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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Música sudafricana para endulzar la 'mandelamanía'

Hay sobredosis de Mandela. Pero es que el personaje lo vale y su edad (95 años) y su delicadísimo estado de salud hicieron prever y temer un final de sus días tan rápido, que se disparó la fiebre del mandelismo. Pero el niño xhosa, nacido Rolihlahla y rebautizado Nelson por su primera maestra no da la batalla vital por perdida. En cualquier caso su trayectoria es tan rica y tan decisiva en la historia mundial que artistas de todos los palos se han marcado ritmos en su nombre. Desde aquí, proponemos acompañar con música sudafricana los lugares más emblemáticos para Rolihlahla Nelson Mandela, primer presidente negro y democrático de Sudáfrica, Premio Nobel de la Paz en 1993 y un auténtico icono global.

Quizá para entrar en el personaje, para los despistados u ajenos aún a él, es mejor el tráiler de Long walk to freedom, la película basada en las memorias homónimas que Mandela empezó a escribir en su largo cautiverio en Robben Island, a mediados de los 70, animado por su amigo Walter Sisulu.

La película se estrena el próximo 28 de noviembre en Sudáfrica y se debería complementar con Winnie Mandela, la producción de 2011 sobre la vida de su segunda mujer que se estrenará en otoño, a quien desde la prisión consideraba el amor de su vida pero de la que se divorció tras obtener la libertad, cansado de su desprecio e indiferencia conyugal y sus aventuras extramatrimoniales, aunque nunca ha hablado mal de ella en público.

Hechas las presentaciones, entremos en materia. Mandela nació un 18 de julio de 1918 en Mvezo, una pequeña aldea en el antiguo Transkei, hoy provincia del Eastern Cape, con sinuosas colinas y aireado con los vientos procedentes del cercano océano Pacífico. Sin embargo, Madiba, como se le conoce por su nombre del clan xhosa, siempre tuvo especial cariño hacia la pequeña Qunu, donde pasó su infancia antes de trasladarse a la ciudad a educarse. Por eso, para esta primera etapa, mejor música en las lenguas bantú, las negras de la mayoría de la población. La añorada Miriam Makeba, autora de los míticos Pata pata, xhosa como Mandela y que vivió en propias carnes el odio racial que le obligaron a exiliarse, tiene esta canción en su lengua paterna, porque en la cultura africana el padre es el transmisor de la lengua. En The click song hace alarde de oclusivas.

Menos conocidos y de una generación más joven que Madiba son Dorothy Masuka, el saxofonista Kippie Morolong Moeketsi y el pianista Chris McGregor.

A pesar de todas las prohibiciones y discriminaciones contra los no-blancos, el régimen de Pretoria autorizó universidades, como la de Fort Hare, en la que se formaron los negros, como Mandela y otros futuros compañeros de la lucha por los derechos humanos. Sirva para ilustrar el ritmo africano de los Ladysmith Black Mambazo, que en los 80 cruzarían fronteras de la mano de Paul Simon y su Greaceland.

En este campus, el joven Nelson entró en contacto con la política, la consciencia del racismo, se graduó en Derecho y perfeccionó su inglés. Es una época de aprender de todo y de todos, como cuenta en sus gruesas memorias, por lo que la propuesta musical ya es en inglés.

La particularidad es que el intérprete es Koos Kombuis, un blanco afrikáner, que en 1997 escribió este Madiba bay. A pesar de todo, Mandela siempre se refirió a los afrikáners como un gran pueblo e incluso animó a los negros a aprender el idioma y a olvidar que eran los creadores del Estado racista.

La llegada a Johannesburgo fue esencial en la vida de Mandela. En los 40, ya era una cosmopolita capital y polo de atracción de campesinos de todo el país. En esta ciudad se enamoró de Evelyn y Winnie, con las que tuvo seis hijos, aunque sólo sobreviven tres mujeres. Aquí también abrió junto a Oliver R. Tambo el primer bufete de abogados negros y fue su “nacimiento como luchador por la libertad”, como el propio Nelson explica. Por la política y la libertad dejó en un segundo plano su vida familiar y sus obligaciones como padre.

Para esta etapa, se ajusta Johnny Clegg, británico de nacimiento pero con raíces en África, conocido como el Blanco zulú, hizo bailar a Mandela con su Asimbonanga.

Mandela residió primero en la Séptima Avenida de Alexandra y luego en la calle Vilakazi de Soweto, los guetos donde el régimen aislaba a la población negra, lo suficientemente lejos de los barrios acomodados de blancos pero al mismo tiempo cerca para que fueran a trabajar sin demasiados problemas. En ambos barrios se conservan las casas y forman parte del patrimonio nacional, aunque la más conocida es la 8115 en Orlando West de Soweto y en la que formó su "hogar" con Winnie. La casa es hoy un museo y está la misma calle en que también vivió otro Premio Nobel, el arzobispo emérito de Ciudad del Cabo, Desmond Tutu.

Aunque Mandela no se presenta como un hombre especialmente religioso, el Soweto Gospel Choir puede ser la banda sonora de las iglesias de aquella época.

Pero como este recorrido por la música local no tiene pretensión ni enciclopédica ni cronológica, aquí va la propuesta de un dj de 37 años de Durban, Black Coffee, sonidos electrónicos para una época de lucha.

La vida en Soweto terminó hasta que llegaron las detenciones y los juicios, primero el llamado de laTraición, que se celebró en 1958 en la Vieja Sinagoga de Pretoria de la calle Kruger. La sentencia fue absolutoria pero poco después el régimen ilegalizó el Congreso Nacional Africano (ANC) y obligó a sus militantes a pasar a la clandestinidad. Mandela se escondió en granjas, como la de Liliesleaf, entonces en las afueras de Johannesburgo, donde se hizo pasar por David Motsamayi, un mozo de cuadra.

Fueron tiempos especialmente duros, como los que Zulu boy retrata en sus canciones raperas.

La policía tuvo noticias de que la granja era una tapadera del ANC y en una rápida operación descabezó el partido y envió a la cúpula al famoso juicio de Rivonia, en 1963-64 por el que él y otros 27 militantes acabaron condenados y donde pronuncia su famoso discurso en el que justifica su apuesta por la lucha armada. Previamente, y siguiendo su periplo carcelario, Mandela pasó un tiempo en el Old Ford, una prisión colonial donde anteriormente había sido recluido Mahatma Ghandi. Hoy en día es el Constitution Hill, un museo que recrea el trato diferencial de los presos según las razas, además de ser la sede del Tribunal Constitucional.

Los irreverentes afrikáners Die Antwoord ponen la nota cómica o traviesa, como contrapunto a tanto dolor.

Tras la condena a cadena perpetua, Mandela y los otros condenados negros fueron trasladados a Robben Island, la prisión de máxima seguridad frente de las costas de Ciudad del Cabo, en la que Barack Obama se hizo la foto en su reciente visita. En esas paredes húmedas y frías por el aire del Atlántico, el preso 46664 enfermó de tuberculosis, se dedicó a la horticultura, se fortaleció como líder internacional y aprendió afrikáner, la lengua de su verdugo.

Para serenar los ánimos, otra afrikáner pero con mejor buena onda que los carceleros, Ana Dave.

El régimen de Pretoria, acorralado por la presión internacional, se da cuenta de que el apartheid es insostenible y por ello empieza a sondear a Mandela para iniciar negociaciones. En un principio, lo traslada de Robben Island a Poollsmor Prision, en el suburbio de Tokai, junto a dos viejos camaradas del ANC pero a finales de 1988 lo llevan a una casita del Victor Verster Prision, donde vivirá hasta su liberación el 11 de febrero de 1990.

Poco después, un grupo de artistas sudafricanos graba una canción celebrando la libertad del ídolo, aunque nunca vio la luz hasta el mes de julio de 2013. Brenda Fassie, Mahlathini, Jabu Khanyile, Mzwakhe Mbuli, Duke Makasi, Barney Rachabane y Sipho Hotsix Mabuse, entre otros interpreten The people want Mandela (La gente quiere a Mandela), al modo del clásico We are the world de la década de los 80 pero en versión local.

Cuatro años después, el 27 de abril de 1994, el Congreso Nacional Africano gana las primeras elecciones con sufragio electoral y Mandela se convierte en el primer presidente negro en un acto en el Union Building de Pretoria, donde se reúne la mayor cantidad de presidentes y Jefes de Estado de la historia. Mandela fija su residencia en el exclusivo barrio de Houghton de Johannesburgo, concretamente. La llorada Brenda Faisser cantó para ese Mandela presidente.

El punto final de este particular viaje por la mandelamania la pone Jeremy Loops, un joven músico de Ciudad del Cabo que está llevando su particular sonido hecho a partir de ukelele, armónica y una caja de música a India, Estados Unidos y Londres. Sin ánimo de comparar, como Mandela, de Sudáfrica al mundo.

Comentarios

Pues yo si me lo permites me quedo con la música de este video que es preciosa: http://xurl.es/89iqt
Pues yo si me lo permites me quedo con la música de este video que es preciosa: http://xurl.es/89iqt

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