La irresistible seducción de las islas desiertas
Marlon Brando y la actriz tahitiana Tarita, en un fotograma de Rebelión a bordo (Mutiny on the Bounty).
Dedico este post a quienes habéis disfrutado de atascos kilométricos a la vuelta de Semana Santa.
Fatigados de ciudad, coches y carreteras, tendemos a imaginar el paraíso como una isla, mejor si está desierta. Una isla es una posesión al alcance de muy pocos, pero como soñar no cuesta…
Marlon Brando tuvo la suya, el atolón de Tetiaroa, a unas 35 millas al norte de Tahití, en la Polinesia Francesa (la compró en 1966, poco después del rodaje de Rebelión a bordo).
La empresa española Docastaway (de Do Cast Away, hazte el náufrago) ofrece experiencias en islas desiertas de Filipinas, Indonesia y Centroamérica.
Vladi Private Islands es un directorio con más de 2.000 islas privadas que se venden o se alquilan por temporadas. Tan cercanas como Sa Ferradura, al norte de Ibiza, o tan remotas como o tan remotas como Rai Ki Way, en el Pacífico.
Para los amantes de caprichos, Private Islands Online ofrece islas de alquiler por todo el mundo. Reservar por una noche Necker Island, una de las dos islas que sir Richard Branson tiene en el Caribe (en la foto de arriba), cuesta entre 2.500 y 5.000 dólares por noche.
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