El crimen que sacude a los Mascaró
Joan Mascaró fue asesinado con un arma blanca en plena calle el jueves en Menorca Era miembro de una poderosa familia de zapateros. Su abuelo cofundó una empresa que se convertiría en referente mundial, pero el fallecido ya no estaba vinculado a ella
Joan Mascaró, un exindustrial menorquín del sector del calzado de 67 años, fue atropellado por un coche y posteriormente acuchillado el jueves en plena calle en la localidad menorquina de Ferreries, cerca de donde vivía. Cuando los agentes de la policía llegaron al lugar de los hechos, este ya había fallecido. El presunto agresor es Cristóbal C. T., de 52 años, quien supuestamente había mantenido una relación sentimental con una mujer que era la actual pareja de Mascaró.
El impacto de la noticia sumó enseguida una alerta global en la red porque la víctima pertenecía a una de las familias de zapateros más importantes de España. Fundada por los hermanos Antonio y Pedro, Mestre Perico, Mascaró (padre y tío del fallecido, respectivamente), Zapatillas Ferreries fue la pequeña compañía que, en 1918, inició una exitosa saga de artesanos e industriales. Un negocio basado en la fabricación de clásicas zapatillas de baile que todavía hoy representan una referencia en el sector. En la Menorca del siglo XIX nació la histórica industria del calzado orientada a las exportaciones coloniales a Cuba y Filipinas. En su capital, Mahón, se hicieron también bolsos y monederos de plata, pero el negocio acabaría hundiéndose debido a los impagos de compradores alemanes. Los Mascaró, sin embargo, armaron un negocio que triunfa prácticamente un siglo después. Aunque en el camino los hijos de uno y otro fundador acabarían separándose.
Jaime, hijo de Pedro, creó en 1980 la compañía Jaime Mascaró, SA, actual estandarte global del calzado menorquín. El recién fallecido Joan, apodado Pipo, mantuvo Zapatillas Ferreries, rebautizada Calzados Ferreries, hasta que se jubiló con 60 años. Todo el negocio de la compañía pasó a ser finalmente absorbido por la famosa empresa de su primo.
Además de pertenecer a una de las familias de referencia de la isla, Pipo también era conocido en su juventud por su faceta de futbolista y, posteriormente, por presidir el club CE Ferreries. En una ocasión declaró: “Nunca hemos sido dueños de nuestro propio destino, aunque supimos, casi de la nada, crear una industria modélica que por diferentes motivos se ha derrumbado”.
LA OTRA CARA DEL NEGOCIO
La empresa Jaime Mascaró ha hecho del linaje una marca madre para sus diferentes líneas, que se comercializan en noventa comercios propios en todo el mundo. En 2011, vendieron más de medio millón de pares y facturaron 46,9 millones de euros. “Ahora cuesta más vender”, ha reconocido Jaime; “en España la crisis motiva una caída de un 16%”. Aun así, quien cruza Menorca pasa casi inevitablemente por delante de su tienda-fábrica, un hito de la ruta turística.
La compañía familiar está organizada en media docena de sociedades. Los padres, Jaime y Francisca, aún acuden diariamente a la fábrica. "A tomar un café; porque ahora todo lo llevan mis hijas", ha aclarado el patriarca. Lina, la mayor, economista, es la directora empresarial, el cerebro y la máquina que articula en cifras las ideas. Úrsula, la mediana, es la diseñadora. Una estrella del circuito de la moda que se cubrió de gloria al idear un éxito mundial: las llamadas zapatillas Pretty ballerinas, que hoy representan el 70 % de la producción de la firma. En el fondo, reconocen, una recreación de las que comercializaban el padre y el tío de Joan, el recién fallecido. Un calzado de hallazgo en transición sutil, que pasó —con suela y otros trazos— de las tarimas de la danza a la dureza de la vida urbana. Son para "danzar en la ciudad", ha descrito su creadora. Entre sus clientas habituales, Kate Moss, la reina Sofía, la princesa Letizia, Claudia Schiffer y Suri Cruise (hija de Tom y Katie Holmes). Amén de Angelina Jolie, que emocionó a la diseñadora cuando se dejó fotografiar portando uno de sus bolsos.
La menor de las hermanas es Luisa, una pintora que vive en Florencia. Se formó, como la diseñadora, en Central Saint Martins, en Londres, y en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York. Cuando colocó una de sus esculturas en el jardín de la casa de Úrsula, un vecino alertó a la guardia civil. "Nos denunció", relató la diseñadora a S Moda. "Dijo que allí había un cadáver. Vino la policía y, al entrar en casa, como había llovido esa mañana, resbalaron, y para colmo de males en lugar de encontrarse con un cadáver dieron de bruces con una escultura tumbada en el césped".
Amazona glamourosa en la actualidad, Úrsula anduvo de joven con botas militares Dr. Martens. Separada, el padre de sus tres hijos, el inglés David Bell, fue quien impulsó el último lanzamiento comercial de la firma. La menorquina se desprendió entonces de los rasgos punk que adoptó en Londres, donde estudió diseño de moda (posteriormente también cursaría interiorismo en Milán), y volvió a la fábrica familiar, donde ya había trabajado, con 16 años, "como una trabajadora más". "Yo de pija no tengo nada", ha dicho de sí misma. "Soy de pueblo, y me apoyo en mi gente". "Es un poco pizpireta, tocada por el viento de la isla", resume una periodista menorquina. "Los Mascaró son gente corriente, rica, que viaja por el mundo, pero van al casino del pueblo", añade otro cronista local.
Úrsula estaba ayer en Madrid. Lina, en París. Y el patriarca, Jaime, trabajando en la empresa en Menorca. Las exequias de Joan Mascaró se celebrarán hoy a las 13.00 en la parroquia de San Bartolomé de Ferreries.
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