Connaisseur connait (el que sabe, sabe)

Nos sentamos en una terraza de Blockhauss, el barrio donde tiene su primera residencia Alassane Ouattara, presidente de la nación marfileña desde 2011*. Un carro de combate del ejército de la nueva república marfileña, los FRCI, pasa pertrechado con su lanzacohetes, el efecto marcial de los uniformes de camuflaje algo deslucido por las alpargatas de los soldados. Al lado, en el maquis, Arafat, el rey del coupé decalé, hace temblar las paredes.

Comemos poulet piqué (pinchitos de pollo) regado con vino tinto sin nombre. Dagauh, el anfitrión, entona un "Ici la bière est Bock, point" mientras se sirve su cerveza. La Bock recibe el apodo de Drogba en honor al capitán del equipo de fútbol del país, al que Mourinho quiere repescar para el Chelsea. En competencia directa con las drogba, las Number One, cervezas de gran calibre también que se promocionan con un refrán del país: "connaisseur connait, gaou passe". Son las favoritas de Edu, un corredor de seguros trajeado que celebra sus 24 agostos esta noche.

La comida callejera en Abiyán es todo un arte.

La comida callejera en Abiyán es todo un arte. Desde el despelleje a la cartera del allocódromo de Cocody, amenizado por un señor armado con una guitarra y donde los chiquillos intentan venderte pañuelos, cerillas o cigarros, hasta los pequeños puestos de alloco, mazorcas de maíz asadas y buñuelos y los asaderos de salchichas, pescado o pollo en Attoban, Angré o Yopougon. La capital marfileña huele a gasolina, banana frita, maíz asado, basura, pescado, fogatas y selva, pero sobre todo, a comida.

Para los puristas, las salsas representan a la auténtica comida marfileña, siempre en compañía del fufú (pasta de banana), el futú (pasta de banana y mandioca), el attieké (especie de cuscús) o el arroz, pero la calle pertenece a los puestos callejeros de comida rápida a la brasa. Entre las salsas destacan la sauce graine (de palma), la sauce claire (con diferentes legumbres y verduras), la salsa de maní y la sauce gombo, pero las variedades son infinitas, como las posibilidades de la carne o el pescado al que acompañan. La caza o la viande de brousse adquiere un nuevo significado aquí, lejos de los cotos europeos. En lugar de antílopes o jabalíes, se puede probar la carne especiada de agutíes, erizos, serpientes, monos, pangolines o ratas de bosque.

El verbo favorito de los marfileños debe ser bouffer (o ponerse las botas). El ritual de bouffer comienza por compartir un bol con agua jabonosa que se pasa de mano en mano para lavarse. A continuación llega la fuente con el pescado o el pollo a la brasa, adornada con una porción de ensalada y el picante aparte. En el mejor de los casos. En el peor, la pimienta impregna hasta el aire que barre los manteles de plástico y la calle. Las bolsitas de attieké llegan a continuación y se rasgan en un plato común y los dedos se hunden rápidamente para crear el bocado perfecto: carne o pescado más ensalada más picante que se une al attieké en una bola. Sólo se utiliza para comer la mano derecha.

Bouffer no es bouffer si no se acompaña también de causer. Causer significa conversar y los marfileños aman faire la causerie, conocer al otro, preguntar por las circunstancias de su vida, discutir con la misma pasión de comida que de música o incluso política, aunque la gente sea algo más tímida a la hora de expresarse políticamente a estas alturas. Bouffer es un verbo muy francés, como francesa es la obsesión por comer todo lo que se mueva que posee a los marfileños.

Caracoles, comestibles como casi todo en Costa de Marfil

* Alassane Dramane Ouattara no es parte del vecindario desde principios de la crisis marfileña, en 2002, y ahora vive cerca del Hotel du Golf, donde sufrió la última crisis (2010-2011). El palacio presidencial, en Cocody, fue arrasado por los bombardeos franceses para desalojar a su antecesor, Laurent Gbagbo. Ouattara compró su casa en Blockhauss en los noventa, cuando era un jovencísimo primer ministro impuesto por el FMI a Houphouet-Boigny.