El caldero, monumento al arroz
Sentados con algunos amigos en el restaurante Venezuela http://restaurantevenezuela.com/, nos hallábamos paladeando gruesos trozos de pescados del Mar Menor. Lomos y colas hervidas en el mismo fondo empleado para elaborar el arroz.. Habíamos madrugado para llegar a tiempo y afortunadamente no estábamos defraudados. Justo al revés.
La interpretación que en esta casa se hace del arroz al caldero convierte la receta en algo parecido a un menú degustación. Casi en un cocido marino compuesto de cinco pasos sobre la base de desdoblar el plato tradicional.
De entrada un sofrito de tomate espeso de gusto intenso trabado con los hígados y las tripas de los pescados. Alguien dijo en la mesa que parecía una “asadura” marina. Un paté ideal para untar en rodajitas crujientes de pan tostado.
Después algo excepcional. Las cabezas y agallas de mújoles, doradas y gallinetas, troceadas y fritas. Piezas churruscantes, cuyas pieles y huesecillos crujen como cortezas de cerdo. Porciones para rechupetear con las manos. Para mí, repito, un verdadero manjar.
A continuación, a modo de entreacto, una taza del mismo caldo del pescado utilizado para el arroz, una suerte de chupito intensamente yodado.
Por fin, como cuarto servicio el arroz, limpio, sin tropezones, que se presenta en caldero de hierro fundido, y cuyo fondo de ajos y ñoras se integra con el gusto de los pescados del Mar Menor. Arroz meloso, que encontré algo pasado de punto, y que se acompaña de un alioli domesticado.
Y como quinta secuencia las rodajas de los pescados que milagrosamente se sirven jugosas y bañadas en un caldillo corto. Trozos de doradas, mújoles y gallinas con un punto acertado.
Todo servido en raciones generosas y por un precio de 19,50 euros por persona.
No me extraña que solo este caldero genere tantos adictos en la zona.
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