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El amargo adiós de Lugner y Kardashian

El famoso Baile de la Ópera de Viena acaba con insultos y puñetazos La novia de Kanye West abandonó el Teatro varias horas antes de lo convenido con su anfitrión

Kim Kardashian y Richard Lugner, en el Baile de la Opera de Viena, la noche del 27 de febrero de 2014.
Kim Kardashian y Richard Lugner, en el Baile de la Opera de Viena, la noche del 27 de febrero de 2014.Gisela Schober (Getty Images)

Una vez al año, Richard Lugner se convierte en una personalidad nacional en Austria gracias a su extravagante costumbre de pagar decenas de miles de euros a divas del espectáculo mundial para que le sirvan de dama de compañía en el famoso Baile de la Opera de la capital austriaca. Pero la última versión del famoso Baile, que tuvo lugar en la noche del jueves, en lugar de catapultar al millonario austriaco al séptimo cielo de la gloria mundana, gracias a la compañía de Kim Kardashian, casi terminó en un infierno.

“¡Es una perra!”, exclamó el millonario cuando su famosa compañía había abandonado la Opera de Viena, poco antes de la medianoche. “Estoy muy aliviado de que se haya marchado”. Lugner tenía varias razones para estar decepcionado. La famosa diva no llegó a la hora convenida para disfrutar del honor de la alfombra roja y además ingresó al edificio por una puerta lateral. Pero eso no fue todo. Cuando Lugner la quiso invitar a la pista de baile, Kardashian se negó alegando un repentino cansancio y, peor aun, después del posado obligatorio ante las cámaras, evitó la compañía de su generoso anfitrión. Al parecer, la estrella había cambiado de humor cuando descubrió, en medio de los invitados, a un personaje que se había teñido la cara de negro para simular un parecido con su novio, el rapero Kanye West.

Poco después de rechazar una segunda invitación a bailar, la famosa Kardashian, que había llegado acompañada por su madre y varios guardaespaldas a la Ópera, abandonó la gran fiesta para alivio de su anfitrión. “Por fin se ha ido la perra. Ya debe estar en la cama del hotel”, insistió el millonario al revelar que su invitada había violado una nueva cláusula del contrato que la obligaba, durante su estancia en Viena, a firmar autógrafos en el centro comercial, propiedad de Lugner, (algo que hizo, pero durante solo un par de minutos), posar para las cámaras y fotógrafos en una cena de gala, bailar un par de vals con su anfitrión y permanecer en el baile hasta una hora prudente.

Lugner tampoco tuvo suerte con su segunda invitada, Ivian Sarcos, Miss Mundo 2011, quien canceló su presencia pocas horas antes del comienzo de la fiesta. La mala racha del millonario, que soñaba con reflectores y cámaras de televisión para mostrar a sus bellas invitadas, tuvo un giro dramático, a la entrada de su palco de honor, cuando la prensa fue testigo de una trifulca inédita en la famosa fiesta. Cuando el famoso presentador de la televisión alemana Johannes B. Kerner salió del palco del millonario austriaco, fue interpelado por un invitado que lo comenzó a insultar.

“¿Quién ha pagado su entrada? ¡Usted es el nuevo Wulff!”, le dijo, haciendo alusión al escándalo que protagonizó el expresidente alemán Christian Wulff, que dimitió cuando la fiscalía alemana abrió un sumario en su contra por sospecha de corrupción. Kerner no respondió a los insultos y cuando intentó alejarse, recibió un baño de champán en su frac. La reacción fue inmediata. Un acompañante del periodista le propinó un violento puñetazo en la cara al invitado anónimo. Un final poco apropiado para una fiesta de gala que solo tiene garantizado un futuro en la capital del viejo imperio austro-húngaro y que, cada vez más, huele a pasado de moda.

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