre en función de dar bienestar a otros y otras ¿Y tú dónde quedas?
A las mujeres se nos ha educado con el mandato del sacrificio. Para ser una buena mujer tienes que aceptar las costumbres, sin más.Y, si bien es cierto muchas de estas costumbres están cambiando, aún es una carga para muchas y quienes se han atrevido a romper estos roles tradicionales, no lo han tenido nada fácil. Es como una herencia cultural que no se nombra pero ahí está, en nuestras formas de relacionarnos.
La irrupción de la mujer en el trabajo remunerado implica para muchas llegar a ser una Superwoman que todo lo puede y con la doblejornada a cuestas. Desde luego, el modelo de familia y trabajo que tenemos no ayuda. Largas horas de dedicación y desplazamiento para el trabajo lastiman nuestra salud y las relaciones familiares. Sumándole las escasas políticas sociales que debe tener un Estado de bienestar.
Los proyectos migratorios no pueden estar supeditados solo en función del sacrificio por el trabajo para el bienestar de la familia. Por ello, es tan importante buscar espacios propios para el autocuidado y el desarrollo personal, aquí o allí en nuestros países de origen. Que el trascurrir de los años como inmigrantes no nos lleve a terminar quemadas y frustradas por lo que dejé de hacer, por los sueños no alcanzados y, encima, enfermas. Debemos de dejar de ser tan abnegadas a los demás, lo cual no quita responsabilidad. Está claro que en la medida que yo me brinde amor propio puedo dar amor de calidad que supere el "me sacrifico por ti" y exploto. ¡Ya está bueno!
Espacios de relax como estos hay que aprovecharlos (la agenda cultural es de bajo coste); hay que recargar las pilas para el trajín diario, cultivar a las amigas para divertirnos, conversar y pedir ayuda cuando lo necesitemos. Es una actitud que nos hace sentir alegría y crecer para el buen vivir.
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