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Merkel, canciller también en casa

Joachim Sauer bromea con el poder de su esposa pero se niega a hablar de ella La jefa del Gobierno dio las gracias a su esposo tras las últimas elecciones “por lo que tiene que aguantar”

Angela Merkel, con su marido en las última elecciones.
Angela Merkel, con su marido en las última elecciones.FABRIZIO BENSCH (REUTERS)

Que al profesor Joachim Sauer le incomoda verse confundido con herr Merkel es cosa tan sabida como la pasión por la montaña que disfruta con su esposa Angela Merkel. El matrimonio ha compartido algunos largos paseos por el Tirol italiano con el célebre alpinista Reinhold Messner, que estos días reveló a la Vanity Fair italiana un secreto de las cumbres: cuando bromea, a Sauer le gusta tratar a su esposa de canciller o incluso de señora canciller. Ella casi nunca se refiere en público a su marido.

Merkel rompió esa costumbre cuando compareció ante sus simpatizantes en la tarde electoral del día 22, animada quizá por otra situación anómala: en ese momento del escrutinio, sus democristianos parecían tener la mayoría absoluta en el Parlamento, cosa nunca vista desde tiempos de Konrad Adenauer. Entre coros de “Angie, Angie”, la jefa del Gobierno alemán dio las gracias al partido, a sus colaboradores y, gran novedad, también a su “marido, que está ahí al margen, por todo lo que tiene que aguantar”. Sabiendo que copaba decenas de millones de pantallas televisivas, el catedrático sonrió con azoro. A sus 64 años está más que acostumbrado a hablar en público ante sus estudiantes de Química Cuántica en la Universidad Humboldt de Berlín. Pero rehúye los focos.

El recato espontáneo del profesor Sauer se convirtió en el leitmotiv de la tarde para Merkel, preocupada de que su arrolladora victoria, al final sin mayoría absoluta, se celebrara como una goleada. Tras hablar de “responsabilidad y prudencia”, Merkel le arrebató un banderín con los colores alemanes al secretario general de la CDU, Hermann Gröhe, junto a ella en el escenario. Con gesto severo pidió a sus acompañantes que evitaran ese tipo de ostentaciones futboleras en su victoria. Sauer se había retirado del escenario.

Acababa de llegar la Universidad de Berkeley, en California, donde impartió clases durante cinco semanas. Sauer es una autoridad en su campo desde tiempos de la República Democrática Alemana (RDA). Tiene dos hijos de un matrimonio previo, Daniel y Adrian, ambos nacidos antes de 1975. También dos nietos. Merkel no tiene ninguno, aunque la nacida Angela Kasner estuvo casada con el también estudiante de Fisica Ulrich Merkel, hasta 1982. Gerd Langguth, ilustre biógrafo de Merkel recién fallecido, no descartaba que el final de los matrimonios previos de Merkel y Sauer se viera precipitado por su encuentro, a principios de los 80, en la Academia de las Ciencias de la extinta RDA. La pareja no se casó hasta 1998, después de años de convivencia y cuando ella ya era secretaria general de la Unión demócrata Cristiana.

Entre sus estudiantes del centro de Berlin-Adlershof, Sauer cuenta como un profesor riguroso y concentrado. No le gusta que le hablen de su esposa en la Universidad ni en la calle. Ha charlado con el Papa, ha pateado Berlín con Michelle Obama y ha asado chuletas en la barbacoa de George W. Bush. Su esposa es “la mujer más poderosa del mundo”, según las célebres listas de la revista Forbes. Cuando le preguntaron hace poco “consulta a su marido” cuestiones políticas, Merkel puso una sonrisa de guasa: “A veces dice cosas por iniciativa propia”. La revista Bunte le dedicó un colorido reportaje donde se asegura que tiene “el Premio Nobel peligrosamente cerca”. A lo mejor entonces accede a dar alguna entrevista o a hablar un poco con los medios, que ahora evita como la peste.

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