Viaje a Mozambique (12): semillas de esperanza
Como en tantas otras ciudades africanas, en las de Mozambique abundan los niños de la calle. Este fenómeno se aprecia especialmente cuando se visitan las zonas más turísticas. Sucede también en Pemba, la capital de la provincia de Cabo Delgado, sobre todo al acercase a los chiringuitos de la playa.
Son numerosos los niños y niñas que recorren las arenas ofreciendo todo tipo de artículos de artesanía, golosinas, cigarros… Y en las idílicas playas de Murrebue los menores venden conchas enormes y juguetes hechos por ellos mismos. Por todas partes te tropiezas con estos chicos y chicas exhibiendo sus mercancías. Es la cara visible del fenómeno, imagino que, como en muchas otras partes, hay también un lado sórdido de explotación, abusos, drogas, prostitución…
Niños en la playa de Murrebue.
Quiero conocer alguno de los proyectos que trabajan con estos menores y todos me hablan de Lar da Esperança, que pertenece a la Fundación “Semillas de Esperanza”. Consigo el teléfono de una de las personas que lo dirigen, se trata de Teresa Ferrero, y quedamos para vernos. Justo cuando teníamos que ir al centro llama diciendo que está enferma, posiblemente malaria, así que tendré que hablar con su hermano Ismael.
Lar da Esperança.
Quedo con Ismael, de Valladolid, en una de las gasolineras de la ciudad y le sigo para adentrarme por el barrio de Cariacó. Pasamos el mercado y enfilamos una serie de calles estrechas hasta llegar al Lar da Esperança: un recinto cercado donde se agrupan varios edificios, algunos con techos de paja, y lugares para juego. Allí tuvo sus orígenes el trabajo de la fundación. Fue una italiana, Laura Pierino, quien, tras muchos años de voluntariado en la zona, vio la necesidad de abrir un orfanato. Era el año 1999 y poco después se le uniría su amiga Teresa que también llevaba tiempo haciendo voluntariado por allí. En 2006, Ismael llegó para visitar a su hermana y se quedó hasta hoy.
Con él recorro el proyecto. Vemos las aulas, los comedores, las cocinas, los cuartos donde duermen los niños y niñas, todo muy limpio y ordenado. Esos ambientes se utilizan para ofrecer actividades escolares, educación en valores, actividades deportivas, artísticas, musicales, formación profesional…
Uno de los dormitorios.
Unos 40 menores viven permanentemente en el centro y otros 100 se unen a ellos durante el periodo escolar. Estos últimos vuelven a dormir a sus casas. Se trata de niños y niñas en situación de riesgo, como huérfanos, o que viven en condiciones precarias, también tienen algunos menores discapacitados que necesitan educación especial o que son VIH positivo o hijos/huérfanos de víctimas del SIDA.
Los niños y niñas que necesitan atención son identificados por los trabajadores sociales de la Dirección provincial de Acción Social y por algunas congregaciones religiosas que trabajan en el interior de la provincia.
El proyecto funciona con personal local y voluntarios llegados de España e Italia, de hecho encuentro a un grupo de ellos. Marta Paños, del barrio de Hortaleza en Madrid, y Almudena Rodríguez, de Móstoles, llegaron en 2010 para trabajar 4 meses y poco a poco han ido prolongando su estancia. Tanto es así que la madre de la primera, Sonsoles Larrauri, enfermera que trabaja en el Ayuntamiento de Madrid, ha venido junto a su otra hija, Belén, a ver qué es eso que tanto ha enganchado a las voluntarias. Por lo contenta que se las ve dudo de que alguna de ellas quiera regresar a España.
Niños cantando para dar la bienvenida.
Tras despedirme de los menores, las cuidadoras y las voluntarias, Ismael me muestra el campo de deporte que tienen al otro lado de la calle y luego conducimos hasta el Hotel Pemba Beach. Nos sentamos en el jardín de la cafetería a tomar un café, mientras me cuenta el resto de sus programas, entre ellos destacan:
En el Centro Recreativo “Okahaviherana” atienden a más de 350 menores, divididos en turnos de mañana y tarde, a los que se les ofrecen actividades extraescolares, refuerzo escolar, deporte y música. Se encuentra en uno de los barrios más pobres de Pemba, en la zona de Noviane, aunque también llegan niños y niñas de barrios vecinos.
En el Centro “Talita Kum”, en el barrio de la Expansión, ayudan a más de 90 niñas, algunas de ellas internas, con programas de informática, costura… es una oportunidad para evitar que abandonen la escuela.
Becas de estudio para estudiantes, apoyo nutricional para bebés… son otras de las actividades que realizan.
Ismael Ferrero en el bar del Hotel Pemba Beach.
Me cuenta Ismael que los principales retos a los que tiene que enfrentarse el programa, como en tantas otras partes de África, son el casamiento prematuro de las niñas, el alcoholismo de algunas familias o la falta de recursos de estas, el abandono escolar o el ausentismo porque los menores son obligados a vender o trabajar,…
“Semillas de esperanza” se finanza mayoritariamente con aportaciones privadas, aunque también han recibido subvenciones de algún ayuntamiento.
Sonsoles Larrauri juega con los niños de Lar da Esperança.
Este es un proyecto más de los cientos que por toda África tratan de aliviar los problemas de los miles de niños y niñas que por diversas circunstancias viven en las calles de las ciudades o están en riesgo de exclusión social, pero me ha gustado su estilo cercano y por eso quería que lo conocierais.
Todas las fotos Chema Caballero
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