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Columna
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Encuestas

La viabilidad futura del PSOE depende de la unidad de su mensaje político y territorial. También de un liderazgo fuerte y seductor

Jorge M. Reverte

Hace apenas dos años, en noviembre de 2011, que el Partido Popular llegó al poder aupado por una contundente mayoría absoluta de españoles que confiaban en su capacidad para mejorar las cosas, que ya estaban bastante mal por entonces. Puede ser que los ciudadanos les dieran su voto sin necesidad de creerles, sin que les hiciera falta ponderar las cosas que decían que iban a hacer.

 Eso, si es que fuera así, y parece que es así, indicaría que la derecha política tuvo una credibilidad mayor que la izquierda a la hora de convencer a los votantes de que ellos podrían atender a los asuntos relacionados con la crisis económica mucho mejor que sus contrincantes.

Y ese va a ser el principal problema del PP para mantenerse en el poder. No el incumplimiento de su programa, sino su incapacidad para mejorar la situación. Y el desempleo es el más poderoso indicador de que todo va muy mal, políticas sociales aparte. La encuesta del CIS, la más fiable de las que se hacen en España desde hace muchos años, marca un descenso drástico en la intención de voto para el PP, desde las últimas elecciones hasta ahora, que es evidentemente achacable a ese desastroso comportamiento de la economía.

El PSOE no remonta, aunque no baje o baje poco, porque aún no han conseguido credibilidad

Al otro lado, los socialistas no levantan cabeza. La mueven de un lado a otro y dicen en voz queda que hay mucha cocina. Pero los que saben de encuestas no alzan la voz en absoluto. Y es que el PSOE no remonta, aunque no baje o baje poco, porque aún no han conseguido credibilidad. La gente les cree en cosas importantes, como que ataquen menos las pensiones y despidan a un menor número de funcionarios. Pero no piensa todavía que sean capaces de mejorar la situación de la economía. Por no hablar de la política, lugar en que el asunto catalán, por ejemplo, les tiene casi incapacitados para exhibir un discurso convincente. Y volviendo a las encuestas, la que les podría dar ánimos, la realizada por la Fundación Sistema, no se la creen ni sus artífices. Es una encuesta placebo que lleva, además, un mensaje político de muy difícil asimilación: la izquierda puede ganar. Que se lo cuenten a Llamazares y Cayo Lara.

La Conferencia Política del PSOE, que finaliza hoy, debería suponer para sus organizadores el punto de inflexión de esta tendencia en la que el PSOE desempeña el papel de perdedor desde hace tiempo.

Y es posible que su fiabilidad futura, la capacidad de hacer que la gente vuelva a creer en el PSOE, dependa no de sus propuestas económicas de gobierno, sino de su estabilidad interna, de la unidad de su mensaje político y territorial, de la creación de un liderazgo fuerte y algo seductor.

O sea, que les queda trabajo por hacer. El PP ha perdido mucha de su credibilidad. El PSOE no ha mejorado la suya. Por mucho que la revista Sistema intente levantarles el ánimo.

Las encuestas buenas, a tanta distancia de las próximas elecciones, son bastante engañosas. Las mal hechas son como drogas euforizantes que dan dolor de cabeza al día siguiente.

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