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Oro líquido para el Atlético de Madrid

Peter Lim suena como gran esperanza financiera del club rojiblanco De origen humilde, hizo fortuna invirtiendo en el aceite de palma El magnate de Singapur le inyectó capital cuando el equipo pasó apuros y pronto podría engrosar su accionariado

Ladislao J. Moñino
El millonario Peter Lim, en su casa de Singapur.
El millonario Peter Lim, en su casa de Singapur.CORDON

En las últimas semanas, un nombre no ha cesado de relacionarse con el Atlético de Madrid, ganador de la Copa del Rey. Y no es un fichaje, aunque podría aceptarse como tal si se consumara su entrada en el accionariado del club. El multimillonario Peter Lim (Singapur, 59 años) ha emergido en el horizonte rojiblanco de la mano del representante de jugadores Jorge Mendes. Lim es un habitual en el domicilio madrileño de este último, que le está haciendo de cicerone en el mundo del fútbol presentándole a los directivos y agentes más relevantes de la escena internacional.

La relación con Lim, según fuentes cercanas al Atlético, viene de hace un par de años, cuando el club buscaba dinero para financiarse. “Que Lim o Azerbaiyán inviertan en nosotros habla de que la marca Atlético es atractiva”, dice un alto directivo rojiblanco. Lim prestó dinero al club para distintas operaciones y la garantía de esa deuda sería su convertibilidad en acciones en el caso de no poder ser retribuida con dinero, algo que en el club consideran positivo. Días antes, El Confidencial había anunciado que Lim preparaba su desembarco en la masa accionarial de la entidad colchonera, algo que en los despachos del club dicen no contemplar a corto plazo, pero que no se descarta a medio, sobre todo si la construcción del nuevo estadio y la ciudad deportiva se llevan a cabo, activos que revalorizarían al Atlético ante una posible venta parcial o total de su capital social a dos años vista.

La buena relación existente entre Miguel Ángel Gil Marín y el magnate asiático ha provocado que el Atlético viaje a Singapur mañana para disputar un amistoso patrocinado por la fundación propiedad de Lim, una de las principales fuentes económicas de abastecimiento del Comité Olímpico del país asiático en su detección y formación de jóvenes talentos. “El viaje, con una agenda muy intensa para el equipo, puede interpretarse como un acercamiento de posturas con vistas al futuro”, analizan desde el club rojiblanco.

El perfil de Lim responde al del tópico del viejo sueño americano, ya globalizado: individuo de clase baja, hecho a sí mismo (self made man), al que una buena inversión convierte en multimillonario. La apuesta que ha situado a Lim como la octava fortuna de Singapur según la revista Forbes, estimada en 2010 en 1.600 millones de dólares, fue el aceite de palma, materia prima utilizada en biocombustibles, cosméticos y alimentos industriales elaborados con grasas saturadas. Oro líquido por su masiva comercialización, tanto que movilizó a Greenpeace por la deforestación que ha causado su incontrolada y desaforada plantación en diferentes regiones del planeta.

El equipo viaja mañana al país del multimillonario en lo que se interpreta como un acercamiento clave

Cuando invirtió en aceite de palma en los años noventa, Lim ya era un reputado corredor de Bolsa en Singapur apodado Remisier King (o rey de las comisiones). Atrás había quedado su infancia como hijo de un vendedor de pescado que compartía un piso de tres habitaciones con otros siete hermanos y un tío. También su estancia en Perth (Australia), donde cuentan que, para pagarse los estudios universitarios de finanzas y contabilidad, fue taxista, cocinero y camarero. A Lim se le atribuye un gran ojo para las inversiones con un principio básico que rige su criterio, según explicaba en una entrevista: “Al final, el elemento clave es la persona. Puedes haber elegido como objetivo una empresa adecuada, pero si has elegido a la persona equivocada, puedes haber comprado un dolor de cabeza”. En su caso, eligió a Kuok Khoon Hong, cliente y amigo, propietario de una empresa denominada Wilmar que había sabido anticiparse al boom del aceite de palma. Desde entonces, Lim controla una potente inversora, Rowsley Ltd, una red de clínicas médicas —Singapur se ha destacado últimamente por su turismo con fines médicos—, y también se le conoce participación en FJ Benjamin, holding dedicado entre otras actividades a la venta internacional al por menor de líneas de ropa como Valentino o GAP.

La relación empresarial de Lim con el fútbol, del que es un apasionado, empezó con la compra de la licencia del Manchester United para abrir bares temáticos relacionados, que perseguía bajo la dirección de Peter Kenyon —ex director ejecutivo del United y del Chelsea y socio y amigo de Mendes— su expansión comercial en Asia.

Lim ya intentó adquirir el Liverpool en 2010 haciéndose cargo de la deuda, pero las negociaciones con el Royal Bank of Scotland, principal acreedor, no fructificaron. Donde sí logró meter la cabeza fue en el automovilismo al entrar a formar parte del accionariado de McLaren, aunque en la escudería británica aseguran que solo frecuenta las carreras en el Gran Premio de Singapur. También tiene prevista la construcción de una ciudad del motor en la región de Iskandar (Malasia) presupuestada en unos 900 millones de euros. Lim tiene en su poder el 70% del proyecto a través de su compañía FASTrack Autosports.

Lim vive con su segunda esposa, una actriz, en un condominio propio cercano al centro de Singapur. La pareja ha hecho de la undécima planta su residencia. En el aparcamiento no faltan ferraris y lamborghinis, y también dispone de un jet privado y un lujoso yate.

A priori, su figura encajaría con la del accionista que Miguel Ángel Gil pretende encontrar para socorrer con liquidez las ahogadas finanzas del Atlético: solvente y con posibilidades de asentar la expansión del club en el atractivo mercado asiático. Incluso algunos consejos que Lim dice haber dado a sus amigos con respecto a las inversiones podrían relacionarse con ese sinvivir emocional de los atléticos: “A mis amigos les digo que cuando las acciones suban no estén muy felices y cuando bajen tampoco estén demasiado tristes, porque su vida estaría fluctuando continuamente y podrían sufrir un infarto de corazón”.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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