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Paloma no es de goma

A los 63 años, convertida en pregonera del Orgullo gay, la cantante se despide de los escenarios y muestra quién hay detrás de ese rostro estirado hasta el límite.

Patricia Ortega Dolz
Paloma San Basilio el miércoles en su casa de Madrid.
Paloma San Basilio el miércoles en su casa de Madrid.Carlos Rosillo

Es mentira que Paloma San Basilio esté sola. A sus 63 años se acuesta y se levanta con una amiga a la que casi ha conseguido hacer invisible, aunque habla con ella a todas horas. Se conocen hace décadas pero no aparece en ninguna de las fotos que tiene en su chalé de La Florida (Madrid), en las que sí está su única hija Ivana , sus nietos (tres), sus hermanos, o sus amigos. No se la ve ni en la piscina ni en el jardín. La amiga de Paloma es la que marca su nivel de exigencia, es con la que discute lo que va a hacer ahora, ya sea tomarse una cerveza o despedirse con un “Hasta siempre” del público que la ha seguido por conciertos y musicales durante los últimos 35 años, como hará esta noche en los jardines de Sabatini de Madrid. Pero también es la que --cuando acababa de ser madre a los 23 y andaba buscándose la vida vendiendo enciclopedias de puerta en puerta— le dijo: “Paloma bonita, esto no es lo tuyo, no vas a vender ni una”. Es la misma que le ha ayudado a escribir el pregón de las fiestas del Orgullo gay este año y la que la incitó a operarse “dos veces” el rostro y a estirar su piel hasta el límite: “Que no se te quede cara de atraco”. La amiga de Paloma solo aparece cuando se mira al espejo, también se llama Paloma y, en lugar de hablar de los pájaros y las nubes con las eses, es directa, habla claro y tiene acento andaluz.

Con quien yo hablaba era con la reina

A falta de espejos en la casa, las amigas pueden verse las caras furtivamente en alguno de los cristales que la hacen tan luminosa. Dice que ocupa el lugar de un antiguo invernadero, que la construyó un amigo de su “amigo Capi”, un empresario que es algo más que amigo porque ha sido una de las “cuatro personas” de las que se ha enamorado en su vida y ha ejercido de pareja intermitente en las últimas décadas. No se sabe si porque --por mucho que haya cantado Juntos-- en realidad el amor no es para dos, porque tres son multitud o porque no puede estar “¿24 horas con otra persona?”: “No podría”. En todo caso, para ella, que se separó de un profesor de educación física al poco de tener una hija suya, “la infidelidad está sobrevalorada”, pero asegura que nunca ha puesto los cuernos.

Me he operado dos veces. La arruga es bella cuando te gusta. A mí me ha costado

Y, sí, Paloma asegura que se relacionó con la realeza española, especialmente con la reina, que era con quien “hablaba en esas reuniones de artistas en el palacio de La Zarzuela”. Dice: “Es una señora muy interesante”.

Esta amplia y acogedora casa de urbanización de las afueras de la capital donde transcurre la entrevista es una de sus inversiones en ladrillos. Ahora querría venderla “pero, tal y como están las cosas, nadie quiere comprar….”. Porque Paloma San Basilio, aparte de gastarse el dinero viajando para ver desovar a las tortugas o para hacer rafting, y siguiendo el ejemplo de su padre –“un economista que invirtió en fincas de Sevilla pero no siempre le salió bien”— ha empleado el dinero de los 16 millones de discos vendidos en comprar otras dos mansiones: una en el norte (Navarra) y otra en el sur (Zahara de los Atunes, Cádiz). Esta última tan cerca del mar –“como buen signo de agua”—que algunas malas lenguas han dudado de su legalidad. Por si acaso, y para que quede claro, va instalar ahí su base de operaciones.

Todos somos bisexuales en potencia. Yo elegí ser hetero. El sexo está en la cabeza

No. Paloma no es de goma. Le ha costado un tiempo “armonizarse”, ese equilibrio entre “lo que eres, lo que quieres ser, lo que quieren que seas”. Y la relación con su amiga del alma ha sido un poco de amor-odio: “Es complicado… La arruga es bella cuando te gusta. A mí ya me está empezando a gustar pero me ha costado. Me he operado dos veces. Yo veía a la del espejo y… esto es como la anorexia, tú ves a una gorda y estás delgada. Nunca te ves suficientemente bien. Se espera mucho de ti, buscas la perfección, tu reflejo es una crítica que no siempre se acerca a la realidad y estás en una etapa en la que no sientes tanta seguridad en ti misma. ¡Tú no sabes lo que es tener que estar viéndote todo el santo día!”, resume. Luego explica que “es facilísimo. Solo tienes que ir convencida y sales fenomenal. Yo lo que le dije es que me quitara la caída de los ojos y que me hiciera una pequeña subida”. Dejó pasar suficiente tiempo entre una operación y otra, “con lo cual no se te nota tanto. Parece que te pasan como una manita [hace el gesto], no que te cambian la cara”. Lo de inyectarse, en cambio, no le va: “Te deforma, te crea volúmenes donde no los tienes…”. Y, por último, hace una recomendación en andaluz: “Los mejores están en México, sales sin moratón, a la semana estás paseando por la calle y es tres veces más barato”.

Convertida en Icono gay, está convencida de que “todos somos bisexuales en potencia”, pero su elección ha sido “ser hetero”. Y luciendo cuerpazo y modelos --de interior, de piscina, de leopardo en la plaza de Chueca…-- asegura que sigue teniendo sexo a los sesenta: “Todo está en la cabeza”.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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