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El futuro de Vuitton se escribe en femenino

Bernard Arnault, dueño de LVMH, confía a su primogénita Delphine su marca líder. A partir de septiembre ostentará el cargo de subdirectora

La empresaria Delphine Arnault.
La empresaria Delphine Arnault.AP

El plan maestro de Bernard Arnault, primera fortuna de Francia y amo y señor de Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH), de dejar su legado en manos de su prole parece cumplirse con la precisión de un metrónomo. La semana pasada se anunciaba el nombramiento de su primogénita, Delphine Arnault, como subdirectora de Louis Vuitton. El cargo, que asumirá desde septiembre, supone el escalón definitivo a sucederle en un futuro. Su misión, de acuerdo con el anuncio realizado por Miachael Burke, presidente de la marca, será realzar la imagen de Louis Vuitton y apuntalar su liderazgo en el mercado de lo exclusivo.

A diferencia de su hermano inmediato, Antoine, Delphine, de 38 años, trata de cultivar un perfil bajo. Mientras él, que ostenta el puesto de director en otra firma de la casa, Berluti, se deja querer por el cuché —debido, esencialmente, a su publicitado noviazgo con la modelo Natalia Vodianova—, ella restringe sus apariciones a eventos relacionados con el negocio. Es habitual verla, por ejemplo, en los desfiles de París junto a su fiel asesor y amigo Jaime de Marichalar. Pero poco se sabe de su vida fuera de esa escena, más allá de que es una ferviente coleccionista de arte contemporáneo (aunque cuando se le ha preguntado se ha resistido a dar nombres de sus artistas favoritos).

Probablemente aprendió la lección tras ver cómo se convertía en la comidilla del mundo del lujo por su boda en la Costa Azul, en 2005, con el heredero vinatero italiano Alessandro Vallarino Gancia. Las legendarias manos del atelier de Dior, comandadas por John Galliano, invirtieron 700 horas en coser 160 metros de organza y 180 de tul y otras 600 horas en bordar el vestido de novia. Y la revista Paris Match, en un despliegue de 15 páginas, y la cronista de moda Suzy Menkes, documentaron el enlace. La periodista comparó el escenario con Las bodas de Figaro, de Mozart, y desgranó cómo los invitados —Bernadette Chirac, Sarkozy, la infanta Elena con Marichalar, Lagerfeld, Elizabeth Hurley y un larguísimo etcétera— consumieron toneladas de foie y caviar regados por Moët & Chandon (por supuesto). La prensa cifró el evento en 5,5 millones de euros. Fue un matrimonio breve, se divorciaron en 2010.

En agosto de 2012 fue madre de una niña, Elisa, pero a día de hoy no ha querido revelar públicamente la identidad del padre. Su hermano Antoine revelaba en un reciente perfil sobre ella en The Wall Street Journal que “la maternidad la ha suavizado”, confirmando la fama de estricta —en la estela de su progenitor— que la persigue. Una condición sine qua non para hacer frente al cargo para el que está predestinada. Ella y Antoine son los dos hijos del primer matrimonio de Arnault con Anne Dewavrin, de la que se divorció en 1990. Al año siguiente, el millonario se casaría con la pianista canadiense Hélène Mercier, con la que tiene otros dos hijos, Alexandre y Frederic.

La principal heredera ha fraguado su perfil profesional bajo el manto de su padre. Durante los últimos cinco años ha ejercido de brazo derecho de Sidney Toledano en Dior, donde jugó un papel esencial en el fichaje de Raf Simons tras el despido fulminante de Galliano. Estudió Economía en la prestigiosa escuela francesa EDHEC y en la London School of Economics y se estrenó en el mercado laboral trabajando dos años para la consultora estadounidense McKinsey. Su carrera en el grupo comenzó en el departamento de desarrollo de producto en la firma John Galliano. De ahí pasó a directora comercial de Dior, en 2001. Forma parte del consejo de LVMH desde 2003 y ha ostentado cargos de dirección en otras marcas del grupo como Céline, Loewe y Emilio Pucci.

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