Verde sobre mi cabeza
Por Pilar Sampietro
Llevo años soñando con una ciudad en la que poder aprovisionarme de comida fresca. En el camino de vuelta a casa pasaría por el huerto de la esquina y valoraría si ya es el momento de llevarme a la cazuela esa calabaza que he visto crecer, con permiso de los vecinos, claro. O levantaría la vista para comprobar cómo se asoman las grandes matas de habas en el terrado de nuestro edificio, mecidas por el viento. Parecía una utopía más hasta que un día me topé con la propuesta urbana y rural de Grow in Pallet.
Su objetivo es convertir los terrados de Barcelona en huertos y vergeles donde cultivar, compartir experiencias hortícolas, recoger agua de lluvia y comerse el resultado. La ciudad se convertiría en la primera en aplicar la filosofía Metro 0, algo así como cultivar las hortalizas donde las consumes. Se han organizado como cooperativa social, formando a personas en riesgo de exclusión para que construyan las mesas de cultivo con pallets y las adapten al lugar, cuiden del huerto, asesoren a los clientes y vecinos y hasta se ocupen de recoger los alimentos que están en su punto. Cuando llegues a casa tendrás la cesta en la puerta, preparada para entrar en tus fogones.
Ya tienen su huerto en la terraza un restaurante, una comunidad de vecinos, el balcón de un bloguero gastronómico, una residencia de ancianos, una cooperativa de consumo y una guardería. ¿Por qué no seguir? Alguien me dijo que hace un tiempo los responsables municipales estudiaron la posibilidad de los huertos en las terrazas. Falló el presupuesto y el miedo a la fragilidad de los edificios, pero ahora los materiales y las técnicas no pesan tanto.
Y si no, hagamos que los huertos y los jardines sean móviles y se paseen sobre nuestras cabezas mientras nos trasladamos en autobús.
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