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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Coches eléctricos sin enchufes

A falta de apoyo público, la industria echa el freno y vuelve a apostar por los híbridos

MARCOS BALFAGÓN

El coche eléctrico parecía ser la apuesta de futuro para un transporte más limpio, pero ese futuro no acaba de llegar por falta de enchufes.

La Comisión Europea se había propuesto que en 2020 se pudiera viajar desde Algeciras a Helsinki en coche eléctrico sin temor a quedarse colgado con la batería descargada. Ahora la Comisión y los Estados miembros libran un pulso, la primera para que los países asuman un compromiso, y estos para dejarlo al albur de lo que cada uno buenamente pueda. Lo que puede suponer el frenazo de la muerte, porque no está nada claro que el coche eléctrico prospere sin ayudas públicas, tanto a la compra como a la creación de una red eficiente de recarga.

Aunque el consumo del motor eléctrico sale mucho más barato —algunas marcas aseguran que con un euro se pueden recorrer 100 kilómetros— tiene poca autonomía. Y para que los consumidores se animen a comprarlo hay que asegurarles una red que garantice la recarga de las baterías. No va a ser fácil recorrer el largo trecho que va desde los 1.356 puntos que existen ahora mismo en el territorio de la Unión Europea y el objetivo de llegar a 82.000 en 2020.

Como en tantas otras cosas, también aquí los desarrollos se realizan a diferentes velocidades. En Noruega, por ejemplo, la red de recarga es lo suficientemente tupida como para que el coche más vendido el pasado año haya sido un modelo eléctrico. En España, en cambio, apenas se matricularon 437 automóviles, frente a 662.000 de gasolina.

Sin apoyo público y con dificultades objetivas en el mercado, la industria del automóvil ha echado el freno y vuelve a apostar por los coches híbridos —electricidad y gasolina— que reducen la contaminación, pero no tanto como el eléctrico. Los Estados deberían poner las luces largas para mirar a mayor distancia.

Aunque el objetivo de este programa es reducir la emisión de gases de efecto invernadero, Europa no debe olvidar que el 90% del transporte se mueve con combustible fósil y que el 84,3% es importado. El petróleo va a ser cada vez más escaso, por agotamiento de las reservas conocidas, y conforme aumente la demanda de los países emergentes, cada vez más caro.

Cuanto antes nos movamos con energías limpias, mejor.

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