El orden de las palabras
Críticas al desorden sintáctico de algunos titulares y frases que se prestan a interpretaciones confusas y entorpecen claramente su comprensión
Escribir bien no consiste únicamente en no cometer faltas de ortografía. Con esta reflexión concluye su carta un lector, Fernando Gómez Manzaneque. En un mensaje que titula El orden de las cosas,enumera una serie de titulares y subtítulos donde se instala la ambigüedad y el doble sentido debido a la deficiente organización de sus elementos. “Parece que no se cuida adecuadamente la sintaxis a la hora de redactar titulares de noticias y las cosas que se narran cambian mucho de significado según cómo estén redactadas”, alerta.
Recojo algunos de los ejemplos que suministra de la lectura del diario en los últimos meses.
El primer ejemplo que presenta es este titular de portada en el digital: Ikea retira un anuncio sobre una pareja de lesbianas en Rusia. La noticia relata que la empresa no publicó un anuncio en la edición rusa de su revista por miedo a quebrantar la ley contra la “propaganda homosexual”. Y el lector se pregunta: “¿Era un anuncio protagonizado por dos lesbianas rusas? ¡¡Nooo!!”. En el interior lo cuentan como Dios manda: “Ikea retira un artículo publicitario sobre lesbianas de la edición rusa de su revista”. Hubiera bastado con titularlo Ikea retira en Rusia un anuncio sobre una pareja de lesbianas.
Otro titular de la portada digital que difiere del que encabeza la noticia fue La vacuna de la tuberculosis española es segura en humanos. Y prosigue sus preguntas: “¿Hay una tuberculosis endémica de España? ¡Nooo! Luego dentro se relata acertadamente. La vacuna española de la tuberculosis supera las primeras pruebas de seguridad”.
Un subtítulo que merece su pertinente reproche es: Crece el malestar social en la población de Turquía por las intromisiones en la vida privada del Gobierno islamista. Y tras leerlo, se interroga: “¿Qué hay de morboso en la vida privada del Gobierno turco? ¡¡Nada!! En realidad es que crece el malestar social en Turquía por las intromisiones del Gobierno en la vida privada”.
Su documentado mensaje prosigue con otros casos de otros medios. Por ejemplo, Las mujeres españolas cobran bastante menos que los hombres por su sexo, frase que no sabemos con certeza si alude a las condiciones en el mercado laboral o en el más concreto de la prostitución. O Buscan al asesino de la niña en las cámaras de Santiago. “¿Estará el asesino escondido en unas cámaras de la catedral de Santiago o en realidad buscan en las grabaciones de las cámaras de seguridad al asesino?”, comenta. Pero que su muestrario alcance a otros medios no ha de servir de excusa para aquellos de los que es responsable este diario.
Azorín defendía que la noticia debe ser como un limpio cristal
No es el único lector atento a ello. Carlos Pascual remitió la semana pasada sus consideraciones sobre este titular en una, por otra parte, elaborada crónica de una confusión en una maternidad: Un hospital de Málaga entrega un recién nacido equivocado a una madre. Y comentaba: “¡Menos mal que a pesar de estar equivocado (el recién nacido) fue entregado a una madre, porque podría haber sido peor”. El lector proponía su propia solución para evitar sugerir que un bebé esté en un error: “Un hospital de Málaga se equivoca al entregar un recién nacido”.
Este desorden sintáctico que entorpece y confunde la comprensión de la frase se llama anfibología y lo define la Real Academia como “doble sentido, vicio de la palabra, cláusula o manera de hablar a que puede darse más de una interpretación”. También admite que pueda usarse intencionadamente con fines humorísticos. Groucho Marx fue un maestro en el aprovechamiento cómico de este recurso. Todos los manuales citan aquella frase del capitán Spaulding: “Una vez le disparé a un elefante en pijama. Lo que nunca sabré es cómo hizo para meterse en mi pijama”. Sin embargo, en la titulación de un diario, en la inmensa mayoría de los casos, no hay ninguna intención jocosa, simplemente se produce por una falta de atención.
No se trata de un problema inédito. Columbia Journalism Review reseña periódicamente titulares de la prensa estadounidense con este problema. Álex Grijelmo, en su libro El estilo del periodista enumera varios ejemplos nacidos tanto en este diario como en otros medios. En periodismo las frases informativas solamente pueden significar una cosa, escribe, y lamenta las muchas tropelías sintácticas que se cometen desatendiendo el orden de las palabras. En el lenguaje, “el orden de los factores altera muchísimas veces el producto”, escribe.
Grijelmo me remitió varios ejemplos de este problema citados por él en distintas ediciones del mencionado libro. Escojo dos.
El primero demuestra que la colocación de las palabras influye en el mal entendimiento de frases tan sencillas como: “Primera muestra de seres venenosos del Ayuntamiento”, a propósito de una exposición de serpientes organizada por un municipio. El otro convierte a Pedro Almodóvar en un virus letal: “Isabel Coixet termina en Canadá el rodaje de My life without me, un drama sobre una joven con una enfermedad incurable que produce Pedro Almodóvar”.
Azorín hizo una descripción del problema y publicó su receta, bien simple, para remediarlo. “Pues bien, muchas veces he tenido que redactar una noticia y me he visto en grande aprieto. La noticia ha de ser breve, clara y exacta. Dos escollos peligrosos tiene el noticiero. Dos escollos ha de sortear con destreza, como sortea el nauta las sirtes: la anfibología y la batología. Dicho queda en culto. Pero dicho queda de modo técnico y preciso. La anfibología es la confusión y la impropiedad. La batología es la repetición y el escribir prolijo. Como un breve y limpio cristal ha de ser la noticia”.
Dejando a un lado la insistencia del autor en la brevedad, está claro que lo exigible es la claridad y la limpieza.
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