La lucha contra el hambre africana empieza en Canarias
Hambruna es una palabra terrible, que antes aparecía en los medios de comunicación occidentales de vez en cuando, como un golpe en el estómago, pero que ahora se banaliza por sobreexposición. Quizás porque nos hemos acostumbrado a las imágenes de los centros donde se pesa y rehabilita a niños desnutridos y es necesario golpear nuestra conciencia. Quizás porque no somos conscientes realmente -ni medios ni audiencias- de que la hambruna es hablar de un 30 % de mortalidad infantil en una población: de la desaparición irreversible de un tercio de los niños menores de 5 años que la conforman.
Pablo Yuste en el centro logístico del PMA en las Palmas de Gran Canaria / Joan Tusell
Pablo Yuste Echarren (Palencia, 1972) explica que la hambruna es la peor de sus pesadillas. Es el director del centro logístico del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas que se instala ahora en Las Palmas de Gran Canaria, pegado al centro logístico de la Cruz Roja. Ambas organizaciones orientan su trabajo desde Canarias hacia África, continente separado de las islas por menos de un centenar de kilómetros recorridos por mareas, gentes y sirocos. En el caso del PMA, hablamos de 58 socios entre agencias de Naciones Unidas, gobiernos, ong y otras instituciones. La capital grancanaria acogerá además uno de los seis Depositos de Respuesta Humanitaria de las Naciones Unidas (UNHRD en sus siglas en inglés), que intentan dar respuesta a las emergencias humanitarias más acuciantes con material de primera necesidad, como tiendas de campaña, galletas nutricionales para niños y material de agua y saneamiento.
El PMA no ha parado desde su desembarco en el Puerto de Las Palmas de Gran Canaria. Llegó en noviembre de 2012, cuando se rebajaba la alerta en el Cuerno de África pero tomaba cuerpo la crisis alimentaria saheliana. En el Sahel, Pablo Yuste recuerda que hablamos de siete años de sequía y malas cosechas y de una tasa habitual del 10 ó 15 % de desnutrición infantil. Las poblaciones de la zona son especialmente vulnerables y, por tanto, cuentan con una capacidad de supervivencia muy limitada. Hay que actuar rápido para salvar vidas.
"Cuando entra el conflicto, entra el hambre" -continúa el responsable del centro logístico del PMA en Canarias- "Se deja de producir, se rompen ciclos de comercialización, se rompe la logística, hay desplazados. Cuando ocurre en una población que no tiene reservas no ya en sus casas, si no ni siquiera físicas, de grasa en sus cuerpos, se da una situación dramática".
El PMA utiliza Canarias como un punto estratégico desde el que observar y adaptarse a las circunstancias. Aquí pueden situar la ayuda alimentaria muy cerca de África, con unas condiciones de conectividad con el continente óptimas. Algo básico cuando hablamos de conflictos dinámicos y otros factores impredecibles que fuerzan a los actores humanitarios a una vigilancia permanente y a ofrecer una capacidad de respuesta rápida fundamental. Algo básico también cuando no se quiere que la ayuda alimentaria acabe donde no hace realmente falta.
Imagen del centro logístico del PMA en las Palmas de Gran Canaria / Joan Tusell
La posibilidad de almacenaje del grano que ofrece la capital grancanaria, con unos silos que aumentan la vida de los cereales con los que trabaja el PMA de manera exponencial, y, sobre todo, el que el gobierno de España -a través de la AECID y la Secretaría General de Cooperación- permita ese almacenaje de manera gratuita convencieron a la agencia de instalarse en el archipiélago. Además, están las condiciones de los puertos africanos, con los que también opera el PMA, muy presente en todo el continente, pero con problemas de congestión y de poco calado. Accra, Mombasa o Ciudad del Cabo se hermanan así con un puerto que, al situarse en una isla volcánica, tiene la profundidad suficiente para cargar los barcos del PMA y que además tiene la capacidad necesaria para estibarlos con urgencia. Pablo Yuste subraya que la decisión de instalarse en Canarias no ha sido política. "Es logística".
"El PMA, siempre que tiene la posibilidad, compra localmente, en los mercados de la zona afectada y a los pequeños agricultores" -prosigue- "Si no puede ser, la compra se hace a nivel regional. En el caso del Sahel, por ejemplo, en África occidental. Lo siguiente es comprar en países en vías de desarrollo, de donde procede el 80 % de las existencias de comida del PMA. Es nuestra política con el Programa de Compras en Aras del Progreso".
Pablo Yuste comenta que la idea es utilizar la ayuda alimentaria como motor de desarrollo y que los pequeños agricultores que se han visto beneficiados por las ayudas del PMA puedan, cuando se recuperan de una situación de crisis, "contribuir" en cierta manera a esa ayuda para otros pequeños agricultores que atraviesan una situación difícil. "Todo el mundo gana", concluye.
También habla del Programa de Compras Avanzadas, que se traduce en compras anticipadas y, por tanto, en una necesidad de almacenaje que encuentra respuesta en el puerto grancanario. La finalidad de estas compras anticipadas es garantizar la capacidad de respuesta rápida del PMA y también el ahorro. Evitar entrar en el mercado en una situación de emergencia, expuestos a la especulación y a la volatilidad de los precios de los alimentos.
Pablo Yuste en Casa África / Joan Tusell
Pablo Yuste llega a Las Palmas de Gran Canaria y el PMA desde la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo (AECID). Estudió derecho en la Complutense de Madrid, pero antes, con sólo 17 años, ya había tenido su primera experiencia en una suerte de cooperación a través de un programa de voluntariado con bandas urbanas en Estados Unidos. Se dirigió a Europa del Este al acabar la carrera y trabajó con varias ong y como consultor de la Unión Europea en temas de desarrollo, logística y márketing. En el año 2003 llegó a la AECID e Irak al mismo tiempo. Acabó dirigiendo el repliegue de la agencia de cooperación española del país. Desde Egipto cubrió el sunami, el terremoto de Cachemira o emergencias en Sudán y Chad. Después llegó a Afganistán, donde una misión de un mes acabó anclándolo al país durante tres años. Fue jefe de emergencias de la AECID y director de la Oficina de Acción Humanitaria.
Pablo Yuste opina que nadie que esté bien informado sobre el hambre puede discutir la cooperación en general ni el trabajo de agencias como el Programa Mundial de Alimentos en concreto. Sobre la imagen de la cooperación española en el exterior, opina que se percibe bien fuera por el carácter español de mediana potencia, la ausencia de grandes intereses geoestratégicos y la lejanía del pasado colonial. Los vínculos con muchos países de América Latina y del mundo islámico garantizan una aproximación fácil a lugares donde es necesaria esa ayuda humanitaria. "Luego está la microgestión de esa reputación", apunta.
Después de tantos años en cooperación, le duele la absoluta frialdad, mezclada con paternalismo, con que recibimos estadísticas y noticias sobre el hambre y cómo se aceptan situaciones para otros que no aceptaríamos para nosotros. "Es necesario un enfoque de derechos para la cooperación" -finaliza- "No lo hacemos porque queremos. Lo hacemos porque es nuestra obligación. Hemos pasado de beneficiarios de ayuda humanitaria a donantes de solidaridad. España es un país solidario a pesar de la crisis y nuestra situación de crisis no se puede comparar con la de otros países, porque seríamos injustos tanto con España como con esos países. Nosotros nos centramos en los síntomas, no en la enfermedad. En atender a las personas vulnerables. Pero el hambre necesita de soluciones políticas".
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