Una bailarina del Bolshói, amenazada tras la agresión a su director
Svetlana Lúnkina dice sentirse asustada, sin embargo, el diario 'Izvestia' asegura que no quiere volver a Rusia por un problema fiscal
Svetlana Lúnkina, bailarina de 33 años del Teatro Bolshói, ha pedido que le extiendan su permiso para poder permanecer más tiempo en Canadá, donde se encuentra actualmente, debido a que asegura haber recibido amenazas. La portavoz del Bolshói, Katerina Nóvikova, confirmó que el teatro accedió a la petición de Lúnkina.
Según la versión de la bailarina está asustada después de que un enmascarado vertiera ácido en la cara al director artístico del ballet del Bolshói, Serguéi Filin. Lúnkina reconoció que sus relaciones con Filin habían sido tensas y que hace poco este habría dicho que ella no retornaría. Al mismo tiempo, Lúnkina dijo "sentir una profunda compasión" por la familia de Filin y confiar en que "los que cometieron ese crimen sean capturados". Señaló también que esperaba poder regresar más tarde al Bolshói.
En cuanto a las amenazas que ha recibido, manifestó no están relacionadas con su profesión, sino con el conflicto surgido entre su marido, el productor Vladislav Moskaliov, y el humorista Vladímir Vinokur. Ambos eran socios en el proyecto de una película sobre la legendaria prima bailarina Mathilde Kschessinska (1872-1971).
El prestigioso diario Izvestia, que fue el primero dar la noticia sobre Lúnkina, explica que Moskaliov propuso reemplazar al famoso director Alexéi Uchítel por otro después de que este rechazara varios guiones, pero Vinokur se negó rotundamente y dijo estar incluso dispuesto a sacrificar la divulgación de la película en el extranjero pero mantener a Uchítel como realizador. Poco después, el marido de Lúnkina quedó marginado del proyecto y los juristas de la Fundación de Vinokúrov le exigieron el pago de más de 2,7 millones de euros, que Moskaliov rechaza categóricamente. Según Izevstia, la Fundación ha enviado copia de la demanda judicial contra Moskaliov no solo al ministerio del Interior y a la fiscalía general, sino también a los principales teatros de ballet del mundo.
En los textos que los abogados han mandado a los teatros se dice, siempre según Izvestia, que Moskaliov habría legalizado parte del dinero robado en Canadá "con la ayuda de su esposa", es decir, de Lúnkina.
Vinokúrov opina que a Lúnkina "nadie la envió a Canadá y nadie la amenaza. Como pretexto para no regresar dice que la amenazan, pero ella es simplemente la esposa de una persona que ha cometido un delito y que se esconde en Canadá".
Lúnkina está convencida de que en caso de regresar a Moscú su familia puede ser objeto de provocaciones e incluso de arresto. Nóvikova, al confirmar que el Bolshói le prolongó el permiso, señaló que si esa decisión está relacionada con las actividades de su marido, no ve "cómo el teatro puede influir en el asunto. Anna Pávlova también abandonó Rusia por las actividades de su esposo". "El Bolshói no puede garantizar a Svetlana su seguridad, esto es evidente, simplemente no tenemos recursos para ello", agregó. La bailarina, sin embargo, considera que el Bolshói se muestra impotente por otra razón: Filin no quiere que ella vuelva al ballet del Teatro.
Mientras tanto, los médicos hicieron el lunes a Filin una nueva operación a los ojos y los oftalmólogos han llegado a la conclusión de que su vista mejora. Probablemente continúe su tratamiento en Aachen, Alemania, adonde viajaría la próxima semana acompañado por un médico ruso.
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