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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Foster pedalea por los aires

Anatxu Zabalbeascoa

Imagen cedida por Foster+Partners

En 2007, el entonces alcalde de Londres, Ken Livingston, consiguió que el Tour de Francia arrancara en su ciudad para cruzar luego el Canal de la Mancha. El político laborista era un consumado defensor de la bicicleta como medio de transporte urbano. Sin duda Red Ken, como era conocido, hizo mucho por retirar los coches del centro de la capital británica y por llenar las calles de ciclistas que obtienen su dosis diaria de ejercicio físico al tiempo que llegan hasta el trabajo sin contaminar. El caso es que, en parte como resultado de tanto apoyo público, el número de ciclistas aumentó en las calles de Londres y, con él, el número de accidentes.

En 2013, 14 ciclistas perdieron la vida atropellados en las calles de esa ciudad y Norman Foster, otro británico que se reconoce como “apasionado ciclista”, decidió hacer algo. Así, presentó su red de vías elevadas: 220 kilómetros de pasarelas que recorren la ciudad y su extrarradio con una capacidad de acoger más de 12.000 ciclistas por hora.

Aunque el proyecto original nació de un estudiante de la escuela St. Martins –según cuenta Oliver Wainwright en The Guardian-, el autor del metro de Bilbao lo desarrolló junto a los paisajistas de Exterior Architecture y lo presentó hace unos días con el apoyo de la Transport Authority y de la compañía nacional de ferrocarriles, cuyas vías trazan el sendero sobre el que circularían los ciclistas aéreos. ¿Se trata de un proyecto visionario o de una iniciativa que no toca con los pies en el suelo?

A Foster, y al resto de profesionales implicados en el diseño, hay que agradecerles la actitud inconformista que les lleva a buscar soluciones para problemas reales. Es de aplaudir la visión de atreverse a abordar soluciones inesperadas. Entre otros razonamientos, ellos alegan que el aire sobre las pasarelas será mejor que en las carreteras, que esos senderos elevados serán más seguros y que no entorpecerán el tráfico de coches. Y es justamente ahí donde podría estar el principal problema. Puede que el ciclismo en los espacios urbanos deba plantearse más como una sustitución que como una convivencia. Sin embargo, la falta de convivencia en una vía de circulación como la que proponen –hecha solo para ciclistas- aumentará la velocidad de los desplazamientos y, es de suponer, su peligro frente a caídas, pinchazos e imprevistos. Aunque se den comportamientos incívicos en conductores, ciclistas y peatones, está comprobado que la mejor vía para el ciclismo en la ciudad es la de la convivencia. Por donde circulan ciclistas (por toda la ciudad) uno debería conducir con cautela. La misma que deberían tener los ciclistas con los peatones, que a su vez deberían ser cuidadosos. Así, como elemento civilizador, la propuesta de Foster demuestra tener más confianza en la suma que en la reparación, más en el individualismo que en la convivencia. Pero más allá de las razones sociales están las económicas. ¿Cómo subir hasta las vías elevadas? El equipo de Foster ha previsto 200 entradas equipadas con plataformas hidráulicas para acceder a los senderos para ciclistas. Es fácil imaginar cuánto pueden dispararse los coste. Aunque los arquitectos argumentan que su proyecto es más económico que pavimentar nuevas carreteras y construir túneles, mucho más económico resulta pintar una línea en la carretera y sustituir coches por bicis.

Es loable que proyectistas con la vida y la carrera profesional solucionadas no den sus aportaciones por acabadas y se apasionen por ideas que podrían cambiar las ciudades y el mundo. Es importante, sin embargo, medir los costes (de todo tipo) de semejantes transformaciones antes de decidir si se trata de cambios reales o de parches que, paradójicamente, distraen, y por lo tanto evitan, esos cambios necesarios.

Comentarios

Foster pedalea por las nubes. Eso lo presenta un estudiante de arquitectura como proyecto fin de carrera y le ponen una nariz de payaso.
Puedo imaginarme un botellón diario organizado en un carril bici como el de la foto, y las consecuencias para los ciclistas; no pienso sólo en cristales rotos y pinchazos sino en violencia y otras experiencias desagradables. Los carriles bici exclusivos en entornos urbanos pueden llegar ser lugares infernales. Dudo de que Norman Forster los haya usado mucho.
Jose y Todobajada excelente analisis. Proyecto megalomaniaco para un carrer bici???? Sabe este tio lo que es la economia de medios y el principio de "proporcionalidad"?Que los arquitectos estrella se estrellen ya de una vez....Con sus filarmonicos y demas "bulevares".
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