Cuando Busta te disgusta
La campaña de Bustamante para unos caramelos plantea cierto debate sobre el abuso de las drogas entre los creativos publicitarios
Estaba yo contento porque por fin tenía una buena noticia que darles. Un poco por ustedes, y un mucho por mí, para que no me acusen de criticón, me disponía a hablar de un nuevo maridaje de famoso + comida que me había sorprendido gratamente: el de Fernando Alonso y el aceite Castillo de Canena. No es que el piloto haya hecho gran cosa -ceder su nombre y, ejem, diseñar una botella del extra virgen Primer Día de Cosecha-, pero el líquido en cuestión es tan delicioso que obra el milagro de que el asturiano te caiga simpático.
Es todo una operación de márketing, lo sé, pero el envase no es feo y el producto ganaría carreras, por lo que quería alabarlo como una alianza comercial inteligente. El problema es que una vez más, la actualidad se impone, y debo dedicar este espacio a algo que se sitúa en las antípodas de la inteligencia: la campaña de David Bustamante para pastillas Juanola.
Los gourmets de la cultura basura me dirán que de actualidad nada, porque la acción comenzó hace un par de meses, pero yo la he descubierto ahora y estos delitos no prescriben así como así. El lema de la misma, que plantea cierto debate sobre el abuso de las drogas entre los creativos publicitarios, es el siguiente: A Busta le gusta. ¿Y qué le gusta a Busta? Pues las Juanolas Própolis, que “suavizan y protegen” su garganta castigada por tantos gorgoritos.
El bustasitio web no tiene desperdicio. Allí aprendemos que el cantante es contratenor, y que tiene “una deformación en las cuerdas vocales” que le permite “37 semitonos en la voz”. “El do sostenido me sale con facilidad, tengo esa suerte”, afirma. También dice que le gustan las voces femeninas “como la de Pastora Soler, con un vibrator marcado” (primera noticia de que esta chica canta usando un ídem). Si contestas a cuatro preguntas sobre David, incluso puedes recibir una preciosa foto suya dedicada, a la que deberás mirar con gafas de sol para que su dentadura reflectante no destruya tus córneas.
No tengo nada contra Busta, ni mucho menos contra sus abdominales. Si la campaña fuera potable, le habría aplaudido como a Alonso. Pero el cántabro se está convirtiendo en el estandarte de la publicidad más rancia, y al anuncio de la Lotería me remito. ¿Por qué Juanola, una marca entrañable con más de 100 años que produce unas pastillas de regaliz semimágicas, no se vende a sí misma con mayor dignidad? Es lo que nos preguntamos sus fans, mientras dudamos si comprar otra cajita o pasarnos entre lágrimas a las Ricola.
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