"Las mujeres están tan capacitadas o más que los hombres para el ajedrez"
-Nunca pensé que hubiera buenos ajedrecistas entre las mujeres… Siempre lo creí un juego masculino.
-Pues no es así. Hay muchas con la categoría de gran maestro, sobre todo en la Unión Soviética. Lo que pasa es que pocas llegan a los títulos mundiales.
-¿Por qué?
-(…) No es lo mismo jugar algunas partidas que un torneo o un campeonato mundial: esto exige esfuerzo continuado, concentración extrema y gran estabilidad emocional. A las mujeres, que suelen estar sometidas a altibajos biológicos, mantener esa estabilidad uniforme durante las semanas o meses que dura una competición de alto nivel les cuesta más. Factores como la maternidad, o los ciclos menstruales, pueden romper el equilibrio imprescindible de una prueba extrema de ajedrez. Por eso pocas llegan a tal nivel
-¿Y tú estás de acuerdo?
-Un poco. Sí.
-¿También Irina piensa lo mismo?
-No, en absoluto. Sostiene que no hay ninguna diferencia.
-¿Y tu hijo?
-Está de acuerdo con ella. Dice que es cuestión de actitudes y costumbres. Cree que las cosas cambiarán mucho en los próximos años, en ajedrez como en todo lo demás… Que están cambiando ya, con la revolución de los jóvenes, la Luna al alcance de la mano, la música, la política y todo eso.
El tango de la guardia vieja. Arturo Pérez-Reverte
El debate sobre por qué las mujeres jugamos peor al ajedrez está más que presente ya no sólo en el tablero de juego o en el área de la investigación científica, sino también en la literatura. Tanto es así que, al leer las palabras de la novela de Pérez-Reverte, empezamos a indagar en búsqueda de respuestas que quizás no sean las que calmen toda la inquietud que a muchas mujeres puede suscitarnos.
Leontxo García es periodista, experto en ajedrez y autor del libro Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas. Se encuentra en México, donde es el comentarista en directo para el público e Internet del Torneo Memorial Carlos Torreen su vigésimo quinta edición. Además, aprovecha la oportunidad para presentar su libro en la edición mexicana. Y hasta él llegamos, a pesar de la distancia, con sed de respuestas y empezando con algo sencillo y a su vez complicado. ¿Cómo definirías con una palabra a un buen jugador de ajedrez? Después de pensarlo unos segundos y de reconocer que es algo “dificilísimo”, responde: luchador. ¿Y una mujer? Leontxo, esta vez sí, responde de inmediato: luchadora.
Y continúa cuando se le pregunta por su afirmación de por qué las mujeres juegan peor al ajedrez que los hombres… “Partimos de la base de que es un hecho que, hablando en general, las mujeres juegan peor que los hombres porque, en este momento, entre los 100 mejores del mundo sólo hay una mujer. Hasta la irrupción de las famosas hermanas Polgár, entre los 500 mejores del mundo no había ninguna mujer”. Pero lo cierto es que quien empieza a indagar por el número de mujeres y hombres, se da cuenta de que el número de mujeres que juegan al ajedrez es bastante inferior que en cualquier otro deporte.
“Entonces había algo que yo intuía que era el camino del misterio, el camino de la verdad. Muchos maestros de escuela que habían elegido el ajedrez como herramienta pedagógica en diversos países del mundo, y que por tanto no se conocen entre sí, me decían todos lo mismo casi con las mismas palabras: hasta la pubertad la diferencia entre niños y niñas tanto en cuanto a interés por el ajedrez como en fuerza de juego es muy pequeña. En cambio, cuando llega la pubertad la mayoría de las niñas huyen despavoridas y la mayoría de los niños siguen jugando". Esto agrandaba aún más el misterio.
Para profundizar más en este tema, Leontxo García tomó como referencia para su obra las investigaciones deLouann Brizendine,quien ha escrito dos libros relacionados con el cerebro. Se trata deEl cerebro femeninoyEl cerebro masculino. “Ella no habla absolutamente para nada de ajedrez. Pero de lo que ella dice yo saco una conclusión: cuando llega la pubertad el cerebro de los niños se llena de testosterona y eso los hace muy competitivos- Estamos generalizando, obviamente no todos los niños y todas las niñas son iguales, pero en general, los niños se marcan un objetivo muy importante para ellos: ser mejores en algo. En cambio, a la misma edad, el cerebro de las niñas se llena de progesterona y eso las incita prioritariamente a ampliar sus redes sociales, sus contactos humanos, pero no suelen estar especialmente interesadas a esa edad en ser las mejores en algo”.
Estas reflexiones nos conducen a pensar que, como en la música o en la política, la participación femenina en el ajedrez podría no tratarse únicamente de ciencia, sino también de oportunidades. ¿En algún momento, con la ayuda de los hombres, de la sociedad en general, podrá haber más mujeres y jugar tan bien como los hombres? “En principio lo considero posible. Cuando llega la edad universitaria, muchas mujeres sí se vuelven competitivas, pero ya es tarde para el alto rendimiento deportivo en ajedrez (aparte de que están muy ocupadas con sus estudios). Mi conclusión provisional es que las mujeres están tan capacitadas o más que los hombres para jugar bien al ajedrez pero, dejando aparte factores educativos y sociales, en la edad crítica les interesan más otras cosas.
Nos faltaría por aclarar si el factor hormonal es definitivo o no. Un argumento para pensar que no es definitivo es el de las hermanas Polgár. Las hermanas Polgár son húngaras. Nunca fueron al colegio, excepto para los exámenes, porque sus padres, ambos pedagogos, decidieron hacer un experimento con ellas con dos objetivos: 1) demostrar que los genios no nacen genios sino que se hacen con el trabajo y 2) demostrar que las mujeres pueden jugar al ajedrez tan bien como los hombres. Para ello las educaron en casa con el ajedrez como asignatura. Los resultados son "muy impresionantes y muy positivos tanto desde el punto de vista del ajedrez como desde el punto de vista humano”.
Las hermanas Polgár, según Leontxo García, son “la gran revolución”, así habla de ellas en el capítulo dos de su libro y cuenta con detalle la proeza de tal experimento. “Esto indicaría que, si en el entorno de una niña desde que es muy pequeña el ajedrez forma parte natural de ella, pues entonces sí puede llegar a un rendimiento igual al de los hombres”.
Pero también es cierto que todo lo que cuenta Leontxo está muy ligado a lo que conocemos hasta ahora del cerebro humano, “que más bien es poco”. Y continúa: “Los neurólogos dicen que los próximos 10 o 15 años probablemente va a haber un enorme progreso en ese conocimiento. Digo esto porque aún no sabemos hasta qué punto tiene mucho sentido, o poco, o ninguno la teoría de los hemisferios cerebrales según la cual los hombres tenemos más desarrollado uno de los hemisferios y las mujeres precisamente el contrario. Lo cual querría decir, si eso es cierto, que los hombres estamos más dotados para algunas actividades y las mujeres más para otras. Cuando sepamos lo suficiente del cerebro humano, sí podremos determinar que las cualidades necesarias para jugar bien al ajedrez dependen más de un hemisferio que de otro. Ahí tendríamos una explicación bastante clara. Pero todo esto, ahora mismo, está un poco en nebulosa… porque no se puede afirmar categóricamente casi nada”.
Sobre la educación de género, Louann Brizendine afirma, enEl cerebro femenino, que “la naturaleza, ciertamente, es la que interviene con más fuerza para lanzar comportamientos específicamente sexuales, pero la experiencia, la práctica y la interacción con las demás personas puede modificar las neuronas y el cableado cerebral. Si uno quiere tocar el piano, tiene que practicar. Cada vez que practicas, tu cerebro asigna más neuronas a esa actividad, hasta que finalmente has creado nuevos circuitos entre esas neuronas de modo que, cuando te sientas en el banco, tocar es ya una segunda naturaleza”. Y añade: “Los científicos siguen sin saber exactamente hasta qué punto puede reformarse el cerebro que nos dio la naturaleza. Va contra la naturaleza de la intuición, pero algunos estudios muestran que los cerebro del hombre y la mujer tienen distinta susceptibilidad genética a las influencias ambientales”.
Llegados a este punto, una de las palabras que puede aparecer con fuerza podría ser la palabra “inteligencia”. ¿Son los jugadores de ajedrez, mujeres y hombres, más inteligentes? El periodista, en su libro, es de los que defienden que “ambos sexos nacen con el mismo potencial intelectual, pero diversas circunstancias socioculturales van marcando diferencias desde la niñez, que se acrecientan en la edad adulta; por tanto, la escasez de mujeres que se dediquen profesionalmente a los citados ámbitos se debe a las tendencias sociales –o, directamente, a la discriminación sexual- imperantes en muchos países”.
Pero añade otra pregunta: “¿Cuánto es genético y cuánto es adquirido? Esa es otra de las grandes incógnitas con mayúsculas, no sólo aplicable al ajedrez, sino también a todo. Se ha descubierto en varios estudios que hay sensibles diferencias entre ambos cerebros. No solamente en que los ajedrecistas utilizamos parte del cerebro que otras personas utilizan mucho menos que nosotros. Sino que también lo más sorprendente para mí es que los ajedrecistas desarrollamos una especie de habilidad especial que nos permite reducir al funcionamiento mínimo imprescindible, la parte del cerebro que se encarga de las cuestiones básicas, como respirar o mantener el equilibrio cuando te mueves” para concentrar la mayor parte de la energía en lo que hacen: jugar al ajedrez.
A pesar de que hay menos mujeres que juegan al ajedrez, existe una discriminación positiva en cuanto a la participación: “Las mujeres pueden elegir entre torneos femeninos o mixtos, siempre que acrediten la categoría mínima que puede exigirse para participar en cualquier competición, pero los hombres no pueden jugar en torneos de mujeres”, aclara Leontxo García en su libro. E ilustra esta afirmación con el ejemplo de lo que ocurrió en España a finales del siglo XX, “cuando el Defensor del Pueblo, instado por eurodiputados socialistas, sostenía que las mujeres estaban discriminadas en el ajedrez. El asunto tuvo eco periodístico, y se puso muy serio. Tanto, que la Federación Española de Ajedrez (FEDA) emitió esta circular, en la que explica que las competiciones femeninas desaparecerán desde 2002”.
Las jugadoras femeninas pronto se opusieron. Como escribe el periodista, “Julia Codina, de 13 años, era una de las promesas del ajedrez femenino español. Y firmaba esta opinión: eliminar las pruebas femeninas sería ahogar a una minoría. Al igual que Luxemburgo, por ejemplo, no podrá tener nunca tantas atletas de élite como Francia, las mujeres ajedrecistas tienen posibilidades remotas de ocupar los primeros puestos. Eso provocará una desmotivación general. Lo que va a desaparecer no es sólo el ajedrez femenino, sino la mujer ajedrecista”.
Imágenes: las tres hermanas Polgár: Susan, Judit y Sofia, de Chessdom: Polgár Chess Festival 2012. Y Leontxo García, por Cristóbal Manuel
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