El ataque israelí
Hace exactamente dos años, el mundo asistió conmocionado al ataque israelí a una flotilla de ayuda humanitaria dirigida a Gaza. El resultado más lamentable fueron los nueve activistas muertos o asesinados, cada quien lo califique como guste, por Israel. Posteriormente, este país ofreció vídeos donde pareciera que algunos activistas estaban armados y opusieron violenta y letal resistencia.
Todos sabemos que Israel por su origen y su desarrollo es un país en continuo estado de guerra, rodeado por naciones árabes que no han logrado vencerlo. Como consecuencia, su comportamiento hacia sus vecinos palestinos es infrahumano, negándoles el libre acceso al agua y a sus territorios, controlando y confiscando impuestos que les pertenecen, construyendo un muro internacionalmente ilegítimo y unos asentamientos en zonas ocupadas negatorios de la posibilidad de alcanzar acuerdo alguno. Ahora las islas Comores, al negar la estatalidad a Palestina porque ni la Asamblea General ni el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se han pronunciado —alegando que uno de los barcos atacados estaba registrado en su país y por tanto es extensión de su territorio—, solicita al fiscal de la Corte Penal Internacional una investigación sobre los hechos para ellos constitutivos de crímenes de guerra y contra la humanidad. El asunto es muy delicado y tendría que superar varias barreras que, en principio, creo inexpugnables, pero quizás fuera el mejor foro para analizar los hechos y emitir un veredicto mandando la señal a Israel de que, a pesar de su aislamiento étnico, geográfico y religioso, no todo vale y menos el ataque mortal contra el envío de ayuda humanitaria a un territorio del que él es dueño y señor de sus fronteras.— Luis Peraza Parga.
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