Contra el cambio de programa de Mas
Como residente en Cataluña y, además, votante de la formación política que lidera el muy honorable Artur Mas, rechazo algunos de los acuerdos que previsiblemente adoptará en materia político-fiscal el nuevo Gobierno surgido de las anticipadas elecciones autonómicas catalanas. En concreto, sobre la recuperación del impuesto de sucesiones que, tras su cesión por el Estado a las comunidades autónomas, fue suprimido por muchas de ellas y, entre otras, por la de Cataluña, según decisión del muy honorable Mas, dando cumplimiento a lo dispuesto en el programa electoral de su anterior legislatura y del que curiosamente ha sido beneficiado ya que, en marzo de 2012 (es decir, en el breve periodo de tiempo en que el impuesto estuvo suprimido), se causó a su favor una herencia por la que no tributará, lo que de ninguna manera quiere decir que la supresión del impuesto fuera hecha simili modo berlusconiano, esto es, sin tratarse de una simple coincidencia cronológica.
La probable reinstauración del impuesto sobre sucesiones exigida por el nuevo socio político del muy honorable Mas no hará sino reincidir en el agravio comparativo entre los españoles de distinta vecindad civil —y política—, fomentar la inmigración como protección del ahorro familiar para los hijos y disminuir en futuras elecciones la cuota de voto del muy honorable por deslealtad con su programa. Es una falacia decir que el impuesto de sucesiones gravará a las clases altas (que, como es notorio, lo eluden por extraterritorialidad o por la constitución de sociedades patrimoniales), cuando realmente su sujeto pasivo lo constituye la clase media, clientela habitual del partido en el Gobierno.— Eduardo Bonete Cantó. Barcelona.
Es totalmente injusto que el afán de protagonismo de algunos políticos esté llevando al enfrentamiento entre los pueblos de España. Determinados dirigentes fracasados están buscando justificar su ineptitud abocando al pueblo catalán a una situación que solo beneficia a un sector privilegiado de la sociedad, menospreciando al resto de los lugareños, al tiempo que los políticos actualmente en el poder del Estado, que siempre habían recurrido al partido mayoritario de Cataluña para poder gobernar en España, ahora lo desprecian porque tienen la mayoría absoluta.
Ya está bien de crear antagonismos entre hermanos que solamente benefician a aquellos desalmados que no tienen escrúpulos a la hora de sacar tajada de estos enfrentamientos. Teniendo en cuenta que una gran mayoría de los residentes en Cataluña son oriundos del resto de las provincias de la Península, entiendo que no habrá ciudadano alguno que quiera romper los lazos de unión que perduran durante tantos siglos de historia, pero que si así lo decidieran, todos deberíamos respetar los derechos democráticos que contempla la libertad de expresión de los pueblos. Lo contrario sería conducir a este país a unos enfrentamientos que solo beneficiarían a los buitres carroñeros que siempre sacan tajada de las desgracias ajenas.— Domingo González Pulido. Sevilla.
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