Creíamos que el histerismo femenino era un mito que la literatura y el cine se habían ocupado de inmortalizar, pero que el nuevo siglo había erradicado para siempre con sus heroínas tres en uno (madres amantísimas, dóciles amantes y ejecutivas agresivas de tacón y rímel), y resulta que no, que esa modalidad de la neurosis que toma su nombre del bendito útero y, así pues, se atribuye indefectiblemente a la condición femenil, sigue vivita y coleando.
También pensábamos que en las relaciones de pareja la infidelidad era una rémora de un pasado lleno de tabúes y represión sexual, y que el progreso había empujado a los hombres y a las mujeres de hoy hacia otras modalidades de unión más liberales, como pueda serlo la pareja abierta, que en su día glosaron Franca Rame y Dario Fo. Ha resultado que no, que poner los cuernos sigue estando de moda como en las peores comedias de enredo y que, en consecuencia, las Anna Karenina del siglo XXI aún ostentan impúdicas sus celos y sus clínex empapados como la cornuda de Match point, magistral película de Woody Allen.
Adulterios regados con tranquilizantes que no suceden tan sólo en las periferias urbanas (donde acaso las telenovelas venezolanas dejan una huella más indeleble), sino incluso en las altas instancias, véase por ejemplo el mismísimo Elíseo, donde ha estallado un lío de faldas digno de Billy Wilder, ese hilarante traficante de debilidades humanas. Y es que mientras todos imaginábamos a los máximos responsables de los gobiernos ocupadísimos resolviendo los acuciantes problemas del mundo, resulta que uno de ellos, el mismísimo presidente de la República francesa, el socialista François Hollande, se entretenía saliendo furtivamente de sus habitaciones al caer la luna para no regresar hasta el alba. Nada que objetar a ese respecto, pues ya se sabe que, como dijo Ortega y Gasset, “el amor es el eterno insatisfecho”, por no decir que cada cual hace lo que le viene en gana con su vida sentimental.
Pillado en plena liaison dangereuse con una actriz, la que hasta ahora hacía las funciones de primera dama, la periodista y máster en ciencias políticas por la Sorbona Valérie Trierweiller (que en su día sustituyó en el corazón del presidente a Ségolène Royal), no ha encajado el golpe nada bien, o al menos no como se supone que debiera hacerlo una mujer del siglo XXI. Cuanto menos no ha aguantado tan bien el tipo como la señora de Strauss-Kahn, aquel director gerente del FMI que se benefició a una señorita de color en el hotel neoyorquino donde se hospedaba, al parecer olvidándose de pedirle permiso.
No nos corresponde aquí analizar el afán amatorio del aspirante a Don Juan, sino las consecuencias de su poca discreción, que confirman que algunas mujeres siguen aún instaladas en el pasado y no tienen intención de dejarlo atrás. Así, mientras el personaje interpretado por Carmen Maura en Mujeres al borde un ataque de nervios digería el portazo que le había dado el novio fumándose todos los cigarrillos del estanco, a la primera dama francesa el corazón se le impuso a la razón, como les sucedía a las heroínas literarias del siglo XIX, diríamos que sin excepción.
Ana Karenina y Madame Bovary (por mencionar a las más célebres de la literatura universal) acabaron rematadamente mal a causa de las penas de amor. Asimismo, guiada por un espíritu similar al de esas creaciones de papel de Tolstói y Flaubert, respectivamente, mientras no paraban de sonar los teléfonos en la que fuera la residencia de Madame de Pompadour, se quitaba la vida en una habitación de un lujoso hotel de Nueva Delhi la esposa del ministro indio de Shashi Taaror, que respondía al nombre de Sunanda Pushkar, quien al parecer no pudo soportar la vergüenza de que su marido le fuera infiel, en este caso con una periodista.
Estos dos casos, de tan distinto final, no son más que la punta del iceberg de lo que ocurre también en el seno de vidas ajenas a la opinión pública, que son las más. Víctimas de la idea periclitada del amor romántico, que el cine, la televisión y la publicidad insisten en vendernos aún hoy (como si su falta de verdad y su perniciosa influencia no hubieran sido ya sobradamente demostradas), algunas mujeres a quienes en una historia a tres bandas les toca el papel más ingrato, hacen alarde de los más casposos roles de sexo y borran de un plumazo el largo y arduo camino hacia la emancipación femenina, que tantos esfuerzos ha costado.
Las imaginamos teniendo en su mesita de noche –como la Natascha de El idiota de Dostoievski- un ejemplar de Madame Bovary, esa novela donde Flaubert se dio el gustazo de dar vida a una de las bobas de la baba más célebres de la literatura, e incurriendo en el craso error de buscar en ella consuelo. Esa podría ser la explicación a su comportamiento, o acaso un exceso mal digerido de Sexo en Nueva York. Aunque es probable que basten un par de anuncios de perfume y un programa televisivo de sobremesa para inocular en la mujer del siglo XXI (sea cual sea su edad) el virus de la mujer del siglo XIX.
Del mismo modo que el consumo de novelitas rosas hizo estragos en la mente de Emma Bovary, empujándola hacia los despeñaderos del amor y de su contrario, el desamor, actuando a su imagen y semejanza nuestras coetáneas insisten en no quitarse el corsé de que Coco Chanel y compañía las liberaron en sentido literal, y las muchas sufragistas y activistas del feminismo en el sentido figurado. Permanecen pues presas en él y en todo lo que ello conlleva: dependencia hacia el varón, falta de autoestima, impotencia e imposibilidad de empoderarse para comenzar una nueva vida. No aspiran a ser “damas de hierro” ni siguen la senda de una Merkel impermeable, sino que están hechas de la misma pasta que la despechada Fedra, la Ofelia de Hamlet o la doña Inés de Zorrilla.
“Regidas por vaivenes exteriores muy diversos, obedientes a muy distintos modelos de comportamiento, referidas a cánones de triunfo y fracaso que, aun cuando no fueron los mismos, se parecían en lo esencial: en que les venían impuestos desde fuera y en que no los supieron esquivar […]”. Eso escribía Carmen Martín Gaite en un artículo ya antiguo publicado en Triunfo (ahora en La búsqueda de interlocutor y otras búsquedas) asociando a Emma Bovary con una de las suicidas más célebres de Hollywood, Marilyn Monroe, nacida Norma Jeane.
Sinceramente, es preocupante que nuestra actual sociedad genere modelos femeninos que sigan estos patrones y no otros, los que invitan a las mujeres a avanzar contra viento y marea, como hizo por ejemplo la Colometa de Mercè Rodoreda o la intrépida pareja de Thelma y Louise. Y es una lástima que cine, televisión y publicidad nos empujen todavía hacia arquetipos más cercanos a las hermanas Bennet de Orgullo y prejuicio, a la desesperada caza de marido (véase si no los muchos programas estilo “Granjero busca esposa” o “Un príncipe para Corina”), que de una sargento Ripley o de una Joan Crawford en Johnny Guitar.
Es de suponer que algo se ha roto en la correa de transmisión de esta nueva idea de mujer que ya Simone de Beauvoir formuló en El segundo sexo, que libraba a las mujeres de su subordinación. Pensábamos que estábamos ya en el futuro de la condición femenina y andamos aún en el pleistoceno. Dejando de lado que cabe la posibilidad, como afirmaba Madame de Staël, que el amor sea la historia de la vida de las mujeres y tan sólo un episodio en la vida de los hombres, que en cuestiones amorosas la mujer regrese al regazo del siglo XIX, con los riesgos que ello conlleva, nos debiera preocupar. ¿O acaso nos imaginamos surcando las autopistas a lomos de jumentos? Ya hablaba Hannah Arendt de la falta de sincronía entre el progreso y la emancipación social.
Mª Ángeles Cabré, escritora y crítica literaria, acaba de publicar Leer y escribir en femenino(Barcelona, Editorial Aresta, 2013).
Comentarios
La felicito por su apoteósico artículo, en nombre de todas las mujeres ¡Gracias! Tenía razón Hannah Arendt en más de una cosa
Me alegro de que sea una mujer la que diga que lo que dicen las mujeres y lo que hacen dista mucho de ser lo mismo. Efectivamente, la mujeres se creen renovadas, "liberadas", cuando en realidad, y como prueban sus obras, siguen siendo igual que siempre, igual que hace cincuenta, cien años. Demuestran que no solo el amor es la historia de la vida de las mujeres, sino también la maternidad y la búsqueda de seguridad. Enfrentadas a la dureza - y soledad - que supone "empoderarse" muchas han desviado su camino hacia lo que hicieron sus madres y abuelas. Y muchas de las que no lo han hecho a tiempo se arrepienten de ello...
Por favor, no hablen "en nombre de todas las mujeres".
Me ha gustado mucho el artículo, que dice verdades como puños. Pero aunque sea anecdótico, he de señalar que hay dos nombres mal escritos: François Hollande, con e al final y Ségolène Royal, sin e.
Lo que sigue vigente, por definición, no es "pasado". A lo mejor lo que sucede es que una minoría se ha apresurado en llamar "presente" a lo que no eran más que esporádicos brotes de moda más acordes, eso sí, con sus particulares preferencias. Tal vez la naturaleza humana (femenina o no) sea algo demasiado sólido y complejo para cambiar al dictado de algo tan inevitablemente simplón como las ideologías. No sé, tal vez.
Pues yo creo que es más sencillo que todo eso.Creo que hay mujeres de todo tipo, entre las que se encuentran las que se dejan arrastrar por el amor y las que no. Y lo mismo con los hombres.Pero es que es así y no hay nada de malo. Cada uno es como es y no entiendo esa incomprensible obsesión del feminismo de estereotipar el comportamiento de la gente y de tratar de dictar cuál debe ser el comportamiento de las mujeres. Qué pasa ¿que las mujeres son libres siempre y cuando hagan lo que el feminismo ordene? Pues eso no es libertad ni nada que se le parezca.
Creo que la liberación de la mujer llegará cuando cada una pueda hacer lo que le de la gana sin que haya otra que la juzgue o minusvalore por tomar determinada decisión.http://areaestudiantis.com
El sexo siempre ha movido al mundo y lo seguirá haciendo. Imagino que tanto la mujer, como el hombre moderno/a, saben que si no existe complacencia mutua, en ese, u otros asuntos, la separación dialogada y responsable se impone, sin que eso conduzca hacia dramas, o histerismos.
pues yo veo que la Trierweiller ha reaccionado como le dotaba el corazón, y le ha podido a su parte cerebral. Es más simple que lo que indica el artículo. Puede que los asuntos amorosos tengan más compromiso y afecto desde un lado hacia al otro que viceversa, y en ese caso, el más afectuoso result más herido cuando hay tempestad. Hollande acudió a refocilarse pronto, mientras que Valérie Trierweiller parece que ha descubierto los atavares de su marido por la prensa: ¡Un show!
Me parece un tanto facíl criticar de esta manera. De sentirse como un trapo porque la pareja que amas y en quien confiabas resulta que te estaba poniendo una cornamenta que no pasas por las puertas, no estan inmunes ni hombres ni mujeres. Y encima con escarnio público incluido. Habría que ver como reaccionaba la periodista que escribe el artículo. No se porque ahora las mujeres debemos comportarnos siempre como heroinas imperterritas para que no nos llamen histéricas. Que empiecen ellos a ser todos heroes, y luego lo seré yo.
Completamente de acuerdo con PAC y con Una que pasaba por aquí. Dicho lo cual, una frase simpática: las mujeres y los gatos hacen lo que les place. Los hombres y los perros deberían relajarse y acostumbrarse a esa idea. Robert. A. Heinlein
Es decir, que no solo tienes que aguantar que tu pareja te ponga los cuernos a la vista de todo el planeta, sino que además se escriben artículos criticándote por tu reacción "poco del siglo XXI".La única reacción posible hacia la señora Trierweiler me parece la del respeto y la solidaridad. ¿Que debería haberle importado un bledo? Probablemente, pero vivimos en una cultura tan machista que es casi imposible tener esa confianza. Tampoco es justo hacer leña del árbol caído.
Este artículo demuestra q el feminismo está superado y alejado de la realidad mientras se lamenta de q las féminas no hacen lo q este movimiento "tan moderno" pretendería q hicieran, no, hacen lo q les parece mejor o lo q les dice su corazón, su útero o lo q sea q rige en cada momento. ¿culpa del patriarcado?, ¿condición humana?.
NO ES TAN FÁCIL. Me ha gustado el artículo, porque es cierto seguimos reproduciendo mitos que están tan compenetrados en nuestro inconsciente. no es fácil re-significar tantos cambios y este es el iceberg de la cuestión. Llevo un tiempo leyendo sobre el amor romántico y el amor libre. me he leído varios textos de Simone de Beauvoir en su relación amorosa, donde había un acuerdo explicito de otro tipo de pareja, y no fue fácil para ella, ver la invitada y la despedida, ademas de las cartas con su otro amante... no es tan fácil superar estos mitos de poseer, cuando de por medio hay un proyecto común explicito y se rompe unilateral mente, con mentiras, engaños y manipuleos. Eso duele. Es verdad que nadie es santo, y es la cotidianidad lo que nos hace y confronta con nuestro ser. Hoy me conformo en no ver a la otra como mi enemiga y al otro como el diablo. Duele cuando te crees un proyecto, lo cierto es que cambia, todo cambia y debemos elaborar el duelo y reconocer lo que se acabo y vislumbrar lo nuevo que renace. Somos sentipensamientos. Me harta el feminismo que radicaliza cuestiones complejas y ya sabemos que los cambios culturales no son fáciles... Convivimos cotidianamente entre lo nuevo y lo viejo, más con tanto neomachista enmascarado.
En definitiva: ¿que Valerie Trierweiler es una histérica? Pues vale… Que fuerte que sea una mujer que se precie de feminista a ultranza que diga esto. Si las propias mujeres conservan y fomentan estos estereotipos, vamos listas, chicas!. Cuando un hombre está dolido porque le ponen los cachos y se deprime, es un sensible y todos le hemos de tener compasión. Si lo hace una mujer… ¿es una histérica? Buf! eso sí que es casposo. Estar dolido porque te ponen los cachos, enterarte por la prensa, y que lo sepa TODO EL MUNDO (literalmente el mundo entero), no lo encuentro descabellado…Lo que encuentro más descabellado es que una feminista como se autoproclama la articulista ensalce el comportamiento de Anne Sinclair por encima del de Trierweiler, diciendo que aguantó “bien” el tipo al quedarse al lado del marido infiel (y que lo fue en más de una ocasión) y darle la manita en los juicios, mostrándose afligida y comprensiva (que puestos a criticar, no quedaba demasiado digno, que digamos, y no era demasiado "Ripley", tampoco). Y aunque acabara dejando al marido infiel, también lo ha hecho Trierweiler con el suyo después de su período depre.
Sorprendente artículo que desarrolla un tópico detrás de otro para en realidad no aclarar bien cuál es la propuesta o el deseo de la autora. El tema es inabarcable porque cada relación humana de pareja es única. Esto no va por siglos ni por feminismos o machismos. Es la especie humana que busca la felicidad y que -a veces- la busca haciendo daño y sin sensibilidad para quien sale perjudicado. No se puede decretar que "el día 1 de enero de 2001" ya vamos todos a ser muy libres por decreto y no nos van a doler las traiciones, desamparos o abandonos porque ha llegado el "siglo de los muy modernos".
Si las mujeres están en el pleistoceno es porque los hombres también actúan como si allí estuvieran.Los hombres siguen actuando como cuando andaban en cuatro patas, tratando de inseminar a cuanta hembra pueda, es su condición genética para preservar la especie. Y la mujer al ser inseminada, trata de conservar al macho para que la acompañe a cuidar la cría. Hoy ninguna mujer necesita sustento para mantener y cuidar a sus hijos ni de ellas, solo necesita al hombre para realizar su amor, pero éste sigue actuando como rey de la manada sin poder aún llegar a entender el Poder del amor, que sí lo hizo la mujer en su evolución. Señora redactora, en estas épocas tan modernas ¿el respeto hacia una persona con la que se mantiene un relación amorosa, de familia etc, no debe existir? ¿es antiguo y poco evolucionado hablar con la pareja sobre lo que pasa sentimentalmente entre ellos y si es necesario avisar a tiempo? no, claro, Ud ha sido criada en una sociedad y cultura tan machista que permite y apoya las conductas retrógradas de los hombres pero enjuicia a las mujeres por sufrir ese comportamiento.Las mujeres están en el siglo XXI y el error fue que creyeron que el hombre las acompañó en el cambio, pero no, se quedaron en los mediados del oscurantismo faltando el respeto básico a otro ser humano (que además les ha dado contención, hijos, etc) solo respetando códigos machistas que además, Ud. avala.
Coincido con muchas de las premisas: es muy difícil aceptar realidades de palacios y primeras damas en el siglo XXI... Pero me duele la crueldad con la víctima. Y me siento muy cansada de que enarbolen la bandera del feminismo personas que, como el patriarcado, ponen en valor la indolencia y la falta de expresión emocional. Me sorprende el desconocimiento sobre el funcionamiento del cerebro humano que trasluce el artículo y también me sorprende que las trampas del neoliberalismo salvaje en relación a las relaciones humanas hayan calado tan profundamente entre supuestos progresistas. Lean a Bauman .Dedicar tiempo y espacio a procesar el dolor no es productivo a nivel económico, aunque sea imprescindible para la evolución de la psique y para emprender el camino de la verdadera liberación. Prefiero comprender a la señora Trierweiller... No creo que ser feminista signifique que no deba importarte que te pongan los cuernos. Creo en la pareja igualitaria. Y me quedo con la madurez y el compromiso antes que con extrañas propuestas de parejas abiertas y "poliamor" que, en el actual contexto cultural, no suelen resultar sanas ni funcionales.
pero es que se te olvida que somos humanas ? que sentimos no importa cuan emancipada estemos? que nos enamoramos con las mismas hormonas que se enamoran las que no estan empacidas aun? Que aunque estemos emancipadas nos duelen las perrerias que los hombres, por la razon que quieras, aun le hacen a las mujeres? No vernos como humanas es un error.
yo ,la reaccion de la sra. Trierweiler no me la he creido nunca. Creo que se ingresó para hacerse la víctima y causarle a la imagen pública de Hollande más daño. No me creo que una mujer de hoy ,nacida y "crecida"en una sociedad como la francesa , se colapse emocionalmente porque su compañero mantiene una relacion con otra persona, más si tenemos en cuenta que su propia relación se creó en una situación idéntica.
Mujeres que no se entregan no pueden esperar hombres que se entreguen. Así de fácil. Y la corriente imperante es enseñar a las mujeres a no entregarse. ¿De qué nos quejamos, pues?
No entiendo cual es el objeto de este articulo. Tampoco veo cual es la relación entre infidelidad o aceptación de la misma dentro de la pareja y feminismo o igualdad entre géneros. Me considero una mujer que mira a mi pareja a los ojos de igual a igual y tengo la convicción de que él hace lo mismo, sin embargo serle infiel no entra dentro de mi agenda y realmente me sentiría destrozada si él lo llegara a hacer. Esto por el simple hecho de que lo que tenemos es RESPETO mutuo y confianza. Una infidelidad no entra dentro de ninguno de esos parametros. Hoy en dia si nada se repara, ni siquiera las relaciones, simplemente se sustituyen por otras nuevas, tal y como hariamos con el movil o el ordenador. Me parece de una tristeza y bajeza moral supinas. Gracias por "iluminarnos" el camino a todas las mujeres. Ahora ya podemos dormir feministas y tranquilas
Abajo el amor y arrriiibaaaaa las minifaldas!!!Pero que dramáticos se ponen algún@s...
Monika, tocaya, pero qué bien se ha expresado Vd. Sublime estocada a la articulista, mis respetos.
@Sonia: No has planteado mal del todo el tema. ¿Te has dado cuenta entonces que cuando un hombre se casa o se compromete a una relación estable renuncia a lo que más desea ("inseminar a cuanta hembra pueda") mientras que la mujer obtiene lo que más desea ("que la acompañe a cuidar la cría")? ¿Qué tal si reconiéseis por vuestra parte las renuncias que lleva cabo el hombre? Y no te engañes, la mujer sigue buscando lo mismo por mucho que sea independiente. En su afán protector, siempre va a contemplar la posibilidad de no ser capaz en algún momento de cuidar a su cría y tendrá un plan B para esa eventualidad...
Desde luego el tema de la infidelidad se está poniendo de moda, no para practicarla sino para comentar y ver que no todos la admiten o la practican, ni todos la dejan de lado, lo cual demuestra que sigue existiendo desde la sombra... porque todos la deseamos.http://goo.gl/ssxrWQ
Por suerte las mujeres evolucionamos, ya no dependemos de los hombres para mantenernos, ni nuestra meta en la vida es conseguir una pareja para criar a nuestros hijos, ni somos histéricas, ni nos guiamos siempre por las emociones, ni somos robots, nos casamos cuando queremos, tenemos hijos si queremos, no buscamos el poder por principio, podemos decir no, podemos decir si, sabemos que el valor de una persona no esta en su físico exterior, yo creo que la liberación consiste en no tener un modelo que seguir si no seguir nuestro propio modelo, no tenemos porque ceñirnos a un supuesto papel de hace 20 mil años. Hay hombres que nunca evolucionarán y se autoimponen modelos marcados fuera o supuestamente de hace 20 mil años. En 20 mil años han pasado muchas cosas....
Qué cinismo, por favor.Que te engañen a vista de todos y te rompan la vida tiene que dejarte indiferente, que es lo guay? Sufrir por la traición que supone el engaño está desfasado y no es guay??De qué váis? Es que nunca os han puesto los cuernos? Si uno no está preparado para una relación seria, que se dedique al donjuanismo toda la vida si quiere, pero que no haga creer a sus parejas que va de otra cosa. El que es un cabrito debería dejarlo bien claro, llevarlo en la frente, así los demás se atendrían a las consecuencias de iniciar una relación con él. Punto pelota.No vengáis ahora con lo de que sufrir por amor está demodé.Cínicos.
Hombres y mujeres queramos o no estamos caminando juntos desde que empezó el mundo, y seguimos porque juntos nos reproducimos.En un aparte está lo que culturalmente se nos ha impuesto a la fuerza desde aspectos de mística fraudulenta, un poco trastocada por sacar tajada y provecho.Pintando a la mujer como la culpable que con la manzana en la mano nos hundió en la miseria.Inventando culpables.Y separando iguales, hombres y mujeres por como traen los hijos al mundo, siendo personas todos y todas.Iguales.Culturalmente se apartó a la mujer y se le aparta desde conceptos añejos y medievales, desde conceptos de contaminación supuesta.Si nacemos todos de igual forma.Y luego alabamos al Dios creador, pero al mirarnos en la tierra nos separamos en personas de primera y personas de segunda.Tapadas, o contaminantes.Las cabezas.De mucha gente obtusa, añeja y pasada de rosca.cerrados los ojos por una fanática obcecación de superioridades de unas personas sobre otras a la hora de caminar juntos.Desde los tiempos de la prehistoria o antes incluso.Personas machos o hembras.Niñas y Niños.
Querid@s:Deciros que por mi parte, estoy hasta el horizonte de tanta guerrilla de sexos. Os habéis preguntado alguna vez qué ocurre entre las parejas del mismo sexo que se enfrentan a una infidelidad?.Creéis que estas parejas no se resienten ante un engaño y/o abandono?. Acaso el sufrimiento, el dejarse llevar por sentimientos, tener reacciones viscerales son sólo exclusivas de la mujer? de parejas heterosexuales?. Acaso sólo el hombre es capaz de producir tales males cuando la perjudicada es su señora?Hay mujeres que ante el engaño de su esposa reaccionan de forma totalmente visceral y se comportan como la ex del Sr. Hollande...Hay hombres que engañados por sus maridos, también reaccionan igual...Y hay mujeres y hombres que no reaccionan, ni sienten ni padecen.Una pareja se compone de dos y por muy buena relación que haya entre ambos, alguno siempre puede dar un traspiés y no creo que haya que dramatizar sobre ello, siempre que no se exponga a aquel que no tiene culpa de nada a situaciones incómodas o humillantes.Cometer un fallo es de humanos. Exponer tus miserias o faltarle el respeto a tu pareja...también es de humanos, pero en este caso con agravante de estupidez intolerable.
Me parece vergonzoso y terrible que se considere que sufrir cuando te han hecho daño es arcaico o retrógrado. Estoy harta de leer a supuestas feministas que consideran que enamorarse, mostrar libremente emociones o sentimientos es un paso atrás para la mujer. ¿Nos olvidamos de que tenemos sentimientos? Al igual que se disfruta con las emociones que nos provocan felicidad, se sufre con la traición, el engaño o el desamor. Es lo natural, y pretender que no sea así es querer convertirnos en máquinas. No me parece mejor una mujer que se va con el primero que pilla por despecho que una que se ahoga en la pena incapaz de recuperarse. No todo el mundo se enfrenta al dolor igual, y eso no hace a nadie más ni menos moderno. Nunca dejaría que un hombre me dijera si puedo o no trabajar, por ejemplo, al igual que tampoco dejaría que ninguna mujer me diga cuando puedo llorar.
Hay ciertas conductas que se venden como progresistas y feministas y no son ni lo uno ni lo otro, sino que están dentro del neoliberalismo que desprecia a las personas. Recuerdo a aquella chica a la que su jefe la había convencido de que lo importante en la vida era trabajar y follar, naturalmente en beneficio de él mismo. La segunda parte de la historia se puede adivinar...
¿Cómo se pueden crear afectos y cuando las cosas, por lo que sea, se estropean, evitar los sentimientos. Es un camino seguro hacia la esquizofrenia.
Y resulta que la infidelidad es más común de lo que deseamos creer...
Más de treinta comentarios irritados y a cara de perro reprochando falta de corporativismo, empatia, resiliencia para justificar el eterno femenino. Válerie T., suplantó y por ende, ha sido suplantada. Punto. Si el Sr. FH no fuera presi de la République -de hecho muchos cuestionan el sexappeal del individuo en cuestión y más bien se decantan por la erótica del poder- sería un candidato oportuno a ser humillado, abandonado y olvidado por cualquier fémina común, corriente y moliente ... es lo que se desprende de muchos comentarios. El garçon se daría con un canto en los dientes y que le quiten lo bailao. Difícil encajar el "ahí te quedas" y sal de L´Elysée por puerta trasera y sin hacer ruido con lo propio porque las cortinas son de la République. El run-run que subyace en toda la perorata impostada de modernez -tan ñona y cateta como los -ismos a horcajadas en los que cabalga-, pretenden justificar el siglo de los milagros de género por entrever, argumentando que la troupe de plañideras histericas de frenopático no tienen cabida en la sociedad de lo politicamente correcto por muy poco correcto que haya sido el hecho reseñable de la infidelidad sobrevenida. La receta final es tan dolorosa como la enarbolada corona que ciñe tan gallarda cabeza ... maduren.!!!
Bravo Monika!
Qué lástima que no hayas leído La Regenta.
Las relaciones abiertas implican un riesgo muy elevado para la estabilidad de la pareja y pocas personas están dispuestas a asociarlo a su familia. Los adúlteros se evaden las consecuencias de sus actos escondiéndolos, por no herir al otro, por no romper la unidad familiar, para poder seguir haciéndolo.
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