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Columna
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Muertes soberanas

Veintiuno son los países que eliminaron vidas humanas como resultado de un juicio en 2012

Lluís Bassets

La pena de muerte está en retroceso en el mundo. Un retroceso vacilante con los coletazos dolorosos de países donde regresa de pronto tras un tiempo sin ejecuciones. Cada año son más los Estados que la eliminan y disminuye el número de sentencias capitales dictadas pero, en cambio, en los últimos tres aumentó el número de ejecuciones.

Veintiuno son los países que eliminaron vidas humanas como resultado de un juicio el pasado 2012. La cifras son todavía terribles: 680 ejecuciones, 1.722 condenas a muerte pendientes y un número impreciso en millares solo en un país, el mayor Estado homicida de nuestro mundo, que es China.

No hay mayor acto de soberanía por parte de un Estado que quitar la vida a uno de los ciudadanos. También hay otra cuenta más difícil, quizás más siniestra, que tiene que ver con la disolución del concepto de soberanía, y es la de las ejecuciones extrajudiciales, efectuadas por grupos paramilitares, mafias, terrorismo o Estados donde ni siquiera hay pena de muerte.

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Nadie ha imaginado todavía la ecuación que conecta unas muertes con otras, los homicidios dentro de la ley con los asesinatos y los desaparecidos fuera de la legalidad, pero hay lugares donde la función matemática es efectiva, y suben de un lado cuando bajan del otro y viceversa, a veces de la mano de los mismos asesinos. Unas gracias al desorden social, y otras gracias a un Estado al que no le importa ni su propia legalidad.

El hecho es que los dos Estados más soberbiamente soberanos del mundo, que ahora son Estados Unidos y China, siguen siendo los campeones de la pena de muerte. El primero, el campeón occidental, con 43 ejecuciones judiciales y un número indeterminado aunque importante de ejecuciones extrajudiciales efectuadas fuera de su territorio nacional, en Pakistán, Yemen y Somalia.

China es el campeón absoluto con su imprecisa plusmarca secreta que se cuenta en millares. Irán tiene el record islámico (314 reconocidas, aunque pueden ser más de 600). Le persiguen Irak, la democracia que iba a construir Bush (129), y Arabia Saudí, el amigo de Washington (79 ejecuciones, casi todas en público). Hay países como Egipto, donde son numerosas las sentencias capitales de tribunales militares, pero no se tiene información sobre su ejecución.

Gambia es una de las malas noticias de África, puesto que siete personas fueron fusiladas en un solo día en 2012. La vergüenza europea es Bielorusia donde se sigue juzgando y ejecutando como en los peores tiempos soviéticos, con un tiro en la nuca.

La estadística es la base del conocimiento y luego de la acción. Amnistía Internacional, con su informe anual sobre el estado de los derechos humanos en el mundo, de donde salen estas cifras, rinde un servicio impagable a quienes quieren saber para poder empujar y llevar al cambio en estos países donde el Estado todavía mata.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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