Viajes oficiales
Dos lectores defienden los argumentos que el presidente del Supremo adujo en la entrevista en la cual cuestionó la decisión que le obliga a viajar en clase turista mientras otros altos cargos siguen gozando de la clase preferente. Uno de ellos alude a “la dignidad del cargo”, razón también aducida por el señor Gonzalo Moliner. Creo que la diferencia entre la clase turista y la preferente radica exclusivamente en la comodidad que proporcionan al viajero y en el precio del billete. No se me alcanza que una de ellas goce de mayor dignidad que la otra. Aunque tenga razón el señor Moliner en denunciar la desigualdad de trato entre unos cargos y otros.— Augusto A. Klappenbach.
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