El cacique

Herodes está vivo, según anuncia el obispo de Córdoba, que lo ha visto disfrazado de mujer barbuda. Al rey mago Baltasar, el habitual de la cabalgata de Carabanchel, lo van expulsar por no tener los papeles en regla. Y el consejero de Medio Ambiente de Baleares advierte: “Se ha acabado lo de vivir del medio ambiente”. El fin de la historia es ya una profecía caduca. Al contrario, estamos asistiendo a una especie de refundición alucinada de la historia. En Dead man, de Jim Jarmush, un joven fugitivo (Johnny Depp) encuentra en el Lejano Oeste la protección de un indio llamado Nobody (Nadie) que cree estar ante la reencarnación del poeta William Blake. En aquel western psicodélico, donde se funden y confunden los tiempos, resulta emocionante oír al piel roja recitar relampagueantes fragmentos del visionario inglés. Lo que a nosotros nos ha tocado oír, en esta charanga histórica, es el trombón de Baltar, sosteniendo con viento y metal la noche de elecciones un estribillo profético menor: “¡Si no eres del pepé, jódete, jódete!”. Lo recuerdo en alguna posición de más estiloso poder presencial. Fue en la recreación histórica de la llamada Fiesta del Olvido. Iba vestido de Décimo Junio Bruto, el general romano que cruzó el río Limia para someter a las tribus del país de la niebla. Las tropas no querían pasar ese límite por temor a perder la memoria. Pero Baltar los convenció. En la historia alucinada, es un prototipo de personaje fluctuante. El cacique gallego como general romano y viceversa. En antiguas granjas, un parque móvil con más de 100 coches de coleccionista. Abdicó en su hijo, pero los bustos modelo Kim Il-sung proclaman por la provincia orensana su condición de Presidente Eterno. Dicen que lo van a procesar por haber enchufado a 115 de golpe. No me lo creo. Aquí, al único que van a emplumar es al rey negro Baltasar. Por vivir del medio ambiente.