_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Por favor

Este luminoso Gobierno es capaz de ver luz al final de túneles donde los demás solo ven oscuridad

Jorge M. Reverte

Las cosas hay que pedirlas por favor. Es una enseñanza de antes. Desconozco si la pedagogía que se practica en la actualidad en los colegios públicos y concertados incluye esa máxima tan útil y civilizada. En los colegios privados, sobre todo en los regentados por religiosos, se puede enseñar a los niños incluso que existe Dios y que eso se demuestra por la fe. Pero no sé si lo de por favor.

Y eso es lo que quiere el ministro del Interior, Jorge Fernández, que ha impulsado una ley, que pronto nos va a atañer, por la que ni se podrá insultar a un policía en acto de servicio ni se podrá hacer un escrache a un político cuyas acciones sean contestables.

A mí todo esto me suena. Me suena mucho. Como me suenan otras ideas que ha tenido el ministro de Justicia sobre el aborto. Me recuerdan viejos tiempos, que son siempre hermosos, claro.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Este luminoso Gobierno que es capaz de ver luz al final de túneles donde los demás solo ven oscuridad, se ha armado con herramientas muy poderosas para que se acabe con prácticas que horrorizan a cualquier obispo de Granada, por ejemplo. Es natural ir a acosar a las mujeres y los médicos que han practicado abortos legales, pero no lo es regañar al ministro que quiere hacer, a su vez, un escrache monumental al útero de las españolas.

Y de los policías, qué decir. Si a uno le dan un porrazo que le parece injustificado, tiene que reaccionar con una frase tal que “por favor, señor agente, ¿podría dejar de tirarme pelotas de goma al ojo?”. Porque, si no, se le pone en 30.000 euros la broma.

Le quedan flecos a la ley, como el de regular la sanción si el escrache es a favor o si el poli insulta primero.

Pero hemos empezado bien. Por favor.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_