La burbuja viaja al Este
Una mole sobre el aire. O un volumen deconstruido en tiras, apoyado sobre cimientos de vidrio. También una plataforma de paseo, una gran terraza pública casi invisible, sin barandillas. Con un proyecto que reúne todos esos “más difícil todavía”, Massimiliano y Doriana Fuksas, apoyados por los arquitectos moscovitas Speech, acaban de ganar el concurso para levantar en la capital rusa un nuevo museo politecnico y centro educaciónal de más de 31.000 metros cuadrados y 180 millones de dólares (unos 140 millones de euros) de presupuesto.
Si bien es cierto que el proyectó está todavía en un estado muy preliminar, los primeros renders presentados a la prensa invitan a pensar en que nada aparece o desaparece (solo se transforma) al evocar los ecos recientes de nuestra conocida burbuja, todavía flotando en el aire, camino del este al parecer, imperturbable y sin explotar.
Massimiliano Fuksas ha hablado de una “victoria italiana” durante la presentación del edificio en alusión al desembarco de talento transalpino en Moscú. “Es uno de mis proyectos más hermosos y refleja la imagen de una nueva generación”, dijo sobre los cuatro volúmenes de geometría irregular “cortados por el viento” que espera cubrir con cobre preoxidado para que este cambie su color por un verde turquesa. Esos cuerpos escultóricos se apoyarán sobre una gran terraza de piedra por la que paseará el publico a su vez apoyado sobre un zócalo transparente. “La idea es tratar de comunicar con la arquitectura del pasado y, al mismo tiempo, entrar en conflicto con ésta”, continua Fuksas.
A 10 kilómetros de la Plaza Roja, en una zona salpicada por edificios construidos durante la etapa soviética, como la Biblioteca de la Universidad de Moscú, se espera que el museo esté listo en 2017, cuando, ciertamente, hablará de otro tiempo.
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Babelia
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