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Lady Goga, ¿prisionera de su padre?

La BBC recibe una carta supuestamente escrita por la hija del dictador uzbeko En ella, asegura que Karimova está retenida por convertirse en disidente del régimen

Gulnara Karimova, durante la semana de la moda de París en 2012.
Gulnara Karimova, durante la semana de la moda de París en 2012.CORDON PRESS

Gulnara Karimova podría haber vuelto a dar señales de vida. Durante meses mantuvo una campaña contra su madre, su hermana y el jefe de la policía secreta de Uzbekistán, pero en febrero la cuenta de Twitter de la hija mayor del tirano uzbeco fue clausurada y la que fuera la niña bonita del régimen se sumió en el más absoluto de los silencios. Algo que no encaja con su ruidoso estilo. Desde ese momento, las sospechas apuntan a que se encuentra incomunicada y retenida en su país en contra de su voluntad. Y la confirmación podría estar en manos de la BBC, que acaba de recibir una carta supuestamente enviada por Karimova. En ella se mantiene que está bajo arresto domiciliario con su hija adolescente en Tashkent y que ha recibido palizas de matones que trabajan para su padre, Islam Karimov.

La cadena británica reproduce en su web parte de la detallada y enrevesada misiva, que según un grafólogo experto en manuscritos cirílicos tiene un 75% de posibilidades de haber sido escrita por Karimova. “Fui una ingenua al pensar que en este país existía la ley”, dice la carta. “Nunca pensé que esto pudiera pasar en una nación que se presenta como civilizada. Una observación más atenta me ha mostrado toda la fealdad que tiene lugar aquí y que lleva mucho tiempo”.

Fui una ingenua al pensar que en este país existía la ley”, sostiene una supuesta Gulnara en la misiva

Si la carta realmente viene del puño y letra de Karimova, supone una prueba irrefutable de lo lejos que puede llegar el brutal líder uzbeco para silenciar a los disidentes. Y si es cierto que Gulnara acaba de toparse con la cruda realidad, la revelación le ha llegado tarde, tras dos décadas disfrutando de caprichos y dinero fácil.

Durante un tiempo tuvo el dudoso honor de ser la cara glamurosa de esta antigua república soviética. Una barbie con ínfulas de liderazgo que combinaba roles institucionales con los deleites del lujo, la moda y el espectáculo. Fue embajadora de Uzbekistán en España, donde viajó anteriormente por tratos con Joan Laporta y embajadora ante las Naciones Unidas en Ginebra. Al mismo tiempo se presentaba como empresaria, filántropa, diseñadora de moda y joyas y cantante pop. Era una habitual de las fiestas de la jet set y se codeaba con Julio Iglesias, Sting y Elton John. No había exceso o delirio que no consiguiera a golpe de talonario. No resulta extraño que los informes diplomáticos filtrados por Wikileaks la describieran como la persona más odiada de Uzbekistán.

Representó durante mucho tiempo la cara más glamurosa de la ex república soviética

Esa siniestra Disneylandia fue progresivamente desmoronándose. En 2010 cerró una de sus empresas-tapadera. En 2011 fue expulsada de la semana de la moda de Nueva York por protestas de organizaciones de derechos humanos y la firma de joyería Chopard rompió sus lazos con ella. Con sus fuentes de ingresos y contactos mermados, Gulnara arremetió contra sus allegados. Acusó a su madre y su hermana de brujería y a Rustam Inoyatov, jefe de los servicios secretos, de codiciar el mando del país. En plena guerra tuitera se supo sospechosa de corrupción en Suiza y Suecia por sobornos entre de la empresa de telecomunicaciones nórdica TeliaSonera y una de sus compañías. Sus negocios, organizaciones solidarias y canales de radio y televisión fueron cerrados. Según ella, venganza personal de Inoyatov. Otros mantienen que al perder influencia como imán de inversiones internacionales se convirtió en un estorbo para su padre. Lo poco que hay claro en todo este asunto es que este es solo otro capítulo del culebrón de Gulnara, en el que ella acaba de adoptar un nuevo papel: el de reprimida disidente política.

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