La reina de los bastidores
A Sandra García-Sanjuán no hay camerino que se le resista: pone en contacto a marcas con famosos y organiza galas como Starlite con Banderas
Se ha puesto el traje de seda color oro, aunque tiene un lamparón en la camisa. Sabe que le queda bien y que en la foto no se va a ver la mancha. Se ha recostado en el mismo sofá en el que estuvo anoche viendo una película con su joven marido —cuatro años más joven—. Antes ha doblado las mantitas revueltas con las que se taparon cuando refrescó de madrugada, pero se le han olvidado los zapatos —de pala larga y cordones— de ese hombre al que adora. Se han quedado ahí, desabrochados, delatando la cotidianidad de su hogar, debajo de la mesa.
Se dará cuenta después y sentirá algo (poco) de vergüenza, pero acto seguido explicará todo esto —lo del lamparón, lo de la peli nocturna, lo de las mantas, lo de los zapatos...— con profusa naturalidad. Y retirará de la circulación el calzado de su joven esposo, Ignacio, “un genio que ha inventado un sistema de luces automáticas para los aparcamientos”.
Si fuera un objeto, podría ser una coctelera. Sandra García-Sanjuán es de esas personas agitadas, aunque ahora repose su cuerpo sobre un par de cojines para salir realzada en la foto: “Algunos trucos se aprenden después de pasarte media vida rodeada de celebrities”. Es de esas mujeres que se hacen notar, que llevan dos o tres conversaciones a la vez y que no se sabe bien si vienen o van. Canaria, con sonrisa de Tenerife, ha pasado 20 de sus 41 años casi viviendo en el aire, subida en un avión. Lleva apenas dos días en su casa de Madrid y ya está a punto de irse.
Su principio activo vital: `la opción del fracaso no hay que contemplarla´"
Rellena de la felicidad que da el éxito y decidida a ponerse a tener hijos después del verano y del Starlite Festival, que organiza por segundo año consecutivo en Marbella, esta mujer a la que buscan las marcas para ponerle el rostro de algún famoso a sus productos le ha pegado buenos gritos a Naomi Campbell; se ha ido de viaje a El Cairo con Bill Clinton y a San Remo con Gorbachov; se ha hecho amiga del alma de uno de los más millonarios de Latinoamérica, Carlos Slim; tiene proyectos solidarios con la hija del expresidente de México; se ha ido a ver a un amigo a Los Ángeles y ha terminado comiendo con Antonio Banderas en su casa, cena con Penélope Cruz y Javier Bardem en Barcelona y, si se tercia —porque pasaban por allí—, invita a la mesa a Pau Gasol y a su novia… por poner algunos ejemplos de su hipersociabilidad. Entre medias de todo eso reúne a unas 200.000 ejecutivas de todo el mundo en un congreso llamado Womenalia, monta una gala benéfica “a la americana” con Banderas como anfitrión en Marbella, y desde hace un año —desde que se percató de que se podía rentabilizar ese encuentro de afortunados que pagan el cubierto a 500, 700 o 1.000 euros— organiza esa “cita con las estrellas” ad hoc que ha dado en llamar Starlite Festival y que este año contará con algunos de sus amigos: Julio y Enrique Iglesias, Alejandro Sanz, Sara Baras, Bisbal…
Entre el 23 de julio y el 23 de agosto se irán encontrando primero en la gala y luego en el escenario de una antigua cantera malagueña, entre actuaciones musicales, degustaciones culinarias, fiestas, playa, sol… Un total de cuatro millones de euros en ingredientes ibéricos con marca andaluza para atraer a la comunidad internacional marbellí y a la nacional del resto de España. La última inversión, la última apuesta de una mujer que quiso ser empresaria casi desde que nació, como su padre y su abuelo Cándido, apodado El Loco de Maspalomas desde que en los años sesenta empezó a poner las piedras de los primeros hoteles, convencido de que las islas tenían que ser un destino turístico. El Loco acertó.
Hace mucho, siendo aún una adolescente y estudiando en un colegio de Oxford, Sandra descubrió que no habría camerino que se le resistiera. Fue precisamente en un concierto de Julio Iglesias. Después de atravesar todas las vallas, puertas y puestos de seguridad que se interponían a su paso, pertrechada tan solo con el convencimiento de quien cree firmemente pertenecer siempre a ese otro lado del obstáculo, acabó sentada en primera fila con el padre del cantante y luego con Julio en el camerino. Ese fue el momento en el que se creó el principio activo de todas las vidas que asegura haber vivido y que tiene la forma de un dogma: “La opción del fracaso no hay que contemplarla”.
Pura actitud. La misma que la llevó a recorrer el mundo con 21 años —“diciendo que tenía 26, vestida monísima de traje de chaqueta y a todo plan: aviones, chóferes, hotelazos…”— para explicar en inglés (el idioma de Oxford), en francés (heredado por parte de la familia de su madre) o en alemán (por el colegio en el que estudió en las islas) proyectos empresariales de toda índole a gerifaltes de países de todo el planeta. “En realidad fui a acompañar a una amiga a la entrevista para ese trabajo. Me quedé fuera esperando y hablando con un tipo que resultó ser un jefazo y me ficharon a mí en lugar de a mi amiga”.
Donde pone el ojo, pone el negocio. Durante esos cuatro años de viajes, Sandra García-Sanjuán aprovechó para irse con las maletas vacías y volver sin casi poder tirar de ellas. “Compraba telas, ropas que me gustaban, y luego las vendía aquí en las tiendas”, cuenta. Y pese a que su madre, Carmen, dejó de ir a los desfiles de París a los que ella desde niña la había acompañado deslumbrada por el glamour de las pasarelas, se resistió a perdérselos y volvió a recurrir a su principio activo hasta convertirse en la reina de los bastidores.
Llamó a una amiga canaria que tenía una revista de moda y le dijo que le cubría gratis los desfiles a cambio de que la acreditase como editora gráfica. Le pidió prestada la Nikon a su padre, “solo para enseñarla porque no sabía usarla”. En el bolsillo llevaba una minúscula cámara automática con la que hacía las fotos. Una vez en su puesto, apostada con el resto de fotógrafos de todo mundo, le costó segundos colarse en los camerinos, empatizar con toda la fauna del back stage, y de ahí a las fiestas y a todas las fotos del papel cuché… ¿Pero quién es esa que sale con todas las supermodelos?
Ella. Con Elle Macferson, con Naomi Campbell, con Claudia Schiffer, con Carla Bruni… Sus amistades eran las famosas y los famosos de medio mundo. Sin querer, empezó a ejercer de agente: “Me llamaban y me preguntaban cómo contactar con ellas”. Hasta que un día Naomi, durante un vuelo a Latinoamérica, le abrió los ojos: “Lo que tú haces es el trabajo de agente de modelos o de artistas y se paga”. Así fue como descubrió que su hobby podía ser su trabajo. Años más tarde, con una nutrida agenda de contactos, cambiaría a los artistas por las empresas y crearía Avory Celebrity Access, sus propios bastidores, desde donde ella le pone el rostro famoso a las marcas.
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