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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

El padre del arte del gueto

Gerard Sekoto nació en 1913 en la Sudáfrica racista antes de que se formalizara por ley que los negros tenían que ser tratados como ciudadanos de segunda y falleció en París a punto de soplar las 80 velas, un año antes de que Nelson Mandela estrenara democracia. En 1947 se exilió a París huyendo de la opresión y discriminación racial y, aunque jamás volvió a poner un pie en su país natal, siempre fue considerado como el pintor que retrató la vida diaria durante el apartheid. El Wits Arts Museum de Johannesburgo le ha homenajeado en el centenario de su nacimiento con la mayor retrospectiva de su obra, algo que hay que valorar especialmente porque todavía son pocos los artistas negros que merecen tal reconocimiento.

A Sekoto se le dio la envidiable etiqueta de ser el padre del arte urbano y social sudafricano. Su valor es mayor porque lo más cerca que estuvo de su patria durante su larguísimo exilio voluntario fue su estancia en Dakar, en 1966. Nada más. Sin embargo, la distancia no fue en su caso el olvido y siempre tuvo los pies en el cosmopolita París y su corazón y mente con sus compatriotas víctimas del apartheid. A caballo de dos mundos,

Célebre es su serie sobre la Masacre de Shaperville (1960), cuando la policía abrió fuego contra civiles que protestaban contra las leyes racistas y mataron a 69 personas. Sekoto inmortalizó este episodio cual notario artístico, como lo hizo cuando imaginó estampas cotidianas en suburbios negros, con figuras jugando a cartas, sentadas en el quicio de la puerta o a la luz de una vela. De ahí que la nueva historiografía del arte sudafricana le haya añadido ser el pionero del township art, el arte de los guetos.

Sekoto fue prematuro a la hora de coger el pincel y con ocho o nueve años ya se atrevía a dibujar a los pacientes que iban a la clínica de su padre o a sus compañeros de clase. A finales de la década de los 30 dejó la misión metodista donde se había criado para trasladarse a Pretoria y Johannesburgo, donde conoció y pintó los ambientes de las clases trabajadoras negras de los guetos que ofrecían mano de obra barata a las minas e incipiente industria, como el mítico Sophiatown, que por orden gubernamental fue declarado suburbio blanco y sus negros habitantes trasladados forzosamente.

En 1942 Sekoto volvió a hacer las maletas y se plantó en Ciudad del Cabo, con una composición racial diferente a la capital económica del país. Allí, a orillas del Atlántico, se mezcló con los coloured (mestizos) en el popular District Six, donde vivían los descendientes de los esclavos malayos traídos a Sudáfrica en el siglo XVIII y que hoy aportan a la cultura y la cocina un toque especial. El pintor captó la esencia de estos vecinos que aunque pobres y castigados por el Gobierno aparecen en la obra de Sekoto en ambientes distendidos, bailando y paseando. Sin embargo, el apartheid le oprimía y decidió el camino del exilio en busca de oxígeno para su arte.

De París Sekoto explicará que le sorprende como blancos y negros confraternizan en los bares bohemios. Sin embargo, y para seguir la tradición de los buenos artistas, su aterrizaje en la capital francesa encaja con el prototipo de artista, alcoholismo, pisos modestos y unos ingresos tan escasos que se ve obligado a buscarse la vida para subsistir. Es pintor de día y músico de noche. Sekoto toca el piano en restaurantes y bares e incluso compone y canta sus propias canciones, que editará en 1988 y que se pueden escuchar en la exposición del Wits. El golpe de suerte le llega cuando conoce al director de una galería de arte que enseguida le ve futuro a esas exóticas escenas africanas de colores pastel que el artista pinta escarbando en su memoria y recuerdos personales. A partir de ese encuentro, le llega el éxito que le permite entrar en contacto con intelectuales y llenar su agenda de exposiciones internacionales en Suecia, Dinamarca, Estados Unidos o Reino Unido. En Londres, hasta la Reina Madre destaca la calidad de su obra y la revista Time le dedica artículo. Pero la fama y el reconocimiento en su Sudáfrica natal se retrasa hasta que el apartheid se apaga, casi al mismo tiempo que la vida de Sekoto.

Comentarios

jajaja eso pasa por negro
jajaja eso pasa por negro

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