El bailarín doblemente escurridizo
Cuando faltaban solo cuatro días para su esperada comparecencia en el escenario del Coliseo de Londres, Sergei Polunin ha vuelto a 'desaparecer'
La fama de Sergei Polunin como bailarín de primera línea se arriesga a verse desbancada por su condición de reincidente a la hora de plantar a las compañías para las que trabaja. La estrella de la danza, que hace un año se despidió abruptamente del Royal Ballet londinense y en vísperas de un estreno en el que era cabeza de cartel, ha vuelto a desaparecer cuando faltaban solo cuatro días para su esperada comparecencia en el escenario del Coliseo en la misma ciudad.
Polunin, un ucraniano de 23 años que ha desarrollado toda su carrera en el Reino Unido, parece haberse volatilizado, o al menos ningún responsable del Peter Schaufuss Ballet tiene la menor idea de dónde está desde que el miércoles faltara a los ensayos de la coreografía Expreso de Medianoche. Fuentes del mundillo de la danza han revelado que no le gustaba la producción, motivo probable de su espantada cuando se trata de un artista tan genial como de personalidad explosiva y algo errática.
Declaró no sentirse querido cuando en febrero de 2012 daba un portazo al Royal Ballet, la principal compañía del país, con sede en Covent Garden, en la que hizo historia al convertirse en su primer bailarín con sólo 19 años. Entonces se especuló con la depresión que pudo causarle la ruptura con la bailarina Helen Crawford, con la excesiva presión que sentía para mantener el nivel o con el choque que suponía para su carácter efervescente la estricta jerarquía de la institución. Hubo incluso rumores de que pretendía colgar las zapatillas para volcarse de lleno en el negocio de tatuajes del que era copropietario, pero a los pocos días reapareció en el teatro Sadler’s Wells del norte de Londres con lleno absoluto.
“Parecía haber madurado y ganado mayor confianza en sí mismo”, ha relatado a la prensa inglesa Peter Schaufuss, con la esperanza de que Polunin acabe reapareciendo. El teatro del Coliseo donde el martes debía actuar todavía no ha tomado una decisión sobre la preceptiva devolución de las entradas si el protagonista de la función decide finalmente no hacerlo.
Cuando era un estudiante en el centro del Royal Ballet en Richmond (suroeste de Londres), al que accedió a través de una beca de la fundación Nureyev, Polunin “esperaba que convertirme en primer bailarín fuera el equivalente a una estrella de Hollywood o a un futbolista, que podría relajarme y disfrutar del momento”, explicó por aquel entonces en una entrevista con The Times. Consiguió su objetivo, pero acabó sintiéndose frustrado porque “tenía el mismo trabajo duro que antes y tampoco estaba ganando demasiado dinero”.
Los motivos económicos fueron apuntados también como la causa decisiva que le llevó a abandonar la compañía de Covent Garden -forzada a buscarle un sustituto de última hora-, en pro de contratos más jugosos en diferentes escenarios del mundo. No le había faltado trabajo desde aquel episodio, pero la decisión de plantar por segunda vez a un teatro con toda la platea vendida no aparece como la mejor publicidad para atraer a los empresarios de la danza de cara al futuro.
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