¿Sigue siendo necesaria la ayuda al desarrollo?
Refugiadas sirias en Líbano. ©UNHCR/M.Hofer.
Ayer hablábamos en @3500M de la posibilidad cierta de poner fin a la pobreza extrema a lo largo de las dos próximas décadas. Uno de los ingredientes que ha destacado hasta ahora en este complejo cóctel político, científico y financiero es el de la ayuda al desarrollo. Las transferencias económicas de los países más ricos a los más pobres han constituido hasta ahora un mecanismo torpe pero tangible de redistribución global de la riqueza: de acuerdo con las cifras del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, la ayuda internacional se elevó en 2012 a unos 130.000 millones de dólares, después de haber rozado el máximo histórico de 140.000 en 2010.
La paradoja es que, a medida que esta cifra iba creciendo a lo largo de la última década, la relevancia de la ayuda en la financiación de los países en desarrollo no ha hecho más que caer. El gráfico adjunto muestra la evolución comparada de algunas de las partidas más relevantes de este debate, en el que destacan de manera clara las transferencias de los emigrantes a sus países de origen, conocidas como remesas. Si considerásemos los recursos nacionales, el panorama sería aún menos claro, como demuestra el caso de la salud global: un reciente trabajo publicado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (@ISGlobalorg) señala que 94 de cada 100 euros gastados por los países en desarrollo en este campo provinieron de sus propios recursos y no de la ayuda internacional.
Si esto es cierto, ¿para qué necesitamos la ayuda? ¿No sería más útil y menos engorroso estimular las vías alternativas? No es eso lo que piensan los analistas del CAD, cuyo informe anual se presenta esta misma semana. En uno de los capítulos adelantados al público, el investigador Jon Lomøy sugiere una ayuda más ‘inteligente’ -no más escasa- que aborde cinco retos fundamentales del siglo XXI:
a) Cubrir los costes asociados al cambio climático: las negociaciones del Clima han estimado en 100.000 millones de dólares anuales y adicionales los costes de hacer frente a la mitigación de las emisiones contaminantes y a la adaptación de las comunidades y países más vulnerables. Hoy no llegamos ni a 20.000 millones. El tifón Haiyan es un recordatorio trágico y reciente de un reto que en su versión menos espectacular destruye cosechas, eleva los precios de los alimentos y provoca el desplazamiento lento de millones de seres humanos.
b) Atender las necesidades de los llamados ‘Estados frágiles’: regiones enteras del planeta como el Cuerno de África, Sahel o Asia Central viven marcadas por el conflicto y la fragilidad. La ayuda internacional constituye en muchas ocasiones el único soporte de una población que en 2015 podría soportar la mitad de toda la pobreza extrema del planeta.
c) Equilibrar la inversión social con la inversión económica: todos entendemos la importancia de sostener los programas de educación y salud, pero este enfoque ha provocado durante las dos últimas décadas la descapitalización de sectores productivos claves como la agricultura de los países pobres, en la que nos jugamos el futuro de la sostenibilidad alimentaria del planeta.
d) Socorrer a los ‘huérfanos’ de la ayuda: nueve de los países más pobres del mundo (Bangladesh, Burkina Faso, Gambia, Guinea Conakry, Madagascar, Malawi, Nepal, Níger y Togo) reciben menos ayuda de la que necesitan de acuerdo a su población, sus niveles de pobreza y el desempeño de sus instituciones.
e) Destapar nuevas fuentes de financiación: como señalábamos en la entrada de ayer, una de las funciones más importantes que puede cumplir la ayuda es encontrar recursos en otro lado. En Colombia, por ejemplo, una capacitación técnica valorada en 15.000 dólares permitió incrementar en un 76% la eficacia recaudatoria del país con respecto a las empresas multinacionales, generando 170 dólares en impuestos por cada dólar invertido en ayuda.
Cada uno de estos elementos justifica el sostenimiento de una ayuda sustancial y predecible. Como hemos repetido en este blog en numerosas ocasiones, los argumentos éticos se funden con los prácticos de un modo que no hemos conocido hasta ahora, lo que hace aún más inexplicable el profundo deterioro de los presupuestos de la Cooperación Española. De ello hablaremos en una próxima entrada de esta serie.
(Esta entrada es parte de una serie que @3500M está publicando a lo largo de esta semana con motivo del lanzamiento delinforme del CAD. El jueves estaremos en Londres en la presentación pública de este trabajo y contaremos en directo sus novedades. Puedenseguir el debate en directoa partir de las 8pm de España).
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