Los hijos de Helmut Kohl vengan a su madre
Peter y Walter atacan a su madrastra a quien acusan de “secuestrar” a su padre
El hombre que determinó la política alemana durante 16 años cruciales vive, ya octogenario, bajo el influjo “manipulador” de su segunda esposa Maike Kohl-Richter. Eso dicen los dos hijos que Helmut Kohl (1930) tuvo con Hannelore, la que fuera ejemplar primera dama del fin de siglo alemán. Peter Kohl ha reeditado después de una década el superventas biográfico sobre su madre, Ihr Leben (Su vida, 2002) para conmemorar su ochenta aniversario. Su hermano Walter le apoya. Hannelore Kohl se suicidó en 2001, cuando los escándalos de financiación ilegal que hundieron temporalmente la reputación del ya excanciller amenazaban con acabar con su fundación benéfica. La nueva edición del libro contiene un prólogo en el que Peter especula que Helmut tuvo trato íntimo con Maike Richter desde mediados de los 90. Así, cuentan ahora los hermanos Kohl, “empezó a morir lentamente nuestra familia”.
Hace unos días que Peter y Walter concedieron una entrevista televisada en la que hablaron de Maike Richter o de Maike, pero nunca de Maike Kohl-Richter, que es su verdadero nombre desde que se casó con el excanciller en 2008. Walter dijo al presentador: “Esto que hacemos es una manifestación sin pancartas ni banderas por nuestra madre; mamá, esto lo hacemos por ti”. Hubo muchos aplausos para este colofón dramático a una charla en la que denigraron a Maike como “acosadora”. La doctora en Económicas, cuentan sus hijastros, se comportaba como una suerte de fan enloquecida por la figura oronda del viejo canciller, a quien siguió hasta conseguirlo. Dicen.
Pero dicen más: en el nuevo prólogo biográfico, Peter asegura que Maike no quiso fotografiarse con ellos después de una cena con el Presidente de la República Federal hace un par de años. Según los hijos, la renuncia se debió a que lucía joyas de su madre muerta, entre ellas “algunas piezas que había usado el día de su boda en 1960”. Las joyas y los trapos sucios a menudo suelen ir de la mano cuando se airean en trifulcas familiares como esta que libran los Kohl.
Hannelore, la perfecta y suicida esposa de Helmut Kohl, sufría una grave alergia a la luz que la obligaba a vivir encerrada en el chalet del excanciller en Ludwigshafen. Apenas salía, siempre de noche. Acabó con estos dolores de su propia mano, con una sobredosis de somníferos y tranquilizantes. Entre 1982 y 1998 había aguantado el tipo junto al patriarca de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), que fue un esposo notoriamente infiel y llegó a convivir con alguna amante en Bonn. Hannelore llevaba la sonrisa blindada por una buena capa de maquillaje bajo la permanente de hormigón, al estilo de su réplica transatlántica Nancy Reagan.
Quizá para evitar que la comparen con Hannelore, Maike Kohl-Richter rechaza defenderse en público de los ataques de sus hijastros. Les deja la cancha entera, mientras cuida de un octogenario célebre pero cada vez más enfermo y postrado desde hace años en una silla de ruedas.
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