Amaños
Viene siendo habitual cada año que, llegados los últimos partidos de la Liga de fútbol, la sombra de los presuntos amaños entre algunos clubes de la competición haga acto de presencia.
Dado que son muchos los intereses económicos que andan en juego —nunca mejor dicho— las especulaciones acerca de los ascensos y descensos se disparan.
Y, como las dificultades de amañar los resultados finales de los encuentros son enormes, la industria montada —presuntamente— se aprovecha de los endebles principios de algunos jugadores deshonestos para lograr impunemente sus objetivos.
Y es que la máxima vigilancia sobre este delito es poca. Todo el peso de la ley debería caer inmediatamente contra cualquiera que sucumbiera a esta práctica, ya que atenta contra la esencia y la pureza del deporte.— Mar Sánchez Ramos.
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