Viva el Maximalismo
Me declaro ultramaximalista. Máxima: eso es un nombre bien puesto y no el del rapsoda Floriano Aquí vamos a acabar todos imputados menos el Inimputable.
Noticia bomba: no descarto presentarme a las primarias. A las del PSOE no, que entre Madina, López, Talegón y todo el pelotón de tapados que está esperando a ver quién tira millas para lanzarse a chupar rueda, tienen overbooking. Y eso que dice Rubalcaba que no está en esas, que Afflelou le conserve la vista. Como es de ciencias puras, apuesto a que Alfredo el Químico no ha leído la fábula del rey desnudo. Ni que nadie se atreve a decírselo. No, mi candidatura es más realista. Compito para tesorera de mi mancomunidad de vecinos. Te parecerá poco, pero desde que se supo lo de Bárcenas hay tortas por pillar el cargo. Como que si me sale la jugada, me retiro de portera y me mudo al ático. Eso, si no viene Ruz el Imputador y me agua la fiesta como a los del bloque de Génova, 13.
Hablando de sucesiones, para investidura como Dior manda, la de Máxima de Holanda. Porque la auténtica Reina es ella, y no ese gañán coloradote que iba a su lado arrastrando ese manto de armiño que para sí hubiera querido el Papa Emérito en sus mejores tiempos. Que es el primer Rey varón en 120 años, que goza del 69% de popularidad, y que ahí donde le ves, tan pánfilo, es superbuen chico, dicen sus cortesanos. Pero de lo que va hoy la monarquía es de vender tu reino por el globo, no sacar los pies del tiesto y salir ideal en las fotos. Y en eso, quien lleva los pantalones en ese matrimonio es ella.
Y las faldas y las pamelas parabólicas y los joyones de los Orange. Y lo que quiera la doña ponerse encima. Yo ahí me declaro ultramaximalista. Máxima: eso es un nombre bien puesto y no el del rapsoda Floriano, que tampoco es manco. Hay que tener la autoestima de Aída Nízar y las cervicales de Carmen Miranda para llevar ese tiarón de zafiros sobre el cráneo y a ese tiarrón mantecoso del brazo sin que se te mueva un milímetro la sonrisa llena de piños. Ah, y esa capa rollo Tom Ford en azul pavo, al lado de la cual la minimalista de Gwyneth Paltrow se queda en lo que es: una yanqui desvaída más flaca que una estaca, más sosa que Soraya Rodríguez y con una boca de oreja a oreja como Esperanza Aguirre.
Qué envidia, los flamencos. El Cigala no, que está hasta en la sopa: los de Holanda. Eso es una sucesión pacífica y no la de Alfredo ni la de Mariano, que ya está gestándose. Había que ver a los miembros del Parlamento jurar fidelidad al monarca en neerlandés cerrado. Ellos, de uniforme de traje y corbata. Ellas, con todo el catálogo del Zara y los chinos finos de Amsterdam colgado encima. Hasta las esposas de Van Rom Puy y Durao Barroso no daban abasto a sacar fotos, extasiadas, como unas señoras de aquí de Vicálvaro. Chonis, maris y estiradas las hay en todas partes. De Letizia hablamos otro día, que me da pereza.
La que se debió de quedar loca con el espectáculo fue Masako, la heredera nipona. Para ser la primera vez que la sacaba desde que cogió una depresión de caballo, Naruhito se pasó cien pueblos. Imagínate que estás tú tan zen en tu Palacio Imperial de Tokio y aterrizas en ese hari lleno de súbditos vestidos de naranja butano, así no hay quien levante cabeza. Y te dejo, que me piro a ver tocados para mi investidura y que sea lo que Ruz quiera. Total, aquí vamos a acabar todos imputados menos el Inimputable.
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