¿Salto o asalto?
Operarios instalan alambres con cuchillas en la valla de Melilla. /ANTONIO RUIZ(EL PAÍS)
Salto
(Del latín, saltus)
1. m. Acción y efecto de saltar.
2. m. Lugar alto y proporcionado para saltar, o que no se puede pasar sino saltando.
3. m. Despeñadero muy profundo.
4. m. Caída de un caudal importante de agua, especialmente en una instalación industrial.
5. m. Espacio comprendido entre el punto de donde se salta y aquel a que se llega.
6. m. Tránsito de una cosa a otra, sin tocar los medios o alguno de ellos.
7. m. Omisión de una parte de un escrito, al leerlo o copiarlo.
8. m. Ascenso a puesto más alto que el inmediato superior.
9. m. Palpitación violenta del corazón.
10. m. Acción de lanzarse en paracaídas desde un avión, helicóptero, etc.
Asalto
(Del italianoassalto).
1. tr. Acometer impetuosamente una plaza o fortaleza para entrar en ella escalando las defensas.
2. tr. Acometer repentinamente y por sorpresa. La asaltaron los periodistas. Asaltaron dos veces el banco.
3. tr. Acometer, sobrevenir, ocurrir de pronto algo, como una enfermedad, la muerte, un pensamiento, etc.
Estas son las definiciones ofrecidas por la Real Academia Española. Los significados de una y otra palabra no tienen nada que ver entre ellas. Sin embargo, los medios de comunicación las utilizamos indistintamente cuando nos referimos a los intentos de la población inmigrante -de origen subsahariano casi siempre- para cruzar desde Marruecos la valla fronteriza que les separa de España.
Al mismo tiempo, hay otros que utilizan "saltar", como "Unos 450 inmigrantes intentan saltar la valla de Melilla" o "Decenas de inmigrantes entran en Melilla tras saltar la valla".
Y, ¿qué hacen las personas que quieren cruzar la valla? ¿La saltan? ¿O la asaltan? En realidad, parece que ambos verbos pueden utilizarse, pero "asaltar"esconde un juicio de valor. La palabra asaltar implica violencia, criminaliza una acción desesperada llevada a cabo por personas que prefieren dejarse la piel a jirones en las cuchillas de lo alto con tal de alcanzar la soñada Europa y tener una segunda oportunidad para escapar de la guerra, de la pobreza o de ambas cosas. Cuando hablamos de que nos asaltan, Europa se convierte en una inexpugnable fortaleza que oculta muy convenientemente una realidad que no se quiere ver. "La valla se salta, no se asalta. Asaltar lo hacen los militares y delincuentes, te asalta un ladrón para robarte", dice un ciudadano anónimo al que pregunto al azar. "Asaltas cuando vas armado", opina otro.
Cuando decimos que nos asaltan, parece que habláramos de una ejército de maleantes con ametralladoras dispuestos a acabar con todo lo que encuentra a su paso. "Preferimos pensar en que nos están asaltando -posición víctima- haciéndonos los tontos, que pensar en problemas a los que ni afrontamos ni damos solución -quizá porque no sabemos-. ¿Quizá porque nos daríamos cuenta de que en algunas cosas somos verdugos?", reflexiona Mikel Araguas, de la ONG Andalucía Acoge.
Se dice que los medios que utilizan el término 'asalto' lo hacen a propósito, buscando esas connotaciones concretas. Sin embargo, es fácil comprobar cómo muchas vecesel mismo periódico suele utilizar ambos términos en diferentes fechas. A veces es mala idea, a veces es falta de atención.
Mientras debatimos si saltan o asaltan,el problema de fondo sigue sin solucionarse. "Nos olvidamos de cómo y por qué empezó esta danza macabra de saltos y asaltos; de qué fue primero, de quién y cómo comenzó este éxodo", asegura Araguas. "Y mientras, nos olvidamos de pedir responsabilidades y soluciones en unas elecciones europeas que están a la vuelta de la esquina y que ninguno de nosotros estamos haciendo caso".
Más información: Así cortan las cuchillas de Melilla (Fotogalería).
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.