Aguas mágicas, el poder de las palabras
Sobre las mesas nos encontramos distintas variedades de frijoles, 16 tipos de tomates, pan de kamut, cafés en grano y algunas cervezas artesanas.
Antes de empezar me preguntaron si iba a tomar agua. Naturalmente, contesté. En Colombia he probado algunas finísimas. Y, fue así como inicié una experiencia singular ajena a consideraciones gastronómicas.
Sobre las mesas la camarera colocó varias botellitas de 20 water, agua pura procedente de los Andes colombianos, cuyos envases llevan impresas palabras concretas. Términos que prometen sumergir a quien las toma en un mundo de energías positivas asociadas.
Al ver mi gesto de extrañeza uno de los comensales se explayó en explicaciones. Estas aguas han sido refinadas molecularmente con música y con palabras, de acuerdo con una investigación muy rigurosa realizada por científicos japoneses.
“La idea pasa por algo tan sencillo como rentabilizar la energía positiva que deriva de ciertas palabras. Y al hacerlo aumentar a su vez la calidad intrínseca del agua.”
No entendí nada pero mantuve el tipo con una sonrisa.
Al salir del restaurante mi amigo Boris Mejía me dijo “Uno cree en lo que quiere creer y a veces las cosas suceden” Es cierto. Recordé entonces el realismo mágico de la portentosa prosa de Gabriel García Márquez.
“Si a la vida no se orienta por estímulos positivos no vale nada”, volvieron a repetirme cuando me iba. Visita la web de esta casa www.20water.com, y entenderás lo que significa”.
Fue lo primero que hice al llegar al hotel y confieso que me quedé perplejo. ¿Serán ciertos los experimentos de esos japoneses?
Durante la cena yo había tomado dos tipos de aguas, “Paz” y “Gracias”, ambas muy finas. No sé si lo hice de forma intencionada o mi gesto respondió a un impulso insondable.
Lo cierto es que me he levantado contento, descansado, dejando atrás el jet lag que siempre me mata.
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