Listas cerradas, listas abiertas

El Gobierno y su presidente pueden estar tranquilos; nadie les va a molestar demasiado. Tienen mayoría absoluta en las Cortes y sus diputados les apoyan sin fisuras. No es extraño que sea así. Los diputados están ahí porque la cúpula del partido los puso encabezando la lista electoral que los ha llevado al Congreso, muy probablemente por su fidelidad, que ahora se pone a prueba. Toda una lección sobre el sistema electoral de listas cerradas.

Si las listas hubieran sido abiertas, los ahora diputados hubieran tenido que sudarse el voto ante sus electores. Más importante todavía, tendrían que sudarse su reelección, que dependería no ya de sus promesas, sino de la imagen de verdaderos representantes que hubieran dado a sus votantes durante la legislatura. Y la ciudadanía no está nada contenta de cómo van las cosas ni cómo se han incumplido promesas electorales.

Un Parlamento elegido mediante listas abiertas no hubiera permitido que desde el comienzo de la legislatura se gobernara de una forma tan perjudicial para una mayoría de votantes.

Llegado a la situación de crisis actual, es muy probable que desde las filas del propio partido se hubieran oído voces discordantes y argumentos en sintonía con una mayoría de la ciudadanía. Eso, y no otra cosa, es la democracia.— Eliseo Pascual Gómez y Tomás Pascual Ruiz.