La independencia

Dicen los expertos que la esperada independencia de Escocia no tiene nada que ver con la esperada independencia de Cataluña. Los neófitos en la materia, pero sí con sentido común, comprobamos que son un ejemplo, los escoceses, de cómo se tienen que hacer las cosas.

Empezando porque han hecho el Libro Blanco, es decir, un libro donde se recogen las mil preguntas que todo ciudadano se haría ante semejante disyuntiva, así como las respuestas de todas y cada una de ellas. Son 650 preguntas contestadas y profundizan especialmente en temas como: moneda, Monarquía, finanzas, Europa, bienestar social, Fuerzas Armadas, armamento, educación, diplomacia, ciudadanía, televisión, servicios de correos, comunicaciones, impuestos, energía, etcétera. De esta forma, cualquiera se puede hacer una idea de lo que te están proponiendo.

El ministro principal de Escocia no busca la independencia como un fin en sí mismo, sino como un medio para cambiar Escocia y que sus habitantes puedan vivir mejor. Hasta aquí, un poco más de lo mismo que preconiza nuestro president. Este proyecto lo presenta el Gobierno escocés 10 meses antes del referéndum. La pregunta será clara y diáfana, ¿debería ser Escocia un país independiente?

Aquí en Cataluña aún no está clara la —o las— pregunta(s), ni con qué trámites se tiene que plantear, y ni por asomo se les ha ocurrido presentar el Libro Blanco con un número significativo de preguntas y respuestas para saber a qué atenernos.

Por cierto, Escocia pretende continuar con la libra, la reina y la UE. ¿Nosotros, continuaremos con el euro, el Rey (o familia real) y la UE? Señores políticos, créanme, informen por escrito de lo que representará para los catalanes ser o no ser independientes, ventajas e inconvenientes, y así tendremos más claro si hemos de votar a favor o en contra.— José A. Casanovas Tomás.