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EL DEFENSOR DEL LECTOR
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Políticos escondidos

Varias cartas plantean que los periodistas no acudan a los actos políticos cuando los líderes del partido convocante no permiten las preguntas de la prensa

Tomàs Delclós

Las maniobras por parte de políticos para evitar las preguntas de los periodistas es un lamentable hábito instalado con una frecuencia preocupante en España. No se trata de un argucia inédita. Dos antecesoras mías lo denunciaron en 2004 y 2009. Pero el problema persiste y se agudiza con nuevas estratagemas. Ante las quejas de los periodistas, que reivindican el derecho a preguntar en las ruedas de prensa -y no lo hacen por ánimo gremial sino porque el derecho a la información es de los lectores-, algunos políticos han buscado fórmulas para seguir escondidos. En lugar de convocar una rueda de prensa y negarse a responder preguntas, convocan, por ejemplo, "declaraciones institucionales", lo que les permite ahorrarse el escrutinio incómodo para aclarar lo que han dicho o tener que hablar de cuestiones que prefieren ignorar. Otra práctica es dejar sin respuesta aquellas preguntas que incomodan o dar la palabra con una intencionada selección. Estos políticos pretenden que los periodistas sean voceros cómodos de su mensaje y no admiten que cuestionen su relato.

Ha habido casos este año como el del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, en su comparecencia "institucional" sobre la cuentas del PP en enero o la rueda de prensa que la ministra de Sanidad, Ana Mato, convocó sin preguntas con motivo de su visita en marzo a la sede de la ONU. La Embajada de España ante la ONU comunicó que la ministra "tenía prisa por tener que coger un avión de regreso a España y solo podría hacer una breve declaración". Los corresponsales de los medios españoles convocaron un plantón desde las redes sociales, "sin preguntas no hay periodistas", que hizo recapacitar al ministerio.

Pero el caso que ha suscitado varios correos de lectores ha sido la última intervención del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la Junta Nacional de su partido, un discurso que los periodistas tuvieron que seguir en una sala distinta a través de una pantalla de plasma, artefacto preferido por el presidente del Gobierno para mantener alejados y silentes a los periodistas. No hubo rueda de prensa. La crónica de este diario del 4 de abril subrayaba que compareció de nuevo sin preguntas. La crónica, donde se enumeraban varios silencios del presidente, recordaba que "Rajoy no dijo una palabra sobre el otro gran asunto que inquieta al PP: el caso Bárcenas. Pese a las crecientes críticas por no aceptar preguntas de la prensa -lleva más de tres meses sin hacerlo en España, hoy lo hará obligado por la visita de Ban Ki Moon, secretario general de Naciones Unidas- el presidente insistió en una comparecencia sin preguntas transmitida a través de una pantalla. El partido prácticamente no se reúne y lleva cinco semanas sin dar ruedas de prensa". El día anterior, en París, el presidente Hollande había hecho otro tanto, una comparecencia televisiva sin periodistas, para tratar el enojoso tema de las cuentas suizas de su exministro de Hacienda. Triste coincidencia que demuestra la intención de situar a la prensa en una posición residual, invitada como máximo a ser ornamento de sus ceremonias. Esta práctica hace que las ruedas de prensa con motivo de entrevistas con mandatarios extranjeros o reuniones europeas se conviertan en el apurado resquicio para interrogar al presidente español sobre los problemas domésticos.

En marzo de este año, una crónica del diario recordaba las prácticas de ocultación de dirigentes del PP desde el caso Bárcenas. "El presidente del Gobierno lleva casi dos meses sin convocar al comité ejecutivo nacional -a pesar de que, según los estatutos del partido, ese órgano debería reunirse "ordinariamente" al menos una vez al mes- y los miembros de la cúpula evitan las comparecencias públicas en la sede nacional desde el pasado 25 de febrero. (…) La cúpula del PP no celebra la habitual reunión de estrategia semanal del comité de dirección (…) desde hace tres semanas. Entonces, el 4 de marzo, todos se negaron a comparecer ante los periodistas. Ningún dirigente se siente cómodo en el papel de portavoz del escándalo (…) Por eso la dirección ha optado por no exponerse públicamente”.

Los partidos buscan atajos para no dar explicaciones públicas

A propósito de este último episodio protagonizado por Rajoy, Javier Madinabeitia escribió: "Se trata de algo muy alejado a lo que debe ser una rueda de prensa en un país democrático. El presidente del Gobierno Mariano Rajoy ha vuelto a hacerlo para vergüenza nuestra, ha emitido a través de un monitor de televisión un ¿comunicado, propaganda, dogma de fe...? Cualquier cosa menos información. Los "periodistas" ?? de los medios de comunicación más importantes de España, entre ellos los de EL PAÍS, asistieron y, con su presencia, avalaron un comportamiento que en cualquier otro país hubiera sido claramente reprobado". Tanto este lector, como Elena Masana ("Pienso que los periodistas, y especialmente los de EL PAÍS, no deberían asistir a las falsas comparecencias de Rajoy. Son una estafa más del Gobierno") y otros consideran que los periodistas no deberían acudir a estas convocatorias.

El 3 de abril, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) publicó una nota de protesta en la que rechazaba una vez más "la estrategia de algunos partidos de utilizar a los periodistas como comparsas al convocarlos para escuchar las intervenciones de sus líderes sin que tengan posibilidad alguna de hacer preguntas (…) Los confinamientos de los periodistas suponen en realidad un confinamiento de la libertad de expresión y del derecho de información". La nota admitía que casi ha desaparecido el formato de ruedas de prensa sin preguntas, "pero los partidos han buscado otros atajos para hurtar su obligación de dar explicaciones”. He consultado el caso con varios periodistas de este diario. De entrada, mayoritariamente, distinguen lo que sería una rueda de prensa sin preguntas y la celebración de reuniones de partido sin permitir la intervención de los periodistas en ellas, facilitando su seguimiento remoto y parcial. El problema no es el formato de estas reuniones. El problema es que, posteriormente, no se convoque a la prensa para que ésta pueda preguntar. Con todo, consideran inevitable acudir, aunque no haya rueda de prensa, cuando se trata de citas significativas, no para contribuir a la escenografía montada sino porque permite el contacto privado con fuentes de difícil acceso en otras circunstancias, la elaboración propia y dar un contenido alternativo a la simple repetición del mensaje emitido. El Libro de Estilo establece que los redactores "no deben hacer el vacío a un personaje o a una institución sólo porque hayan tenido problemas para informar acerca de determinada noticia. El derecho a la información es sobre todo del lector, no del periodista. Si se encuentran trabas, se superan; si éstas añaden información, se cuentan". Pues debe contarse, denunciando claramente estas trabas cada vez que se produzcan, de forma nítida, bien visible, y destacando que no son un episodio aislado. Se trata de defender el acceso democrático a la información en beneficio de todos.

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