Crueldad con los enfermos

Mi madre se encuentra postrada en una cama tras sufrir un ictus. Tiene 82 años, la mitad derecha de su cuerpo paralizado y no puede pronunciar palabra. Está enganchada a una sonda PEG por donde se le suministra la alimentación y tiene una escara en el sacro. Nos han denegado un hospital de cuidados permanentes. Todavía no hemos cobrado la dependencia (a pesar de tener un grado 3) y ahora, para colmo, nos dicen que su centro de salud pone pegas para suministrar el oxígeno que necesita para respirar. El neurólogo se empeñó en colocarle la sonda al estómago “porque era una crueldad dejarla morir de hambre” y “esta sonda era una maravilla”. ¿No es más cruel dejarla sufrir de esta manera y dejarla que se ahogue?— María Teresa Muñoz Muñoz.