_
_
_
_
Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

¿Puede un edificio ayudar a curar?

Anatxu Zabalbeascoa

En lugar de ocultar, hacer visible. Ahora que ya nadie llama manicomios a los centros psiquiátricos, el arquitecto Javier Gallardo ha querido atreverse a destacar su presencia en lugar de ocultarla. Gallardo habla de recuperar la hospitalidad encerrada en el origen de la palabra hospital. Para integrar algo, o a alguien, hay que hacerlo visible. De ahí su decisión de llevar el color rojo (en cubiertas y fachada) al nuevo centro de tratamiento psiquiátrico para jóvenes que ha levantado en Camino del Abejar, a las afueras de Zaragoza.

Este inmueble, un “módulo para el tratamiento de jóvenes con discapacidades conductuales” -rezaba el concurso-, está unido al resto de las instalaciones médicas del Centro Neuropsiquiátrico Nuestra Señora del Carmen y, sin embargo, parece aislado. Esa paradoja obedece a que la conexión entre este anexo y el hospital es subterránea. Gallardo explica que, por las características de su tratamiento y por su tipo de patología, era necesario aislar a los jóvenes del resto de los pacientes. Sin embargo, era también fundamental unir el nuevo edificio al resto de las instalaciones para facilitar el trabajo de médicos, enfermeras y personal de servicio. Para solucionar ese doble condicionante nació la idea de la conexión oculta, subterránea. El resto de este edificio fue una decisión del arquitecto destinada a potenciar la identidad del nuevo centro.

Sobre el suelo, el pabellón asume el riesgo de una elección: un único material, un concepto, un único color. La cubierta, con dientes de sierra, recuerda la imagen básica de la casa que dibujaría un niño, sin embargo, a la vez dibuja un gráfico del grado de actividad mental de los internos que allí se alojan. Así, por la altura de la cubierta se puede ubicar, e identificar, al tipo de paciente que se encuentra en cada estancia. Los cuidadores y los médicos ocupan las zonas con cubierta plana.

Este primer edificio, de 10 dormitorios individuales y 8 dobles con aseos, tiene dos salas de estar y un comedor común y está recubierto de chapa de zinc pintado de rojo tanto en la fachada como en la cubierta. Si el llamativo exterior ubica, el interior blanco, trata de serenar. Y las vistas despejadas contribuyen a ese objetivo. En una segunda fase, está previsto ampliar el nuevo edificio con un módulo para talleres ocupacionales para los mismos jóvenes con la mente en fuga. ¿De qué color y con qué forma identificarán los pacientes y los arquitectos el trabajo y la zona donde uno empieza a salir de su cabeza?

 



Comentarios

...lo tendremos que comprobar...
siendo un pabellón para pacientes psiquiátricos no parece que el rojo sea el color más adecuado, quizás tonos más amables y formas más puntiagudas ayudaran a aliviar sintomas y mentes. un pasillo largo, sin capacidad de distinguir una puerta de otra... creo que una vez mas el arquitecto se deja llevar por la foto y la imagen mas que por la verdadera necesidad de unos usuarios.
También podría servir como cárcel para arquitectos
Iba a decir lo mismo de holahola. Anda que hacer un manicomio que parece la casa de Lucifer...
Muy de acuerdo con los anteriores comentarios. Esta arquitecta desprende falta de tacto e inhumanidad hacia los pacientes, reduciéndose por desgracia, a modas de la estética actual con un vacío de idea interior que tiende a lo experimental... Y eso en un centro psiquiátrico no es ni sano ni ético.
Sin duda es llamativo el diseño del edificio, pero lo cierto es que si la construcción y estética interna debe ser "serena" de cara a los usuarios del mismo, debido a su patología, considero que también debe serlo la externa. Según se dice, el arquitecto quería "integrar" y "hacer visible" y entiendo que, sin duda, lo hace visible, pero colaborar en la integración es otra cosa que no precisa necesariamente impactar o llamar la atención, si no facilitar su entrada en la sociedad y quizás esas formas y colores estridentes no facilite despojar al edificio, y a la actividad que alberga, de ciertas connotaciones negativas.
Parece que hay mucha gente aquí que conoce las reacciones que van a tener los jovenes con discapacidades conductuales para los que está concebido el centro. Espero que no se están dejando llevar por sus prejuicios e ignorancia sobre gente discapacitada y que sean buenos conocedores del tema en cuestión porque, si no, sus críticas son tan baratas como el papel higiénico y sirven para lo mismo.
Manuel Madrid, que eso es la casa del demonio. Mira lo que pintó uno que pasó por allí:http://www.artwaves.org.uk/artwork_detail.php?id=163
Casi todos los problemas de este mundo vienen por la sobrepoblacion .
El color nos gusta, nos ha acompañado siempre, de hecho, que las esculturas griegas se exhiban completamente blancas es un error de apreciación del renacimiento. Éstas se concibieron llenas de color, pero los pigmentos no soportaron el paso del tiempo. A mi me gusta el edificio, moderno y racionalista y creo que cualquiera que vaya a estar encerrado mucho tiempo apreciará estas instalaciones y sobre todo las zonas ajardinadas. Por cierto! Que ya podrían extenderlo al resto de hospitales. Para hacer más llevaderas las largas estancias. En tal caso, el edificio desde luego curaría.
Estimulante reinterpretación de la actividad mental humana en una linea de cornisa.... una pena no ver más imagenes interiores y planos para ver la relación interior-exterior del edificio...http://cajondearquitecto.com/
Hay que estar muy loco para hacer un edificio así. Se trata de curar no de agravar su estado. Pobres pacientes y pobres profesionales que tengan que tratar con ellos. ¿Como diseñaría este arquitecto una leprosería? ¿con pintura que se cae a cachos?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_