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Navegue como un Onassis... si dispone de 25 millones

El ‘Christina O’, que fue propiedad del armador, se vende Winston Churchill, John F. Kennedy, Elizabeth Taylor, Marylin Monroe y Sinatra estuvieron a bordo

El Christina O, el que fuera barco de los Onassis.
El Christina O, el que fuera barco de los Onassis.AP

Nació en 1943 en unos astilleros de la armada canadiense y participó en el desembarco de Normandía suministrando avituallamientos a las tropas aliadas pero alcanzó la gloria de la fama años después, cuando el armador griego Aristóteles Onassis lo convirtió en el yate más lujoso del momento. Por sus 18 suites dobles y en sus taburetes forrados con piel de pene de ballena han desfilado y sentado sus posaderas los personajes más famosos y poderosos de los años 50 y 60 del siglo pasado, desde Winston Churchill y John F. Kennedy a Elizabeth Taylor y Richard Burton, desde Marylin Monroe y Frank Sinatra a Maria Callas y Jackie, la viuda Kennedy que años después se transformaría en viuda Onassis. Es el Christina O.

Los tiempos gloriosos quedaron atrás hace ya tiempo. Tras la muerte de Onassis, su hija Christina se lo entregó al Gobierno griego para ahorrarse impuestos y el glamur dio paso de nuevo a la milicia al convertirse en escuela de cadetes antes de caer en desuso. En 2001 intentó sin mucho éxito resucitar las viejas glorias cuando lo compró otro millonario griego, Pavlos Papanikolau. Hasta acabar en manos de una firma irlandesa, el consorcio Total Ship Services.

Ahora está de nuevo a la venta de la mano de unos especialistas en yates de lujo, la compañía Edmiston. “El Christina O era realmente el último grito en opulencia y atraía por su capacidad de ofrecer cierta privacidad, no solo por su magnificencia”, afirma el presidente de la compañía, Nicholas Edmiston.

Pero el tiempo pasa y aunque con sus 99 metros de eslora el Christina O es el más largo de los 83 yates que Edmiston tiene ahora a la venta, su precio de salida, 25 millones de euros, es apenas un pellizco de los 230 millones de euros que piden por el Nirvana, un yate de 89 metros de eslora y cinco plantas construido el año pasado.

Pero hay factores más significativos que las esloras o el precio de los yates para medir el paso del tiempo. En 1956, el Christina O acogió a los invitados a la boda de Gracia y Raniero de Mónaco. En 2004, la misma piscina en la que se bañaban las langostas con las que Aristóteles Onassis cebaba a sus invitados acogió durante dos semanas invitados a la boda de un constructor irlandés llamado Sean Dunne que se hizo rico con la burbuja inmobiliaria y ha acabado en bancarrota y huyendo del país.

Sin embargo, en estos tiempos de burbujas y mega-ricos los yates siguen siendo una buena vara de medir la riqueza, haciendo bueno el altanero comentario que un día dejó caer el banquero JP Morgan: "Si tienes que preguntar cuánto vale un yate es que no te lo puedes permitir". Ahora, el yate del momento es el Eclipse, del ruso Roman Abramovich, con sus 163,5 metros de eslora, dos helipuertos, 24 cabinas para invitados, dos piscinas, un sofisticado escudo anti-paparazzi de cuya existencia muchos dudan y busca garantizar la privacidad total, cristales antibalas, un sistema de defensa con misiles y hasta un submarino para escapar si vienen realmente mal dadas. Aunque a día de hoy el yate más grande ya no es el de Abramovich: el Azzam, de propietario desconocido pero aromas de petrodólar, le ha quitado el sitio con sus 180 metros de eslora…

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